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En la mansión Ford. Sabrina se veía muy nerviosa, y Evana solo la miraba sosteniendo la prueba de embarazo que había comprado una empleada. —¿Lo harás? Sabrina la miró con desasosiego. —Tengo mucho miedo, Evana. —Eres adulta, Sabrina, eres fuerte, y no estás sola. —Sí que lo estoy, me siento a veces una extraña aquí. —Oye, no digas eso, me tienes a mí. La mujer sonrió ante sus palabras, tomó la prueba de embarazo, y fue hasta el cuarto de baño. Evana se mantuvo sentada en una silla, pensaba en él, en Marcus Ford, recordó los chismes de las mujeres, pero no podía dejar de pensarlo. «No, Marcus no es así, me ha demostrado que no es así que é es leal», pensó Sabrina, tenía la mano temblorosa, abrió la puerta del baño y salió, miró a Evana a los ojos. Ella tomó la prueba, esperaron unos minutos, mientras Sabrina iba de un lado a otro. —¿Quieres que lo veamos ya? Sabrina asintió muy despacio. Cuando Evana sacó la prueba de la caja, miró por fin el resultado, sus ojos se abrie
Marcus terminó de escuchar al último socio, estaba molesto. —Pueden decir lo que sea, esto no es a votación, soy el presidente y mi decisión se avala, así que, comiencen a trabajar con mi estrategia, punto final. Marcus salió de la junta, Pilar se acercó a él. —Estoy harto, quiero ir a casa, ¿Mi teléfono? —Llamo su esposa, pero me colgó, se escuchaba extraña. Marcus la miró con duda, de pronto se quedó parado, como asustado. —¡Por Dios! ¡¿Qué m*****a hora es?! —exclamó Marcus desesperado —Son las cuatro y media, señor. ¿Sucede algo? —¡Mi esposa me esperaba a comer! Debe estar furiosa, me va a matar, debo irme. —Pero… señor… Pilar solo lo vio irse muy rápido, sin detenerse, ella se quedó perpleja «La ama tanto que incluso le preocupa si se enoja con él. Él, Marcus Ford, el poderoso hombre de negocios y dinero teme y se angustia por su esposa, ¡Él la ama, como quisiera que me amara a mí!», pensó con un gesto de dolor. Evana había tomado un taxi, y la llevó a ese lugar, en ese
Ella talló sus manos, estaba nerviosa —Necesitaba aire, quise salir a caminar. Él la miró con ojos pequeños, expectantes —¿Y no pudiste avisar a donde ibas? ¿O si quiera llevar compañía? Pudo haberte pasado algo. —Pero, nada pasó —dijo con franqueza Él la miró severo —¿Qué sucede ahora, Evana? No digas que nada, no te creo. Ella recordó todo. —¿Tantas horas caminaste, donde estuviste? —exclamó con intriga—. ¿O con quien estuviste? Ella sintió temor, pensó en Álvaro, quiso decir toda la verdad, y tuvo miedo, ¿Cómo reaccionaría Marcus? —Caminé, ya te lo dije, solo quería aire. —No te creo —espetó con recelo —Pues no me importa, yo no sabía que vendrías temprano, es que como siempre estás en la empresa, es que como no tienes tiempo para venir a casa ni a comer, a pesar de tu promesa, pues claro, y seguro que te sientes muy feliz ahí, y al lado de quien tanto te importa, —¿Y eso que rayos significa? —exclamó frustrado —Significa nada, no necesito nada, ¡Vete! Anda, vuelve a t
Evana admiraba el lugar, era un hermoso museo. —Te traje a un lugar aburrido, ¿Verdad? Ella negó ante su marido, tomó su mano, sonrió. —En realidad, me gusta este lugar, pero, sabes, me gusta más porque estás conmigo. —No creas que quiero estar lejos de ti, nunca, Evana, solo, el trabajo me consume, tampoco planeo ser un esposo al que no veas jamás, prometo que voy a arreglar mis tiempos para estar a tu lado. Evana sonrió, sus manos se colgaron a su cuello, estaban tan cerca, él besó sus labios con dulzura. Caminaron por el museo, y luego se sentaron a comer en el restaurante del lugar, bebieron un coctel, era un hermoso día. —¿Por qué piensas que entre Pilar y yo hay algo? Evana bajó la mirada, avergonzada. —Yo… lo siento, escuché rumores. Marcus rio de sus palabras. —¿De verdad? No, Evana, soy todo menos un infiel y traidor, no pienso en ninguna mujer, que no sea la mía, sé que, tienes muchas razones para desconfiar de mí, sé que han roto tu corazón, pero sé cuanto duele l
