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Sabrina se despidió de su hermano y se fue con Jonathan, estaban felices de saber que ahora Jonathan estaba mejor. Cuando Bennett entró a la habitaicon, Brianda estaba durmiendo, estaba sola. Ella abrió los ojos, Bennett mirò las vendas en sus muñecas que indicaban que se había intentado quitar la vida. La mujer intentó enderezar su postura, pero él no la dejó. —Por favor, descansa —dijo al verla tan endeble Ella lo mirò con ojos llorosos, suplicantes. —¡No me dejes, Bennett! Quédate conmigo, te necesito, si te vas, me mataré, ¡no soporto la idea de estar sin ti! —exclamó —Por favor, Bri, no lo hagas así, no puedes obligarme a esto, ni dañarte más, entiende, no quería lastimarte, de verdad, por favor, no vuelvas a lastimarte. —Solo si te quedas conmigo no lo harè, pero, si me dejas, entonces, juro que me mataré, porque te amo, sin ti ya no quiero vivir. Bennett se quedó perplejo, ella no dejaba de llorar. Briseida entró y los mirò. —¿Estás feliz, Bennett Ford? Mira cómo está
Evana y Marcus llegaron a casa, él subió a la alcoba estaba cansado, quería dormir. Margaret se acercò a Evana. —¿Cómo está la chica? ¿Está bien? —exclamó Margaret angustiada. —Ella está bien. Tomaron asiento. —¿Y qué pasó con Bennett? —Él está bien, pero dijo que tenía cosas que hacer, escúchame, Margaret, él dijo algo que me sorprendió. Margaret mirò con duda a Evana. —Le dijo a Brianda que no la ama, que él solo te ama a ti. Margaret se quedó perpleja, por dentro, sintió como si su corazón explotara en sensaciones, pero no fue capaz de decir nada. —Yo… no sé si pueda perdonar a Bennett. Evana sufrió con sus palabras. —Supongo que mi hijo te hizo mucho daño. —Bennett no creyó cuando le dije que estaba embarazada, fui a la empresa a pedirle perdón, a suplicarle que no dejara morir nuestro amor, pero él incluso dijo que mi hijo no era suyo, eso me destrozó, no sé si pueda perdonarlo, Evana. Evana tomó su mano, le dolió sus palabras, pero podía entenderla. —No te pido que
Al llegar al hospital, Natalia fue llevada a la sala de emergencias, ella estaba muy asustada, todo lo que atinó a decir fue que llamaran a su madre. Quería ver a mamá y a papá, estaba asustada, mientras esperaba en una habitación, recostada. Sabrina sentía mucha ansiedad, angustiada por Natalia, llamó a Evana que igual se asustó y luego llamó a Andrés, quien le dijo que saldría para allá de inmediato. Evana no tardó en llegar, estaba asustada, Evangelyn fue con ella. —¿Cómo está mi hija? —Están atendiéndola, no me han dado noticia —exclamó Sabrina desesperada. El doctor apareció poco después. —¿Cómo está mi hija? —Ella tuvo un sangrado, están revisándola, queremos saber si es un sangrado provocado por el desprendimiento del tapón mucoso, o si es algo más grave, vamos a esperar, y en cuanto la ginecóloga salga, lo sabremos, también le hicimos unos análisis de sangre queremos revisar como está. Evana asintió, estaba desesperada, pero no tenía más remedio que obedecer. Marcus
Los enfermeros llegaron a socorrer a Sabrina, estaban asustados por ella. Jonathan fue tras ella, pero pidió que se quedaran a apoyar a Andrés y a Natalia y que lo mantuvieran informado, mientras él estaría al pendiente de su esposa. Jonathan tenía miedo, nunca vio a su esposa tan frágil, Sabrina solía ser una mujer fuerte de salud, ahora se veía tan débil ante su mirada. La doctora revisó su presión arterial, encontrándola muy elevada. —Haremos análisis de inmediato —señaló a la enfermera. Jonathan estaba ahí, en una habitación de la sala de emergencias con su esposa, aunque aún la doctora no pensaba si ocurría algo grave, revisó a la mujer, y algo en sus signos vitales no le gustó del todo. —¿puedo permanecer con ella? —Sì, harán unos análisis, y permanecerá aquí hasta que nos quede claro su estado de salud. Jonathan asintió. Los doctores anunciaron a Evana y a Marcus que ya iba a comenzar la cesárea de Natalia, Andrés estaba nervioso, preguntaba por su madre, pero no le dij
