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Al día siguiente. Cuando Sabrina abrió los ojos, vio a Jonathan a su lado, en la misma cama. «Debió quedarse aquí a velar mi sueño, por no debo confundir esto como si él sintiera algo más por mí, todo lo hace por su bebé, sí, es solo por su hijo, él ama a su hijo, pero no a mí», pensó y acarició delicadamente su rostro, pero al pensar que pudiera despertar decidió alejarse, cuánto antes. Ella se levantó, fue a darse un baño y se cambió de ropa, él abrió los ojos, no la encontró ahí, se levantó apurado, tuvo un temor que quería callar, que huyera de su lado, sin embargo, la encontró saliendo del cuarto de baño, ya vestida. —¿A dónde vas? —exclamó y tocó su rostro, quería saber si tenía fiebre, ella estaba fresca, pero dio un paso atrás, rechazando su cercanía. Eso dolió en el corazón del hombre, ninguna mujer antes lo rechazo, no de una forma tan clara, eso no le gustó. —Estoy bien, quiero visitar a mi padre, a mi hermano. —Te llevaré. Ella no se negó, no tenía su auto, así que
Evana lanzó la prueba al cesto de basura, limpió sus lágrimas, respiró profundo. «Pronto sé que tendré un bebé, pronto será el día, no debo entristecerme», pensó. Empresa Ford. La mayoría de los empleados estaban muy felices de ver a Marcus Ford de vuelta, excepto por los tres socios aliados de Álvaro, pero a Marcus poco le importaba. Estaba por entrar al despacho, cuando sintió el abrazo de Pilar, fue inútil resistirse porque la mujer se abrazó a él como si fuera un salvavidas, aferrándose con fuerzas. Fue una situación incómoda, todos pudieron verlo. Él se alejó un poco. —Controla tu frenesí, Pilar, estoy bien, gracias por alegrarte. —¡Es que estaba tan triste! Sentí que me volvería loca. Él la miró con incredulidad, el señor Swift lo miró, luego Marcus solo sonrió y entró en la oficina, seguido por Swift. —¿Ves ahora a lo que me refería sobre Pilar? —Sí, señor Ford, ahora puedo verlo, no la despedí antes, porque sucedieron tantas cosas. —Lo sé, me encargaré yo mismo, le
—¡Maldita loca Pilar! Evana, ¡Juro que yo no hice algo así! Solo la despedí, le expliqué los motivos, debes creerme —dijo Marcus desesperado y furioso —¿Qué motivos? —exclamó Evana —El día de la boda, no te lo dije, pero… ella… —Te besó y te dijo que te amaba —dijo ella Marcus la miró con desconcierto, sin entender porque lo sabía todo. —¿Cómo lo sabes? —Lo siento, Marcus, lo vi y escuché todo, luego, olvidé decírtelo, pero, tuve un enfrentamiento con Pilar, me dijo que te amaba, que iba a luchar por ti, fui bastante cruel con ella, pensé que entendería, nunca imaginé que se vengaría de ti, amor, lo siento —dijo Evana pensando que ella tuvo que ver en el loco actuar de Pilar. —No es tu culpa, cariño, es solo culpa de ella misma, es una mala persona, al final, cuando alguien tiene el mal dentro de sí, terminará emergiendo, no importa cuánto intente cambiar. —¿Qué vamos a hacer? Esto te va a perjudicar muchísimo —dijo Evana con angustia. Marcus asintió. —Lo sé, pero, saldré ade
Marcus daba vueltas por el jardín, se sentía tan fastidiado, recordaba las palabras de su madre, su golpe, sentía rabia. Pensó en lo que le dijo Evana, decidió poner manos a la obra. Tomó su teléfono y llamó, o tardó ni dos sonidos, cuando la mujer respondió, su voz parecía ansiosa —¿Qué es lo que quiere? Supongo que, va a maldecirme y a odiarme. —Dijiste cosas horribles sobre mí, ¿Qué puedo pensar al respecto, Pilar, ¿Qué puedo decirte? —Lo acusé porque es verdad, usted me hizo daño, abusó de su poder, lo usó contra mí, soy una víctima suya, no quiera juzgarme, no revictimizarme. Marcus sonrió, la mujer parecía estar jugando un juego, una doble cara, como si pensara que él pudiera grabar la llamada, estaba muy a la defensiva, Marcus supo que mientras ella tuviera esa postura, no iba a poder obtener lo que quería, debía suavizarla, recordó las palabras de Evana, una mujer despechada puede ser el peor enemigo de un hombre, pero una mujer enamorada daría el mundo por él. —No quier