Al llegar a casa, escucharon esos gritos, Marcus se apuró a entrar, pronto vio a su madre Fátima peleando con Sabrina, la gritaba e insultaba de forma despiadada. —¡Basta, madre! No permitiré que humilles a mi hermana, detente. —¡¿Cómo te atreves, Marcus?! ¡Está zorra está embarazada de quien sabe quién! —¡Porque lo dijiste, Evana? Evana dio un paso atrás. —¡¿Qué?! ¡Yo no lo dije! —Fui yo —dijo Nicol—. Está zorra no merece ser una Ford. Evana dio una fuerte bofetada a Nicol, quien la miró estupefacta, tocándose la mejilla adolorida. Álvaro recién llegado, al lado de su abuelo, corrió a interponerse. —¡¿Por qué has pegado a mi mujer?! Marcus se puso ante él. —Porque tu esposa es estúpida, y ofende a tu tía Sabrina. —¿Tía? Esta bastarda no es nada mío. ¿Ahora que hizo? —¡No Hables así de mi hija! —sentenció Andrés—. ¡¿Qué está pasando aquí?! —Pasa que tu hijita de la cuál estás tan orgulloso, ¡Se embarazó! Los ojos de Andrés se abrieron enormes. Andrés miró a Sabrina, ell
Evana subió a la habitación, Marcus estaba arreglado para la cena, y la miró, frunció el ceño, confuso. —¿Qué sucede? —exclamó al verla tan intranquila —Pilar está abajo, dice que olvidaron revisar unos contratos. —¿Contratos? ¡Oh, rayos, lo olvidé! Sí, cariño, debo ir, no tardaré mucho, cariño, luego cenaré. —Te espero. Él sonrió con dulzura al escuchar las palabras de su esposa. —No, cena, mi amor, luego lo haré yo, no te malpases por mí. Ella le miró con tristeza —¿Qué pasa? —Pilar lleva consigo un collar muy lujoso, dicen que se lo regaló un novio rico… Él rio, adivinando sus palabras —¿En serio? ¿No me creerás de tal tontería? Oye hablando de eso, Evana… Evana… Él abrió su cajón y sacó estuche, ella lo miró con duda, cuando lo abrió se quedó boquiabierta —Solo es un colar que te compré, le pedí a Pilar que me ayudara a elegir, supongo que es mujer, y tenía buenos gustos, al final yo lo elegí, solo quería que te quedara bien. Él se levantó, ella sostuvo ese estuche co
La ambulancia llegó, Sabrina estaba muy asustada, lloraba. Su padre tomó su mano, la sostuvo, luego vio cuando se la llevaron al hospital, temió lo peor. Evana y Marcus tomaron un auto, fueron tras ella, seguidos del resto de la familia. Antes de ir al hospital, Sabrina detuvo a Stella. —¡Más te vale que ella no muera! O si no iré contra ti. —No olvides que lo hicimos juntas. Fátima la miró con rabia —¿De que hablas, mujer? No tengo una sola idea de lo que hablas, ¿Quién podría creer en ti? —exclamó Stella dio un paso atrás, impactada, ahora sabía que sería la palabra de Fátima contra la suya, y ella podría salir perdiendo. En el hospital. Al llegar, Sabrina fue llevada a urgencias, debían controlar el sangrado e intentar salvar al bebé. —Ella tiene poco tiempo de gestación, si logramos salvar el embarazo, será un milagro —dijo el doctor. Evana tomó la mano de Marcus, tenía mucho miedo. —No quiero que pierda a su bebé, sé lo difícil que es perder a un hijo, no quiero que e
—No es mi intención dañar a Sabrina, ni tampoco ofender al apellido Ford, señora Fátima, pero… —¡¿Qué ocurre aquí?! —exclamó Andrés, al entrar —¡Oh, querido! Debes escuchar esta horrible infamia. —Padre… —balbuceó Sabrina con lágrimas en los ojos. Andrés la vio tan débil y sintió dolor por ella. —¡Ya basta, Fátima! Doctor Grimm, ¿Qué hace aquí? ¡salgan ahora mismo! No ven que mi hija está delicada. Fátima y Jonathan tuvieron que salir de la habitación. Andrés acarició los cabellos de su hija. —Padre… no quiero perder a mi bebé perdóname por dañar tu apellido, no quise… El hombre siseó. —Tonterías, cariño, ¿Has escuchado que un bebé siempre es una bendición? Así es, cada humano en el mundo es una bendición, nadie puede dañar a un apellido, así que olvida las tonterías de Fátima, ella es una mujer tonta y superficial, no sé como pude estar tanto con ella, debes descansar, quiero que mi primer nieto nazca sano y fuerte. —Pero… no será tu primer nieto, Álvaro lo es… Andrés bajó