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Sabrina se alejó por un pasillo y llegó hasta el salón de recepción, sintió que no podía más, y rompió en llanto, cubriendo su rostro con sus manos. Cuando el señor Swift la vio llorar, sintió pena por ella, y se acercó tan rápido como pudo, la abrazó. —Señorita Ford, por favor no llore, no quiero verla llorar, escúcheme, hay un secreto que debe saber. Ella le miró con duda, mientras la mirada dulce del señor Swift se calvaba en Sabrina —¿Qué pasa? —Me acaban de avisar, su hermano no está muerto. —¡¿Qué?! ¡debemos decirlo! —dijo sonriendo entre sus lágrimas —¡No! Su hermano no quiere eso, él tiene un plan mejor, presiente que hay un culpable en todo esto. —¿Un culpable? —exclamó Sabrina—. Dice… que fue mi sobrino… Swift asintió. Sabrina cubrió su boca con su mano, asustada. —No se angustie, su hermano Marcus es muy fuerte, ahora usted debe serlo, su hermano dará un buen golpe en el momento necesario. —Pero, padre y Fátima sufren. —Confié. Ella sonrió, asintió y él volvió
Evana abrió los ojos asustada, pero sintió esas manos que la abrazaban de nuevo. —Solo fue una pesadilla, amor, estoy aquí. Ella sonrió, se abrazó a su pecho. —¿De Verdad crees que fue él quien lo hizo? ¿Por qué es tan malo? ¿Acaso no tiene lo que quiere? —ÉL quiere todo, Evana, quiere dinero, todo el poder, y quizas también a ti, pero será mejor que Álvaro se prepare, ha comenzado una guerra, no lo dejaré ganar, no si eso significa perderte. —Promete que no devolverás el mal con el mal, promete que estarás a salvo a mi lado, tengo miedo, Marcus, nunca temí tanto de Álvaro como ahora. Él la abrazó. —Te prometo que estaré a salvo para ti, te prometo que Álvaro algún día, dejará de ser nuestro problema. Ella se recargó en su pecho, sintió lo latidos de su corazón que la calmaron. Mansión Ford. —Mi querido tío Marcus, siempre fue un buen hombre, inteligente, poderoso, pero, todo se acaba y hoy nos toca darle el último adiós. Estamos tristes por su deceso, pero debemos seguir ade
—¡Evana! —exclamó Stella con terror al mirarla ante ella Nicolas se acercó a ella, la miró con ojos enormes —¿¡Acaso es una pesadilla?! —gritó muy desesperada Evana sonrió con algo de burla, le dio un pellizco a su brazo y la joven se quejó amargo al sentir ese dolor. —¿Sientes dolor, querida? Bueno, esta es la realidad, no sueñas, estoy viva, más viva que nunca, y eso es tu peor castigo. —¡¿Cómo es posible?! —¿Cómo es posible que sobreviví a la muerte que planeó tu hijo por segunda vez para mí? Es que Dios no les da alas a las víboras, Stella, aquí estoy ante ti, estoy viva, pero te aseguro que devolveré el golpe, tal parece que no me conoces, querida cuñada. —¡No te atrevas a meter a mi hijo en tus porquerías, Evana! —sentenció Stella Evana sonrió con burla ante la mujer. —No solo lo voy a meter, Stella, lo hundiré —dijo Evana con rabia. La mujer se acercó a ella, como una bestia salvaje, intentó pegarle, pero Evana sostuvo su mano con firmeza. —Cuidado, Stella, antes me h
—¡Abuelo, no puedes hacerme esto! Soy tu nieto. Andrés bajó la mirada —¡Solo vete! —exclamó con fuerza y rabia. Llamaron a la puerta y un guardia entró Marcus sonrió al ver que su sobrino por fin recibía su buen merecido, luego del daño que les había causado. —Escolten a este hombre hasta la salida de la empresa —exigió Marcus Álvaro sintió que lo tomaban con fuerza del brazo y era sacado, gritó, berreó y pataleó, mas nada pudo hacer, al final fue echado del lugar. Pilar abrió ojos enormes al darse cuenta de lo que ocurría, fue hasta la sala de juntas y cuando vio ahí a Marcus Ford, casi se desmaya —¿Estás bien, Pilar? —¡Marcus, estás vivo! Marcus… —ella se abalanzó a sus brazos, sollozando como una niña Marcus se sintió incómodo y Andrés los miró con extrañeza. Él tenía un objetivo claro, y era despedir a Pilar, luego de confesarle su amor, Marcus tenía claro que ella no podía seguir a su lado, y que generara algún problema con Evana. Mansión Ford. Sabrina se despidió
