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Capítulo130 ¡Qué descuido!
Durante los veinte minutos en la ducha, Adriana estuvo bastante nerviosa.

Pensó que si en verdad podía, escaparía por ahí y evitaría a José.

Pero al final, abrió la puerta del baño y salió. Aunque sabía que en el dormitorio la esperaba un hombre aterrador, sabía que escapar no resolvería nada.

Sin embargo, cuando caminó al cuarto con el corazón acelerado, no encontró a José en la cama. En su lugar, en el banco a los pies de la cama había una nota:

Te lo recuerdo: mi paciencia no es infinita.

Adriana leyó la nota y no pudo evitar sonreír.

José siempre decía que no tenía paciencia con ella, pero estaba siendo el hombre más paciente del mundo.

Ella lo sabía bien; si esa noche él hubiese insistido en dormir juntos, no habría tenido razones para rechazarlo.

Pero al final, él respetó su decisión.

Adriana se sentó en la cama, sonriente y un poco sonrojada. De alguna manera, él la hacía sentirse demasiado dramática...

Al día siguiente por la noche.

La conferencia de prensa del concurso de frag
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