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—Por favor, Jonathan, no me odies, lo hice por amor, no es justo que ella tenga todo, te tiene a ti, tu dinero, todo lo que yo siempre soñé. —¿Acaso te escuchas? Eres una mala persona, Aranza, creí en ti. —Perdóname. —¡Nunca lo harè, dañaste a quien amo, nunca te perdonaré! —Lo siento, no quise, recuerda nuestra promesa, cuida a mi hijo. —¡Romperé mi promesa! No voy a cuidar al hijo de una asesina, ¿me oyes? Lo enviaré a un orfanato, al final, tu hijo terminará en donde temías, será mi mejor venganza contra ti, por dañar a mi mujer. —¡No! Lo prometiste, Jonathan. —Y tú prometiste ser una buena persona, por eso te mantuve en mi vida, ¿ya lo ves? Los dos fuimos traicionados. Jonathan colgó la llamada, las lágrimas corrían por sus mejillas. Evangelyn abrazò a su tío, Oscar lo mirò incrédulo, no estaba seguro de si ese hombre sería capaz de cumplir la amenaza contra esa mujer, después de todo, Oscar estaba convencido de que los Ford y los Grimm eran muy buenas personas. En el qui
Jonathan observó a Sabrina, ella dormía en esa cama, se veía débil, frágil, siempre fue una mujer fuerte de salud, le dolía verla así. «Es mi culpa, fui demasiado generoso con quien no lo merecía, con quien me pagó mal, pero el precio a pagar fue caro, ¿Cómo pude arriesgar a la mujer que amo? Nunca me lo perdonaré», pensó Jonathan recibió una llamada, se apuró a responder, era el comandante de la policía. —Señor Grimm, queremos informarle que la señora Stevens ya fue arrestada, fue cerca de su casa, al parecer quería volver a la escena del crimen. Jonathan sintió como un puño en su estómago que le dio temor. —¿será condenada? —Enfrentará un juicio, donde seguro será condenada como culpable por el intento de homicidio de su esposa. Jonathan colgó la llamada, las palabras del comandante venían a su mente, cuando alzó la vista encontró a Sabrina con los ojos abiertos, mirándolo. —Hola, ¿Cómo te sientes? —exclamó con angustia Ella sonrió, asintió. —Estaré bien —dijo, pero no podí
Marcus se acercò a Evana. —Hay que ir a descansar, parece que todo está mejor, nuestra hija y nieto están sanos, Andrés se quedará a cuidarlos. Sabrina y Jonathan también están mejores, la mala mujer ya está presa. Vamos a descansar. —¿Y el pequeño Daniel? ¿Lo cuidarán? —exclamó —Yo espero que sì, mientras tanto, sé que Evangelyn y Oscar fueron a cuidarlo. —¿Evangelyn y Oscar? —exclamó Evana Marcus sonrió, y alzó las cejas —Creo que me encantaría un yerno abogado, ¿no lo crees? Ya he pagado mucho a los abogados, ahora tendremos uno a nuestro servicio. Evana se echó a reír de sus ocurrencias, fueron a casa. Evangelyn estaba horneando galletas, Oscar estaba con Danielito, estaban jugando con él, pero el niño era ajeno a todo lo que pasaba, era muy pequeño apenas cumpliría cuatro años, pero no dejaba de preguntar por Sabrina, Jonathan y su mamá. —Extraño a Sabri, ella siempre me hace galletas con leche y no está, ¿Por qué? —¿Y no extrañas a tu mami? —Sì, pero mami dice que no d
Dos meses después. Natalia abrió los ojos, escuchó el llanto de su bebé, se levantó adormilada, y caminó hasta la cuna que estaba muy cerca de su cama, lo cargó en brazos, y se levantó la blusa para darle de comer. Él pequeño Àngel mamó de su pecho, comía desesperado, y ella acariciaba su rostro, era bueno tenerlo en casa, era hermoso, se recostó en la cama, cargándolo, mientras comía. Cuando Andrés abrió los ojos, mirò tal escena y sonrió. —Los amo. Ella sonrió. —Y nosotros te amamos a ti, más. —Imposible, yo los amo más. —¿Sabes? Mi madre me prometió que hoy me acompañaría al cementerio, quiero visitar la tumba de la mujer que me dio a luz, quiero decir, de mi otra madre. Andrés se sorprendió. —¿Ahora la llamas la otra madre? —Bueno, sé que no fue una mujer del todo buena, pero sì, me dio a luz, es mi madre, mi otra madre después de todo, ahora que soy madre, puedo comprender tantas cosas. —Es verdad, yo también, ahora entiendo a papá y a mamá, uno quiere lo mejor para su