—¡Sabrina, espera! —gritó Jonathan Grimm al ver que la mujer se iba de su alcance. Ella se alejaba a toda prisa, una lluvia comenzó a caer, se sentía perdida, solo quería ir a casa, hasta que se detuvo. «¡Ni siquiera tengo una casa, ningún hogar en el mundo, mamá ya no está, y mi padre, aunque me ame, tiene a Fátima, esa mujer nunca me dejará volver!», pensó con tristeza. La lluvia fría la empapaba. —¡Sabrina! Escuchó la voz de ese hombre, pero no quería verlo, estaba de espaldas, sintiendo como su corazón se empequeñecía, él intentó tocarla, y ella se deshizo del agarre, recordó cuando lo vio con esa mujer, era como una herida ardiendo en su interior. —¡¿Qué es lo que quieres?! ¡déjame en paz! Vuelve con tu amante, vuelve a tu momento de placer, no regresaré hasta que hayas terminado, ándale, vuelve con ella. —Basta —dijo él mirándola con estupor—. Escúchame, por favor. —No quiero escucharte nada. —¿Por qué te pones así? Sabes perfecto que estamos casados solo por el bebé. E
—¡¿Qué has dicho?! —exclamó Marcus —¡Es mentira, abuela! —gritó Álvaro desesperado Fátima miró a su esposo con absoluta decepción —Juraste nunca decir nada, Andrés. —Lo sé, pero, si la vida de mi hijo está en riesgo, no me importa romper la promesa —dijo Andrés Fátima negó, una lágrima corrió por su mejilla, sintió dolor que su esposo dijera la verdad, que ella no quería que nadie supiera. —Entonces, es cierto, Ismael no es tu hijo… —dijo Marcus con la voz muy apagada —No lo es, pero lo amé como tal, y a ti también Álvaro, incluso ahora te amo, pero, tu maldad me ha sobrepasado, no ha forma de salvarte, más que haciendo esto, echándote de mi lado, para que te hagas hombre. —Te odio, juro que te arrepentirás de esto. Álvaro subió la escalera, Nicol y Stella lo siguieron de inmediato. —Álvaro no es malo, él no pudo hacer nada de lo que lo acusan, debe ser un error. Marcus la miró con dolor. —Es verdad, me creas o no, madre, lo que no puedo creer es… ¿Engañaste a papá? —No vo
Al día siguiente. Cuando Sabrina abrió los ojos, vio a Jonathan a su lado, en la misma cama. «Debió quedarse aquí a velar mi sueño, por no debo confundir esto como si él sintiera algo más por mí, todo lo hace por su bebé, sí, es solo por su hijo, él ama a su hijo, pero no a mí», pensó y acarició delicadamente su rostro, pero al pensar que pudiera despertar decidió alejarse, cuánto antes. Ella se levantó, fue a darse un baño y se cambió de ropa, él abrió los ojos, no la encontró ahí, se levantó apurado, tuvo un temor que quería callar, que huyera de su lado, sin embargo, la encontró saliendo del cuarto de baño, ya vestida. —¿A dónde vas? —exclamó y tocó su rostro, quería saber si tenía fiebre, ella estaba fresca, pero dio un paso atrás, rechazando su cercanía. Eso dolió en el corazón del hombre, ninguna mujer antes lo rechazo, no de una forma tan clara, eso no le gustó. —Estoy bien, quiero visitar a mi padre, a mi hermano. —Te llevaré. Ella no se negó, no tenía su auto, así que
Evana lanzó la prueba al cesto de basura, limpió sus lágrimas, respiró profundo. «Pronto sé que tendré un bebé, pronto será el día, no debo entristecerme», pensó. Empresa Ford. La mayoría de los empleados estaban muy felices de ver a Marcus Ford de vuelta, excepto por los tres socios aliados de Álvaro, pero a Marcus poco le importaba. Estaba por entrar al despacho, cuando sintió el abrazo de Pilar, fue inútil resistirse porque la mujer se abrazó a él como si fuera un salvavidas, aferrándose con fuerzas. Fue una situación incómoda, todos pudieron verlo. Él se alejó un poco. —Controla tu frenesí, Pilar, estoy bien, gracias por alegrarte. —¡Es que estaba tan triste! Sentí que me volvería loca. Él la miró con incredulidad, el señor Swift lo miró, luego Marcus solo sonrió y entró en la oficina, seguido por Swift. —¿Ves ahora a lo que me refería sobre Pilar? —Sí, señor Ford, ahora puedo verlo, no la despedí antes, porque sucedieron tantas cosas. —Lo sé, me encargaré yo mismo, le