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Capítulo 5: Nunca sabrás que soy ella

Ninguno ha podido apartar la mirada y es que la sorpresa he impresión fue tan grande que estoy literal sin poder creer que sea la misma persona.

—¡Chicos! Pueden sentarse. Les estoy diciendo eso hace más de tres minutos ¿Están bien?—pregunto el señor Emilio sin mirarnos.

Ambos nos sentamos y yo sin embargo respiro profundo para tratar de controlar mis nervios y ponerme en modo profesional.

—¿Y qué opinan?—nos pregunta el señor Emilio ahora sí mirándonos fijamente.

¿Qué? ¿Él estaba hablando? Porque no escuché absolutamente nada. ¿Y qué estaba haciendo yo que no escuché? Sí, si yo sé perfectamente recordando todas las burlas y las inseguridades que tenía cuando conocí al que va hacer mi jefe.

—Disculpe señor Emilio ¿Pero puede repetir lo que estaba diciendo?—pregunté ya un poco más calmada.

—Sí, por favor papá—agrego él asintiendo un poco.

—Les decía que es preferible que ustedes hablarán sobre el proyecto así se ponen de acuerdo donde van a trabajar y así mi hijo le enseña la empresa—explica él.

Yo miro de reojo a Eduardo y está asintiendo sin decir nada más ¿Le comieron la lengua los ratones? Pero quiera a Diosito que no me haya reconocido porque sería súper incómodo.

—Perfecto. Entonces hijo llévala a dónde va hacer su área de trabajo y por ahí mismo le explicas del proyecto—ordena el señor Emilio.

Miro para todos los lados nerviosa y ansiosa. Lo que necesito justo ahora es un café, cerrar mis ojos y respirar profundo. Aunque el café es como parte de él pero tenerlo justo aquí en la empresa y más aun haciendo la campaña del producto que precisamente es de café. ¿Diosito no crees que son muchas coincidencias? Quizás lo hiciste para que yo comprendiera el amor verdadero pero ya párale. No quiero sufrir más, por favor.

Nos levantamos y Eduardo deja que yo pasé delante y así lo hago, él me indica con la mirada que tenemos que subir por el ascensor ¡Porqué! ¡Porqué! En un espacio tan pequeñito y vamos a estar más pegaditos.

Salimos del ascensor y el me dirige hacia unos cuantos pasos para luego llegar a dónde posiblemente será mi oficina o eso creo.

—¿Y?—pregunté de inmediato observando la oficina con detenimiento.

—Está será nuestra oficina—informa sin más.

Yo me volteó enseguida para confirmar lo que había escuchado. ¡Dijo nuestra! No si esto ya superó mis límites de coincidencias.

—Perdón ¿Pero escuche nuestra?—pregunté con los ojos abiertos de par en par.

—Sí, aunque la suya va estar por allá y la mía aquí—anuncia yendo al borde del escritorio.

—Ósea sólo nos dividirá una simple puerta—susurré muy pensativa. ¡No lo puedo tener tan cerca!

—Si no le gusta la idea entonces veré que se puede hacer en ese caso. Lo importante es que usted esté cómoda—agregó como todo profesional.

—No, no... Si está bien así, lo que pasa es que no puedo tenerlo...—dije todo rápido para darme cuenta que casi iba a comentar una locura.

—¿Qué iba a decir?—preguntó caminando a pasos lentos hacia mí.

—Esté nada importante, no se preocupe. A veces suelo ser un poco distraída— comenté sonriendo y mirando que él ahora está mucho más cerca.

No puedo parar de mirarlo ¡Porque sigue tan lindo!

—Bien, ahora si toma asiento le puedo explicar sobre el proyecto—susurra sin perder nuestro contacto de miradas.

Ambos nos sentamos, él detrás del escritorio y yo en frente de él. Yo por mi parte respiro profundo y él hace lo mismo unos segundos después.

—Cómo ya le había dicho mi padre, el proyecto será de café. De seguro usted lo ve simple pero no lo es, todo en mi vida tiene un significado y el café lo es—expreso mirándome directamente.

—No lo veo para nada simple al contrario me emocioné mucho al saber de qué tengo que realizar una campaña sobre eso—expuse con una sonrisa—. A mí me encanta el café—susurré sin mirarlo.

Ya veo que tenemos algo en común y sobre todo que tiene un significado inigualable.

—Todo sobre la producción se va a encargar mi padre. Tanto como usted y mis hermanas tienen el trabajo de hacer las campañas y el plan de logística para las entregas—explicó él observando unos papeles.

—Comprendo...—respondí muy atenta.

—Qué le parece si mañana hacemos una junta con todos y proponemos los logos, el eslogan y nombre oficial al producto ¿De acuerdo?—me preguntó mirándome con una mirada intensa y muy profunda que llegaron a ponerme los pelos de punta.

—Sí, totalmente de acuerdo—le respondo evitando su mirada.

—Bien, entonces ya puede irse a su casa —ordena levemente—. Mañana será un día largo y de mucho ordenar—agregó.

—Está bien—contesté asintiendo.

Voy de inmediato a la puerta pero él me detiene sutilmente poniendo su mano en mí cintura, yo dejo de caminar y obviamente sorprendida. ¡Que hace esa mano hay!

No me volteo para no verle el rostro y tampoco para que no descubra que me afecta muchísimo su cercanía.

—Señor Lara...—dije prácticamente en un hilo de voz y aguantando la respiración.

Me di cuenta que estamos muy pegados y es inevitable sentir su calor y más aún su entrepierna.

—Nos vemos mañana—comentó y salió sin más.

¡Me dejo aquí! Esto va hacer demasiado difícil. ¡Tienes que controlarte Vanesa!

Es que creo que lo amo tanto pero dije una vez que no lo perdonaría por hacer aquello que me dolió y puso mi reputación por los suelos. Esa vez en la universidad dónde todos se reían de mí.

Él nunca se puede enterar que yo soy la chica la cuál humilló.

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