Al día siguiente. Evana revisaba que todo estuviera listo, no pudieron tener un baby shower para su hija Natalia, sin embargo, harían uno simbólico para ella y Margaret, además, los invitados traerían regalos para ambos. El jardín de la casa estaba listo para recibir a los invitados. Margaret se miraba en el espejo, estaba a un par de semanas de dar a luz a su niña, tocaba su vientre, mientras se veía frente al espejo. —Estamos bien, ahora, mi niña, no hay mas preocupaciones, nacerás pronto en una casa bonita, con muchas bendiciones, te enseñaré a amar y a ser buena persona, a valorar lo que tienes y a nunca dejarte guiar por el odio, los humanos somos proclives a odiar, y eso es un fuego que, si no se logra moderar, logra devorarlo todo a su paso. Ella alzó la vista, observó a Bennett ahí, en el umbral de la puerta, la escuchó decir todo eso. —Yo también estaré aquí, mi Eva Luna, te ayudaré, a ti y a mamá, y nunca dejaré que el odio vuelva a quemarnos, de ahora en adelante las l
Las mujeres consiguieron sobornar a una enfermera, ella les prometió que les tendrías lo que querían y las mujeres se fueron antes de ser descubiertas. Cuando Margaret despertó, observó a Bennett cargando a su pequeña princesa, era una imagen tan tierna, ella sonrió. Él mirò a Margaret, recostó a la niña en la pequeña cuna al lado, y la observó. —Me has dado el mejor regalo en la vida, Margaret, te admiro, te amo, y no me alcanzará la vida para arrepentirme por como te trate en el pasado, Ojalá algún día puedas perdonarme. Ella bajó la mirada, a pesar de todo, sintió que el pasado ya no pesaba tanto en su corazón como en el pasado. —Gracias por estar conmigo en el parto, tenía miedo. —Fuiste tan valiente. Ella sonrió. Llamaron a la puerta, Evana entró, observó a su preciosa nieta. —¿Cómo están las mujeres hermosas? Margaret sonrió, observó a Evana mirando a su bebé con amor. Bennett saliò un momento al baño. —Quiero pedirte un favor, Evana. Ella la mirò. —Pide lo que sea,
Brianda se acercò, le puso en las manos esos documentos. Bennett seguía con los ojos muy abiertos, ni siquiera podía reconocer si aquello era verdad, le parecía tan increíble que esa mujer viniera hasta ahí para decir todo eso. Margaret que había escuchado los gritos, y logró entender la naturaleza de la La primera en reaccionar de Evana fue acercarse a la mujer y plantarle una fuerte bofetada. Brianda lanzó un quejido, cuando su madre quiso defenderla el resto de los Ford se abalanzaron y lo impidieron, nadie tocaría a la madre de los Ford si ellos pudiesen impedirlo. —¡Largo de mi casa, han llegado muy lejos esta vez, pero a las serpientes se les corta la cabeza de pequeñas, y lo probaré con ustedes dos! —sentenció Evana —Lee los resultados, Bennett, entérate de que esa bastarda no es tu hija, ¿Acaso tienes miedo? —exclamó Brianda con lágrimas en sus ojos. Margaret tocò su pecho, sintió mucha rabia, y tuvo miedo de que Bennett volviera a fallarle como en el pasado. Bennett mi
Margaret escuchó sus palabras, supo que él decía la verdad, su corazón se sintió tan lleno de amor. Pero, decidió esperar, al escuchar a su hijo llorar, Margaret lo arrulló en sus brazos, le dio de comer, Bennett los observó con ternura. Al anochecer. Bennett estaba por ir a dormir, cuando Evangelyn llamó a la puerta de la habitación. Ben abrió y ella entró. —¿Qué pasa? —¿Aún no han visto la red social? —exclamó casi desesperada. Bennett y Margaret se miraron a los ojos preocupados. —No, ¿Qué pasa? —preguntó Bennett. Evangelyn le mostró entonces un video, ahí aparecía Brianda, donde hablaba pestes de Bennett Ford y contaba una historia retorcida y mentirosa sobre lo que habían vivido juntos, la mujer estaba dispuesta a arruinar la reputación de Bennett, no solo de él, también de todos los Ford. «En el video la mujer aparecía vestida de rojo, con ojos completamente llorosos, sentada en un sofá, frente a la cámara de video y narrando su trágica historia. —Bennett Ford, mi ex