—¡No puede ser! —exclamaron los periodistas en la multitud, y de inmediato todos bajaron la cabeza para revisar sus celulares.Incluso el presidente de la asociación se detuvo y pidió a su asistente que viera las noticias para entender lo que estaba sucediendo.En las redes sociales, un periodista reconocido había publicado dos grabaciones de audio en su blog. Cada una venía con subtítulos explicativos, y el hombre añadió en su publicación:—El audio fue grabado anoche en el desayunadero el Refugio. Invitamos a los internautas a verificar su autenticidad, tanto de las grabaciones como de la identidad de los involucrados.En las grabaciones se escuchaban claramente tres voces principales.—Querido, brindemos —la voz de Elena sonaba demasiado dulce a propósito.—¿Qué haces aquí? Esto es una gala de la industria. No es apropiado que estés aquí. —respondió la voz de Christian.—Emm… ¿Es que te da vergüenza que me vean contigo? Dijiste que me ayudarías a volver, y tarde o temprano tengo que
—Es una dirección IP del Grupo Guillermo. —informó Julia.Julia añadió con sarcasmo:—Parece que la gente del duque Guillermo no es muy cuidadosa. ¡Se les olvidó esconder su dirección IP!Adriana se rio:—Entonces, expongamos pues este dato en internet. No solo hay que dejar claro que fue el Grupo Guillermo quien planeó todo, sino también asegurarnos de que la familia Blanco lo sepa. Así los odiarán aún más.—Exacto. El duque Guillermo, para limpiar la reputación de Gracia, no dudó en arruinar la de Christian. El odio entre Blanco y Guillermo será eterno. —respondió Julia, emocionada.Luego añadió, curiosa:—Pero, esa mujer que en la grabación discutía con Elena y decía que ella era la verdadera amante de Christian, ¿sabes quién es?—No lo sé. —respondió Adriana, bajando la mirada.Esa mañana, cuando ella y José escucharon la grabación, también notaron esa parte extraña. Sin embargo, como era solo un tema secundario, los editores de la compañía de Julia lo habían eliminado.Esa parte d
Por la noche.A la hora de salida del trabajo, Adriana recibió de repente una llamada de José. Su voz tranquilizante y dijo:—¿A qué hora terminas?—Ya casi. —respondió ella.—¿Pasa algo?—Nada. —contestó él antes de colgar.Aunque Adriana había dicho que casi terminaba, se quedó un rato más en la sala de mezclas, perfeccionando sus fragancias, y luego regresó a su oficina para organizar documentos. No bajó hasta una hora después.Al llegar al estacionamiento, vio que el chofer de Residencial Los Jardines la esperaba en su auto. Abrió la puerta y, para su sorpresa, encontró a José sentado atrás.—¿Esto es lo que llamas ya casi? —él levantó la vista, con una mirada seria.—¡Tampoco me dijiste que estabas esperándome! —respondió mientras subía al auto. No podía creer que él hubiera esperado una hora entera.—¿Me buscabas por algo? —preguntó, intentando saber el motivo de su presencia.José la miró desconcertado, como si su pregunta no tuviera sentido:—Los comentarios en internet sobre t
Adriana rápidamente entendió la situación.Un viejo experto en perfumería, un poco raro, que vivía en mitad de la nada, resultaba ser un ídolo de la industria. Todo encajaba perfectamente con el perfil de Don Lorenzo.La noticia alivió un poco la pesadez en el corazón de Adriana.—¿Estás tan seguro de que Don Lorenzo me respaldará? —preguntó ella.—¿Y por qué crees que te dio esa colección de abrigos? ¿Por qué le caes mal? —respondió José con tono sarcástico.A él le había causado el inconveniente de tener que construir un vestidor adicional para guardar toda esa ropa. Si don Lorenzo no fuera de una edad tan avanzada, probablemente habría insistido en que ella devolviera los abrigos.—¿Necesitas ayuda para la competencia? —le preguntó, buscando una forma de ser útil.Adriana estuvo a punto de rechazarlo, pero al ver la ilusión en los ojos de José, cambió de opinión:—Pues sí, por favor, mándame dos asistentes confiables. Los necesitaré durante la competencia.—¿Nada más? —preguntó él,
