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Un mes despues. Sabrina mejoró su salud con rapidez, Jonathan solía visitar muy a menudo, pero no hablaban mucho, él se iba pronto, preguntaba por como se sentía, pro su bebé, pero nada más. Ella comenzó a acostumbrarse a eso, Fátima planeó todo para la boda, quería casarlos lo más rápido posible, para evitar más habladurías. Evana miraba a Sabrina por el espejo, observaba su vestido de novia. —¿Estás segura de que es lo que quieres? —Tú has sido feliz con Marcus, a pesar de como se dio todo, ¿Verdad? Tal vez tenga suerte, y me pase lo mismo. Evana bajó la mirada, no sabía como explicar que ella no sentía que era lo mismo, pero quiso no perder la fe por Sabrina —Bueno, puede ser, yo solo quiero que seas muy feliz, Sabrina. Ella la abrazó. —teniéndote como mi cuñada, seguro lo seré, me darás consejos, me ayudarás, Evana, gracias por todo. —¿Estás lista, mujer? Es tarde, la ceremonia será pronto, habrá fotos, tienes que estar lista, ya mismo. Sabrina asintió, Fátima la miró, p
—Lo siento, yo… —dijo Pilar con voz apagada Evana negó, mirándola con profundo resentimiento —Pilar, ya demostraste lo que buscas, no podré confiar en ti, otra vez, no vuelvas a acercarte a mi marido, te guste o no, él me ama a mí, ante eso no puedes hacer nada, ¿Lo amas? La mujer la miró al borde del llanto —Lo amo con toda mi alma —dijo con seguridad, Evana sintió un escalofrío, sus palabras dolieron, ella quería ser la única mujer que amara a Marcus, sentía miedo de perderlo, de perder su felicidad otra vez. —Entonces, aléjate de él, porque él no te ama. —Eso debe decidirlo él. —¡Ya te lo dijo! Y yo te lo confirmo, él es mío y yo soy suya, tú no eres nadie en su vida, así que, aléjate, o te alejaré yo misma. Evana dio la vuelta dispuesta a irse —¿Tanto me teme? Evana escuchó su voz, y se detuvo, se giró y la miró de arriba abajo —¿Acaso te escuchas, Pilar? —Usted me trajo aquí, vistiendo ese abrigo para burlarse de mí, y lo hizo pasar como su glorificación, luego vino ha
Marcus salió al jardín, lucía desesperado, frustrado, su madre se acercó y tocó su hombro —¿Hijo? ¿Qué pasa? —Nada —dijo bebiendo una copa de vino —¿Problemas con Evana? Marcus no pudo decir nada. —¿Por qué no van de luna de miel? Marcus la miró con rareza —¿Qué dices? —Mira tú querida hermana me dejó estos pasajes a Noruega, yo que tan mala dicen que soy, compré boletos pagué todo para una luna de miel a Noruega para ella y su marido, mira como me pagó, no quisieron ir, que porque es un viaje largo, y ella podía enfermarse. —Bueno, comprende que Sabrina tuvo una amenaza de aborto peligrosa, pero… yo puedo aceptártelos, aunque la empresa. Fátima sonrió y tomó su mano —Hijo, si algo aprendimos tu padre y yo, es que, en la vida, la prioridad es la familia, si supieras todas las veces que tu padre y yo estuvimos a punto de sucumbir, por favor, no lo hagas tú, no ahora que por primera vez te veo enamorado. Él sonrió. —Está bien, iré de luna de miel, la empresa puede esperar po
Jonathan Grimm no podía dormir, daba vueltas por su cama de un lado a otro, desesperado, decidió levantarse. «¿Qué he hecho con mi vida? Me he casado con una mujer a la apenas conozco, y que ya espera un hijo mío ¿Un hijo? Sí, seré padre, pero, tengo miedo, no sé si podré ser un buen padre, y no como el que yo tuve, un borracho, que me lastimó tanto», pensó. Cuando pudo darse cuenta, Jonathan estaba en la habitación que ahora le pertenecía a Sabrina, admiró su figura dormida en aquella cama, sus cabellos oscuros y su piel blanca, lograban contrastar con lo más parecido a ser una Ford, que era el color azul de sus ojos, tan parecido al de su padre y al de su hermano, dormía casi sin hacer ruido. «Es una mujer bonita, pero, no la mujer que yo elegí», pensó Sin embargo, su mano acarició su rostro, se sintió extraño, su corazón latió rápido y una mezcla de ternura lo invadió. Se recostó del otro lado de la cama, de pronto, descubrió que se sentía muy bien estar ahí, a su lado, no se s
