Herman escuchó con gran sorpresa las palabras y miró a Juan con total admiración. Juan realmente tenía un excepcional talento. Poseía habilidades médicas tan asombrosas que podían salvar y quitar vidas, ¡eso sí era un médico milagroso!

—Ya que Juan te ha castigado, te perdonaré la vida—dijo Herman. —Pero no vuelvas a mencionar que eres de la familia Martínez, y no quiero verte de nuevo en Ciudad Encantada.

Al escuchar esto, Adrián apretó los puños con gran fuerza. Tenía muchos parientes en la familia Martínez y se había destacado entre ellos desde muy pequeño, convirtiéndose en el encargado de La Estrella Dorada. Solo él sabía cuánto había sacrificado para lograrlo. Pero ahora, todos sus años de esfuerzo parecían haber sido completamente en vano. Aunque sentía resentimiento, no podía hacer absolutamente nada más que irse con la cabeza agachada.

Herman había visto la foto de Juan antes en manos del jefe de la familia, así que lo reconoció de inmediato. Se acercó rápidamente y le dijo: —