—Disculpen. —Adriana levantó la mano con tranquilidad.—Tengo una petición que hacerles a todos ustedes.Desde la mesa de los jueces, el presidente de la asociación respondió:—Díganos.—Esta base tiene un problema. Solicito que traigan la muestra de respaldo. —dijo Adriana.—¿Está intentando hacer trampa frente a todos? —Lucas no pudo contenerse ni un segundo más y se levantó, asumiendo el liderazgo. —El reglamento del concurso es claro: todos los participantes deben usar únicamente las bases almacenadas por la organización. Pretender cambiarla ahora es inaceptable.—Exacto, señorita López, eso sería un trato injusto que nos pondría en desventaja a los demás. —algunos participantes, manipulados por Lucas, empezaron a protestar.Adriana miró con calma a Lucas, que se veía claramente alterado, y respondió:—Señor Blanco, no se preocupe. Me refiero a la segunda muestra de respaldo almacenada por la organización, no a una que yo haya traído.En ese momento, el presidente de la Asociación
Los espectadores del concurso de perfumería seguían comentando en el chat en vivo:—¡La señorita Adriana se está robando el show!—¡Una combinación perfecta de talento y belleza!—Ok. —José sonrió ampliamente. Estas personas solo conocían una pequeña parte del encanto de Adriana.—¿Señor? —Rafael le habló con cautela, alzando gradualmente la voz hasta darse cuenta de que el presidente estaba viendo la transmisión en vivo del concurso de perfumería.José por fin dejó de mirar la pantalla como si estuviera hipnotizado y lo miró, molesto.—Estos documentos necesitan su firma. —dijo Rafael.—Llévalos al auto, los firmaré allí. —respondió José.Apagó la transmisión, se levantó, ajustó el dobladillo de su traje y ordenó:—Volvamos a Costa Sol.—Señor, esta noche tiene una reunión importante… —murmuró Rafael.—Cancelada.—¡Entendido! —Rafael salió apresuradamente para indicarle al conductor que prepare el auto.Las ganas del presidente de ir personalmente a recoger a su esposa era evidente.M
Adriana se volteó para mirar a Lucas con una sonrisa irónica:—Señor Lucas, no me extraña que su puntuación sea tan baja. Parece que ha estado más concentrado en lo que yo hacía que en su propio trabajo.Lucas suspiró y respondió, molesto:—¡No cambie el tema!Se volteó hacia la mesa de los jueces y dijo:—Señores jueces, todos aquí somos profesionales. Si no me creen, pueden revisar las grabaciones de la competencia.—¿De qué error está hablando exactamente? —preguntó el presidente de la asociación, desconcertado.—¡Adriana invirtió los dos últimos pasos del proceso de creación! —exclamó Lucas con seguridad.—Cualquiera en esta industria sabe que esos pasos tienen un orden básico. Si ni siquiera entiende lo más elemental, ¿cómo es posible que obtenga una puntuación tan alta?El presidente de la asociación intercambió su opinión con los demás jueces y finalmente decidieron revisar las grabaciones.En la pantalla principal se reprodujo el proceso de creación de Adriana, adelantándose ha
—¡Don Lorenzo! —exclamaron varios asistentes.Los periodistas presentes enfocaron sus cámaras hacia la dirección de la voz, y finalmente, el presidente honorario vitalicio de la asociación, don Lorenzo Ignacio, apareció en escena. Iba acompañado de dos jóvenes asistentes y caminaba con paso firme.Los diez jueces en la mesa se levantaron con prisa, despejando el camino para que Don Lorenzo tomara asiento en el lugar central que había quedado vacío.—Don Lorenzo, qué alivio que haya llegado. Pensé que no vendría… —dijo el presidente de la asociación, sintiendo que un gran peso se le quitaba de encima.—¿Cómo? ¿Crees que no cumplo con lo que prometo? —Don Lorenzo lo miró, sintiéndose irrespetado.—No, no, claro que no, usted siempre cumple su palabra. —El presidente de la asociación perdió toda autoridad frente a él.Don Lorenzo dirigió su mirada hacia Adriana, ella le devolvió una sonrisa cortés y asintió ligeramente. Sus ojos se iluminaron al verla. Estaba decepcionado, seguro ella ya