Cuando Jonathan despertó, Sabrina no estaba en la cama, se enderezó asustado. —¡¿Habrá escapado?! Minutos despues de decirlo, sus palabras le sonaron estúpidas, ¿Por qué ella se iría de su lado? Negó. Se levantó y fue a buscarla, al salir un olor delicioso a café recién hecho y dulce invadió su olfato, siguió el olor a la comida, y la encontró sirviendo la comida en la mesa. Ella sonrió al verlo. —Toma asiento, tengo tu comida lista. Él sonrió. —¡Qué locura! No suelo desayunar casi nunca. —Pero… por favor, come. Él asintió —Iré a arreglarme, vuelvo en unos segundos. Ella sonrió, esperanzada. Jonathan volvió tal cual lo prometió, tomó asiento y bebió aquel café, sus ojos se abrieron enormes, era incluso mejor que el café como que solía comprar en la cafetería cercana al hospital oncológico. —¿Quién te enseñó a hacer el café? —Mi madre, ella adoraba hacer café y cocinar. —Murió hace poco, ¿Verdad? —Ella tuvo un problema en el corazón, nunca pudo mejorar, pero fue inespera
—¡Marcus! ¿Dónde estás? —exclamó Evana —Estoy aquí, mi amor, ¿Estás bien? —exclamó Marcus con voz temblorosa —Sí, ¿Y tú? —Estoy bien, resiste, mi amor, no dejaré que nadie te lastime. Ellos no podían ver que estaban atados en una silla, uno tras el otro. —¡Tengo miedo, Marcus! Pero, si estoy contigo, nada me importa. —No, mi amor, nada malo nos pasará, confía en mí. Marcus sentía que su corazón latía muy fuerte, nunca sintió esa clase de miedo, y ahora se sentía como un tonto que había arriesgado a su mujer. Los hombres estaban afuera de esa casa en medio de la carretera, llamaron por teléfono. —¡No nos ha depositado el resto del dinero, señor Ford! Ya cumplimos, ¡le enviamos las fotografías, donde su tío y su esposa han sido secuestrados! —Quiero una cosa más. —En eso no quedamos. —No quedaste tú, pero yo sí, quiero que mates a Marcus Ford. —¿Qué? Mire, si quiere eso, es más dinero, usted se ha vuelto difícil, si quiere que haga el trabajo, deberá pagarme el triple de lo
Evana abrió los ojos, sintió que despertaba de un sueño profundo, pero luego recordó la pesadilla, se irguió asustada. —¡Marcus! —gritó con desespero. EL hombre salió del cuarto de baño y corrió hacia ella. —Calma, estoy aquí —dijo el hombre con voz dulce, acercándose a ella Ella se abrazó a él con fuerzas, encajó sus uñas a su piel y él la detuvo. —¡¿Qué haces?! —No quiero estar soñando —dijo sintiendo el dolor en su piel. ÉL acarició su rostro, la miró con ternura, odiaba verla sufrir, más por culpa de Álvaro. —No es un sueño, mi amor, estamos vivos, está todo bien, fuimos rescatados, pero, no he podido comunicarme con nuestra familia, está bien, esperemos un poco. Él la abrazó a su cuerpo. —Ven, vamos a darnos un baño caliente, hace frío. Ella asintió, solo lo siguió. Se quitó la ropa y él también, se metieron en la tina, el agua era caliente, ella se sentó. —Me siento muy cansada. Él la abrazo, sentándola en su regazo, la abrazó a su pecho. —Lo sé, prometo que nunc
Sabrina se alejó por un pasillo y llegó hasta el salón de recepción, sintió que no podía más, y rompió en llanto, cubriendo su rostro con sus manos. Cuando el señor Swift la vio llorar, sintió pena por ella, y se acercó tan rápido como pudo, la abrazó. —Señorita Ford, por favor no llore, no quiero verla llorar, escúcheme, hay un secreto que debe saber. Ella le miró con duda, mientras la mirada dulce del señor Swift se calvaba en Sabrina —¿Qué pasa? —Me acaban de avisar, su hermano no está muerto. —¡¿Qué?! ¡debemos decirlo! —dijo sonriendo entre sus lágrimas —¡No! Su hermano no quiere eso, él tiene un plan mejor, presiente que hay un culpable en todo esto. —¿Un culpable? —exclamó Sabrina—. Dice… que fue mi sobrino… Swift asintió. Sabrina cubrió su boca con su mano, asustada. —No se angustie, su hermano Marcus es muy fuerte, ahora usted debe serlo, su hermano dará un buen golpe en el momento necesario. —Pero, padre y Fátima sufren. —Confié. Ella sonrió, asintió y él volvió