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Evana subió a la habitación, Marcus estaba arreglado para la cena, y la miró, frunció el ceño, confuso. —¿Qué sucede? —exclamó al verla tan intranquila —Pilar está abajo, dice que olvidaron revisar unos contratos. —¿Contratos? ¡Oh, rayos, lo olvidé! Sí, cariño, debo ir, no tardaré mucho, cariño, luego cenaré. —Te espero. Él sonrió con dulzura al escuchar las palabras de su esposa. —No, cena, mi amor, luego lo haré yo, no te malpases por mí. Ella le miró con tristeza —¿Qué pasa? —Pilar lleva consigo un collar muy lujoso, dicen que se lo regaló un novio rico… Él rio, adivinando sus palabras —¿En serio? ¿No me creerás de tal tontería? Oye hablando de eso, Evana… Evana… Él abrió su cajón y sacó estuche, ella lo miró con duda, cuando lo abrió se quedó boquiabierta —Solo es un colar que te compré, le pedí a Pilar que me ayudara a elegir, supongo que es mujer, y tenía buenos gustos, al final yo lo elegí, solo quería que te quedara bien. Él se levantó, ella sostuvo ese estuche co
La ambulancia llegó, Sabrina estaba muy asustada, lloraba. Su padre tomó su mano, la sostuvo, luego vio cuando se la llevaron al hospital, temió lo peor. Evana y Marcus tomaron un auto, fueron tras ella, seguidos del resto de la familia. Antes de ir al hospital, Sabrina detuvo a Stella. —¡Más te vale que ella no muera! O si no iré contra ti. —No olvides que lo hicimos juntas. Fátima la miró con rabia —¿De que hablas, mujer? No tengo una sola idea de lo que hablas, ¿Quién podría creer en ti? —exclamó Stella dio un paso atrás, impactada, ahora sabía que sería la palabra de Fátima contra la suya, y ella podría salir perdiendo. En el hospital. Al llegar, Sabrina fue llevada a urgencias, debían controlar el sangrado e intentar salvar al bebé. —Ella tiene poco tiempo de gestación, si logramos salvar el embarazo, será un milagro —dijo el doctor. Evana tomó la mano de Marcus, tenía mucho miedo. —No quiero que pierda a su bebé, sé lo difícil que es perder a un hijo, no quiero que e
—No es mi intención dañar a Sabrina, ni tampoco ofender al apellido Ford, señora Fátima, pero… —¡¿Qué ocurre aquí?! —exclamó Andrés, al entrar —¡Oh, querido! Debes escuchar esta horrible infamia. —Padre… —balbuceó Sabrina con lágrimas en los ojos. Andrés la vio tan débil y sintió dolor por ella. —¡Ya basta, Fátima! Doctor Grimm, ¿Qué hace aquí? ¡salgan ahora mismo! No ven que mi hija está delicada. Fátima y Jonathan tuvieron que salir de la habitación. Andrés acarició los cabellos de su hija. —Padre… no quiero perder a mi bebé perdóname por dañar tu apellido, no quise… El hombre siseó. —Tonterías, cariño, ¿Has escuchado que un bebé siempre es una bendición? Así es, cada humano en el mundo es una bendición, nadie puede dañar a un apellido, así que olvida las tonterías de Fátima, ella es una mujer tonta y superficial, no sé como pude estar tanto con ella, debes descansar, quiero que mi primer nieto nazca sano y fuerte. —Pero… no será tu primer nieto, Álvaro lo es… Andrés bajó
Un mes despues. Sabrina mejoró su salud con rapidez, Jonathan solía visitar muy a menudo, pero no hablaban mucho, él se iba pronto, preguntaba por como se sentía, pro su bebé, pero nada más. Ella comenzó a acostumbrarse a eso, Fátima planeó todo para la boda, quería casarlos lo más rápido posible, para evitar más habladurías. Evana miraba a Sabrina por el espejo, observaba su vestido de novia. —¿Estás segura de que es lo que quieres? —Tú has sido feliz con Marcus, a pesar de como se dio todo, ¿Verdad? Tal vez tenga suerte, y me pase lo mismo. Evana bajó la mirada, no sabía como explicar que ella no sentía que era lo mismo, pero quiso no perder la fe por Sabrina —Bueno, puede ser, yo solo quiero que seas muy feliz, Sabrina. Ella la abrazó. —teniéndote como mi cuñada, seguro lo seré, me darás consejos, me ayudarás, Evana, gracias por todo. —¿Estás lista, mujer? Es tarde, la ceremonia será pronto, habrá fotos, tienes que estar lista, ya mismo. Sabrina asintió, Fátima la miró, p
