Heleanor estaba en una reunión ejecutiva en el edificio de su empresa. Luego de haber terminado la junta con los accionistas y con los ejecutivos, puso sus codos sobre la gran mesa rectangular de oficina, agachó la cabeza y moldeó una pequeña sonrisa, recordando lo que había sucedido dos semanas atrás con Hedrick, cuando lo ayudó con el pago de la matrícula de la universidad; la carrera de él no era la más costosa, pero tampoco la más barata, pero el valor era considerable.—¿Qué es esto? —peguntó Hedrick. Estaban en la cama y Heleanor se había sacado un papel blanco del busto, que traía en el camisón para dormir.—Es el pago para tu matrícula. Ya pronto regresarás a la universidad. Es mi regalo —dijo Heleanor con agrado—. Ya lo he hablado con Hanna, así que no tienes que poner escusas para aceptarlo. Yo la he convencido, ella no me la ha pedido.—¿Por qué? —interrogó Hedrick con seriedad—. Ya me has dado muchos regalos y tengo más de lo que pude llegar a imaginar a mi edad, sin todav
Hedrick la cargó en sus brazos y subieron hasta el cuarto, donde verificó que sí tenía un poco de fiebre. Quiso ir a comprar medicamentos para ella, pero Heleanor le dijo que ya había agendado una cita con su doctora, por lo que tenía que esperar a que le dijeran que era lo que tenía y que dieran la receta de lo que necesitaba. Esa noche no tuvieron relaciones y se acostaron en camas separadas. Pero él no pudo conciliar el sueño hasta altas horas de la madrugada.A la mañana siguiente, sin nada relevante que haya acontecido, más que la despedida de beso de Hedrick para irse a la universidad. Heleanor se preparó para ir la cita con su médico. Caminaba por los pasillos del hospital y la atendieron sin que tuviera que esperar nada.—Bienvenida, señora Heleanor —dijo la doctora, que estaba detrás de un escritorio blanco—. Tome asiento por favor.Heleanor se acomodó en la silla y cruzó las piernas, para recibir la consulta.—Dígame. ¿Qué la trae por aquí?—Verá. En estos últimos días me he
Lara regresó a la empresa, luego de haber completado la tarea encomendada por Heleanor. Había hablado con la directora y le había manifestado el interés de otorgar doce pasantías en la empresa de Heard Inc. A lo que Anne le pareció maravilloso y aceptó el convenio; sabía que era una compañía de prestigio y líder en tecnología a nivel nacional e internacional. Tocó la puerta de la oficina ejecutiva de Heleanor.—Señora, ya ha regresado —dijo Lara, para avisarle a su señora.—Pasa, Lara —respondió Heleanor. La voz se le escuchaba débil y ronca.—Todo ha salido bien, señora. La directora ha aceptado y hoy terminaré de enviarle los documentos.Heleanor respiraba de manera pesada y solo quería acostarse a dormir. Se puso de pie con algo de esfuerzo.—Te dejo a cargo, Lara. Me iré a descansar. Solo estaba esperando a que regresaras, para recibir la información de forma personal.—Como usted ordene, señora. Espero se mejore pronto.Heleanor caminó con dificultad hasta su auto y fue directo a
Heleanor respiró profundo, como si una carga pesada se la hubieran quitado de la espalda. Su respiración se calmó y sus sentidos se normalizaron, ya no estaba alarmada. Esas palabras la habían tranquilizado.—¿Es seguro? —preguntó Heleanor, para confirmar la veracidad del resultado.—Sí, la prueba de sangre es muy certera; tanto la cuantitativa como la cualitativa. La Cantidad de Beta hCG en el examen de sangre ha sido menor a cinco miliunidades internacionales por mililitro, por lo que es negativo. Para que un resultado dé positivo, por lo general debe haber más de veinte —dijo la doctora con total seguridad—. Otra cosa. Su fiebre es por un resfriado común. No tiene nada grave, siga la receta que le he mandado y se recuperará pronto.—Entiendo. Gracias por todo.—Es mi trabajo. Vuelva cuando a agendar una cita cuando quiera, señora Heleanor. Hasta luego. Heleanor dejó escapar un suspiro y se dejó caer en la cama, mientras una extensa sonrisa se mostraba en su rostro. Acarició la sáb