Pilar subió a su auto, condujo a toda prisa, alejándose del lugar. Marcus estaba feliz, llamó a Evana y le contó todo. —Estaré ahí en poco tiempo, amor, celebraremos. Ella colgó la llamada, lo esperaba con ansias. Álvaro estaba enfurecido, miró a su madre. —¡No debiste dejarle ir de casa! Lo arruinaste. —Hijo, no pude retenerla. Álvaro no soportaba siquiera verla. Se alejó e hizo una llamada. —¿Cuándo me dará el dinero para comprar las acciones? —Espera un poco, nieto querido, no quieras correr, cuando apenas puedes gatear, pronto comprarás esas acciones, volverás a la empresa como el caballo de troya, directo a destruirla —dijo el hombre Álvaro colgó la llamada. Evana bajó la escalera, encontró a Fátima ahí, recibió llamadas al respecto del caso de Marcus, y miró el video donde se probaba la inocencia de su hijo. Colgó la llamada, estaba tan petrificada. —¡Mi hijo es inocente! Evana le miró con desdén —Eso es obvio, Marcus siempre ha sido inocente, él es el mejor de lo
Sabrina caminaba por los pasillos buscando a Jonathan, cuando lo encontró en una esquina, platicando con un colega, ella pudo escuchar con claridad lo que hablaban, sin tener que esforzarse, esperaba que guardaran silencio para acercarse a él. —¿Y qué tal va el matrimonio, amigo? —exclamó su colega —Bueno, ahí va —dijo intentando olvidar el tema, pero fue inútil, su colega siguió en lo mismo. —Debe ser muy difícil. —¿Por qué lo dices? —preguntó Jonathan sin entender porque lo sabía, sin que él dijera algo. —Bueno, el estar casado con Sabrina Ford, cuando me dijiste que te sentías locamente atraído por Evana Ford, la esposa de tu cuñado, debe ser difícil para ti, verla todo el tiempo y contener tu atracción. Sabrina se quedó perpleja, sintió un dolor grande que aplastaba su pecho, se alejó tan rápido como pudo y temblorosa, sin seguir escuchando. —Eso es el pasado, al principio claro que me sentí atraído por Evana Ford, ella es una mujer muy bella, pero eso es un error, ahora sol
Cuando Sabrina y Jonathan llegaron a casa, ella estaba tan seria que él temió de hablarle, miró su rostro con duda. —¿Estás molesta? Sabrina miró su rostro, negó. —Debo ir a dormir. El teléfono de Jonathan resonó. —Hola —respondió—. ¿Qué dices? ¿Cómo está? Es que… no se si pueda ir, mi esposa está enferma… está bien. Jonathan colgó la llamada, pero Sabrina pudo ver su rostro, parecía angustiado. —¿Pasa algo malo? Jonathan hundió la mirada, luego la miró —Es mi padre, él se enfermó, está grave, parece que le han detectado cáncer de estómago, era mi tía, quiere que vaya a verlo, pero, ahora no es un buen momento. Sabrina se quedó perpleja. —¡Claro que es un buen momento! Es tu padre, ¡Él te necesita! Sé que tal vez no tengas la mejor relación, pero es tu padre, debes ir a verlo. —Tal vez debería, pero, tú estás aquí, y no quiero descuidarte, ni tampoco a la salud de nuestro hijo. Ella se quedó perpleja. —¿Y si te acompañó? Él se sorprendió. —¿De verdad? Sabrina asintió.
Al día siguiente, Sabrina despertó y Jonathan no estaba en la alcoba, Salió, olió a café y dulce. Volvió a la habitación, se apuró a darse un baño y alistarse. Cuando bajó él le indicó que el desayuno estaba listo. —Gracias por prepararlo. Él sonrió, ella recordó lo que escucho decir, y se puso nerviosa. Luego de desayunar, fueron hasta la casa de su padre. Al bajar, Jonathan tuvo nostalgia, recordar su infancia triste en esa casa. Tocó la puerta, pronto abrieron, observó a su tía, que con rapidez lo abrazó. —¡Querido hijo, bienvenido a casa! —exclamó al verlo —Hola, tía Lyla. Te presento a mi esposa Sabrina. —¿Tu esposa? ¿Te casaste? —exclamó la tía mirando a la chica de arriba abajo—. —¿Te cásate, Jonathan?! —exclamó una voz que provenía del fondo de la habitación Jonathan la miró incrédulo, era su exnovia Margot ante sus ojos. Presentó a las mujeres con algo de frialdad. —Sabrina, ella es una amiga de la familia, se llama Margot Cruz, Margot, ella es mi esposa y futura