—Lo siento, yo… —dijo Pilar con voz apagada Evana negó, mirándola con profundo resentimiento —Pilar, ya demostraste lo que buscas, no podré confiar en ti, otra vez, no vuelvas a acercarte a mi marido, te guste o no, él me ama a mí, ante eso no puedes hacer nada, ¿Lo amas? La mujer la miró al borde del llanto —Lo amo con toda mi alma —dijo con seguridad, Evana sintió un escalofrío, sus palabras dolieron, ella quería ser la única mujer que amara a Marcus, sentía miedo de perderlo, de perder su felicidad otra vez. —Entonces, aléjate de él, porque él no te ama. —Eso debe decidirlo él. —¡Ya te lo dijo! Y yo te lo confirmo, él es mío y yo soy suya, tú no eres nadie en su vida, así que, aléjate, o te alejaré yo misma. Evana dio la vuelta dispuesta a irse —¿Tanto me teme? Evana escuchó su voz, y se detuvo, se giró y la miró de arriba abajo —¿Acaso te escuchas, Pilar? —Usted me trajo aquí, vistiendo ese abrigo para burlarse de mí, y lo hizo pasar como su glorificación, luego vino ha
Marcus salió al jardín, lucía desesperado, frustrado, su madre se acercó y tocó su hombro —¿Hijo? ¿Qué pasa? —Nada —dijo bebiendo una copa de vino —¿Problemas con Evana? Marcus no pudo decir nada. —¿Por qué no van de luna de miel? Marcus la miró con rareza —¿Qué dices? —Mira tú querida hermana me dejó estos pasajes a Noruega, yo que tan mala dicen que soy, compré boletos pagué todo para una luna de miel a Noruega para ella y su marido, mira como me pagó, no quisieron ir, que porque es un viaje largo, y ella podía enfermarse. —Bueno, comprende que Sabrina tuvo una amenaza de aborto peligrosa, pero… yo puedo aceptártelos, aunque la empresa. Fátima sonrió y tomó su mano —Hijo, si algo aprendimos tu padre y yo, es que, en la vida, la prioridad es la familia, si supieras todas las veces que tu padre y yo estuvimos a punto de sucumbir, por favor, no lo hagas tú, no ahora que por primera vez te veo enamorado. Él sonrió. —Está bien, iré de luna de miel, la empresa puede esperar po
Jonathan Grimm no podía dormir, daba vueltas por su cama de un lado a otro, desesperado, decidió levantarse. «¿Qué he hecho con mi vida? Me he casado con una mujer a la apenas conozco, y que ya espera un hijo mío ¿Un hijo? Sí, seré padre, pero, tengo miedo, no sé si podré ser un buen padre, y no como el que yo tuve, un borracho, que me lastimó tanto», pensó. Cuando pudo darse cuenta, Jonathan estaba en la habitación que ahora le pertenecía a Sabrina, admiró su figura dormida en aquella cama, sus cabellos oscuros y su piel blanca, lograban contrastar con lo más parecido a ser una Ford, que era el color azul de sus ojos, tan parecido al de su padre y al de su hermano, dormía casi sin hacer ruido. «Es una mujer bonita, pero, no la mujer que yo elegí», pensó Sin embargo, su mano acarició su rostro, se sintió extraño, su corazón latió rápido y una mezcla de ternura lo invadió. Se recostó del otro lado de la cama, de pronto, descubrió que se sentía muy bien estar ahí, a su lado, no se s
Cuando Jonathan despertó, Sabrina no estaba en la cama, se enderezó asustado. —¡¿Habrá escapado?! Minutos despues de decirlo, sus palabras le sonaron estúpidas, ¿Por qué ella se iría de su lado? Negó. Se levantó y fue a buscarla, al salir un olor delicioso a café recién hecho y dulce invadió su olfato, siguió el olor a la comida, y la encontró sirviendo la comida en la mesa. Ella sonrió al verlo. —Toma asiento, tengo tu comida lista. Él sonrió. —¡Qué locura! No suelo desayunar casi nunca. —Pero… por favor, come. Él asintió —Iré a arreglarme, vuelvo en unos segundos. Ella sonrió, esperanzada. Jonathan volvió tal cual lo prometió, tomó asiento y bebió aquel café, sus ojos se abrieron enormes, era incluso mejor que el café como que solía comprar en la cafetería cercana al hospital oncológico. —¿Quién te enseñó a hacer el café? —Mi madre, ella adoraba hacer café y cocinar. —Murió hace poco, ¿Verdad? —Ella tuvo un problema en el corazón, nunca pudo mejorar, pero fue inespera