Hedrick sentía los blandos atributos de esa linda muchacha de cabello rubio y ojos verdes contra su torso. Ella más parecía una deidad que otro ser. Le habían dado ganas de ir al baño, pero solo se había encontrado con esa desconocida chica, que le había caído encima de la nada. La directora la ayudó a levantarse y luego se puso de pie.—¡Hela! —exclamó Holly, emocionada. En su pequeño pecho, no cabía la dicha de ver a su prima favorita, y, a la que, nada más podía ver pocas veces. ¿Qué hacía allí? Estaba contenta, pero era raro verla.—Holly —dijo Hela, cargando a su prima en sus brazos. Pero sin despegar la mirada de Hedrick. Todavía no se explicaba, ¿por qué estaba en el despacho con la hija de su tía?—Él es el tutor privado de Holly —comentó Anne, al ver la expresión confusa en el rostro de Hela. Recordó, entonces, que, estudiaban la misma carrera y veían clases iguales, por lo que, debían haberse conocido con anterioridad—. Hedrick, ella es mi sobrina, Hela, también estudia econ
Hedrick admiraba los fascinantes senos de privilegiado tamaño, que ya tenían los pezones duros, como un firme botón. Las grandes aréolas rosadas cubrían la punta de manera espléndida. Se llevó el pecho izquierdo adentro de la boca, con lentitud. Empezó a succionarlo con fuerza, tratando de sacar el dulce e inexistente néctar de Heleanor, pero no salió nada, porque todavía no lactaba. Movía su lengua, como un tornado, y lo chupaba, mientras que con la mano libre, apretaba y rozaba las finas protuberancias con la yema de su dedo pulgar. Entonces, pasó a degustar el siguiente, en tanto al derecho, lo comprimía y amoldaba en su extenso palmar.Heleanor suspiraba de forma pesada, en tanto observaba a detalle, como su habilidoso joven amante, le comía el pecho de manera vehemente y voraz. En la punta de sus pezones, percibió una rasquiña, estimulante. Aunque, era extraño, podía sentir más en sus senos, que hasta le habían comenzado a doler con ligereza. Era, como si sensibilidad hubiera aum
Hedrick estaba en su cuarto. Se había colocado ropa casual, para estar en la casa. El pelo azabache lo tenía mojado. Observó la túnica y la lencería de encaje color vino tinto, que estaba regada por la cama. Las recogió con cuidado, para que no hubiera evidencia de lo que habían hecho. Aunque, olía a sudor y también a la peculiar fragancia del orgasmo. Agarró un pequeño frasco de perfume y la roció en el aire, para camuflar el aroma. Entonces, se dirigió a la habitación de Heleanor. Al abrir la puerta, la vio a ella sentada en el tocador de la recámara, todavía con la toalla blanca, cubriéndole el esbelto cuerpo, mientras que con otra, se secaba el cabello húmedo, que le caía por la espalda, como una sombra oscura. Puso las prendas sobre la cama de ella y se acercó por la espalda, para darle suaves besos por el cuello.Heleanor sonrió con fascinación y malicia, en tanto veía su rostro en el reflejo del espejo y a Hedrick detrás de ella. Se detuvo y alzó su cabeza, para que él le sigui
—Hoy yo lavaré los platos —dijo Hedrick, con seriedad, luego de que hubieran terminado le cena. Se puso de pie y agarró los platos de su madre y la de Heleanor, mientras le guiñaba el ojo.—Bueno, estaré viendo televisión con Heleanor —dijo Hanna, llevándose por la mano a su amiga.La sala de estar estaba ligada a una entrada a la cocina, y de un lugar a otro, no se podía ver lo que sucedía.Heleanor observaba sin interés alguno a la pantalla del televisor. Una telenovela, de la cual no entendía nada, a la que Hanna era seguidora, era lo que veían. Miraba, con reiteración, hacia la puerta de la cocina. Golpeaba sus dedos contra sus piernas, debido a las ansias que tenía por ir con Hedrick. A pesar de haberlo hecho en varias ocasiones durante la tarde, su libido se mantenía intacto y con ganas de seguir sintiendo ese desbordante y delirante placer, que solo era capaz de proporcionarle ese joven atractivo y dominante, que rebosaba de energía. Por lo que estaba segura de que él podría co