—¿Quién prepara sus alimentos? —exclamó el policía Sabrina abrió ojos enormes, y mirò a Jonathan, él se puso pálido. —¡Oh, Dios mío! —¿Sabe algo, que quiera compartir, señor? —Aranza Stevens, es nuestra amiga, vive con nosotros, ella ha tomado el lugar de nuestra cocinera, porque ella se fue, pero, siempre desde hace unos meses, le preparaba un jugo a mi mujer, un jugo normal de naranja, ¡es imposible que dudemos así de ella! Realmente, no tenemos pruebas, y ella siempre fue buena. —¿Podría haber algún motivo? Sabrina casi lloraba, Jonathan tomó su mano. —Ella tiene cáncer, estaba muy enferma, pero ha mejorado mucho, antes de eso, mi esposa y yo tuvimos conflictos, tonterías, íbamos a dejarnos y yo inventé que estaba con Aranza, lo hice solo por un lío personal, y Aranza quería que me hiciera cargo de su hijo, lo prometí cuando ella estuvo muy enferma, pero, no creo que eso sea una razón para que actúe de una forma tan horrible. —Señor, he visto razones peores que esas, y para
—Por favor, Jonathan, no me odies, lo hice por amor, no es justo que ella tenga todo, te tiene a ti, tu dinero, todo lo que yo siempre soñé. —¿Acaso te escuchas? Eres una mala persona, Aranza, creí en ti. —Perdóname. —¡Nunca lo harè, dañaste a quien amo, nunca te perdonaré! —Lo siento, no quise, recuerda nuestra promesa, cuida a mi hijo. —¡Romperé mi promesa! No voy a cuidar al hijo de una asesina, ¿me oyes? Lo enviaré a un orfanato, al final, tu hijo terminará en donde temías, será mi mejor venganza contra ti, por dañar a mi mujer. —¡No! Lo prometiste, Jonathan. —Y tú prometiste ser una buena persona, por eso te mantuve en mi vida, ¿ya lo ves? Los dos fuimos traicionados. Jonathan colgó la llamada, las lágrimas corrían por sus mejillas. Evangelyn abrazò a su tío, Oscar lo mirò incrédulo, no estaba seguro de si ese hombre sería capaz de cumplir la amenaza contra esa mujer, después de todo, Oscar estaba convencido de que los Ford y los Grimm eran muy buenas personas. En el qui
Jonathan observó a Sabrina, ella dormía en esa cama, se veía débil, frágil, siempre fue una mujer fuerte de salud, le dolía verla así. «Es mi culpa, fui demasiado generoso con quien no lo merecía, con quien me pagó mal, pero el precio a pagar fue caro, ¿Cómo pude arriesgar a la mujer que amo? Nunca me lo perdonaré», pensó Jonathan recibió una llamada, se apuró a responder, era el comandante de la policía. —Señor Grimm, queremos informarle que la señora Stevens ya fue arrestada, fue cerca de su casa, al parecer quería volver a la escena del crimen. Jonathan sintió como un puño en su estómago que le dio temor. —¿será condenada? —Enfrentará un juicio, donde seguro será condenada como culpable por el intento de homicidio de su esposa. Jonathan colgó la llamada, las palabras del comandante venían a su mente, cuando alzó la vista encontró a Sabrina con los ojos abiertos, mirándolo. —Hola, ¿Cómo te sientes? —exclamó con angustia Ella sonrió, asintió. —Estaré bien —dijo, pero no podí
Marcus se acercò a Evana. —Hay que ir a descansar, parece que todo está mejor, nuestra hija y nieto están sanos, Andrés se quedará a cuidarlos. Sabrina y Jonathan también están mejores, la mala mujer ya está presa. Vamos a descansar. —¿Y el pequeño Daniel? ¿Lo cuidarán? —exclamó —Yo espero que sì, mientras tanto, sé que Evangelyn y Oscar fueron a cuidarlo. —¿Evangelyn y Oscar? —exclamó Evana Marcus sonrió, y alzó las cejas —Creo que me encantaría un yerno abogado, ¿no lo crees? Ya he pagado mucho a los abogados, ahora tendremos uno a nuestro servicio. Evana se echó a reír de sus ocurrencias, fueron a casa. Evangelyn estaba horneando galletas, Oscar estaba con Danielito, estaban jugando con él, pero el niño era ajeno a todo lo que pasaba, era muy pequeño apenas cumpliría cuatro años, pero no dejaba de preguntar por Sabrina, Jonathan y su mamá. —Extraño a Sabri, ella siempre me hace galletas con leche y no está, ¿Por qué? —¿Y no extrañas a tu mami? —Sì, pero mami dice que no d