Ninguno ha podido apartar la mirada y es que la sorpresa he impresión fue tan grande que estoy literal sin poder creer que sea la misma persona.
—¡Chicos! Pueden sentarse. Les estoy diciendo eso hace más de tres minutos ¿Están bien?—pregunto el señor Emilio sin mirarnos.
Ambos nos sentamos y yo sin embargo respiro profundo para tratar de controlar mis nervios y ponerme en modo profesional.
—¿Y qué opinan?—nos pregunta el señor Emilio ahora sí mirándonos fijamente.
¿Qué? ¿Él estaba hablando? Porque no escuché absolutamente nada. ¿Y qué estaba haciendo yo que no escuché? Sí, si yo sé perfectamente recordando todas las burlas y las inseguridades que tenía cuando conocí al que va hacer mi jefe.
—Disculpe señor Emilio ¿Pero puede repetir lo que estaba diciendo?—pregunté ya un poco más calmada.
—Sí, por favor papá—agrego él asintiendo un poco.
—Les decía que es preferible que ustedes hablarán sobre el proyecto así se ponen de acuerdo donde van a trabajar y así mi hijo le enseña la empresa—explica él.
Yo miro de reojo a Eduardo y está asintiendo sin decir nada más ¿Le comieron la lengua los ratones? Pero quiera a Diosito que no me haya reconocido porque sería súper incómodo.
—Perfecto. Entonces hijo llévala a dónde va hacer su área de trabajo y por ahí mismo le explicas del proyecto—ordena el señor Emilio.
Miro para todos los lados nerviosa y ansiosa. Lo que necesito justo ahora es un café, cerrar mis ojos y respirar profundo. Aunque el café es como parte de él pero tenerlo justo aquí en la empresa y más aun haciendo la campaña del producto que precisamente es de café. ¿Diosito no crees que son muchas coincidencias? Quizás lo hiciste para que yo comprendiera el amor verdadero pero ya párale. No quiero sufrir más, por favor.
Nos levantamos y Eduardo deja que yo pasé delante y así lo hago, él me indica con la mirada que tenemos que subir por el ascensor ¡Porqué! ¡Porqué! En un espacio tan pequeñito y vamos a estar más pegaditos.
Salimos del ascensor y el me dirige hacia unos cuantos pasos para luego llegar a dónde posiblemente será mi oficina o eso creo.
—¿Y?—pregunté de inmediato observando la oficina con detenimiento.
—Está será nuestra oficina—informa sin más.
Yo me volteó enseguida para confirmar lo que había escuchado. ¡Dijo nuestra! No si esto ya superó mis límites de coincidencias.
—Perdón ¿Pero escuche nuestra?—pregunté con los ojos abiertos de par en par.
—Sí, aunque la suya va estar por allá y la mía aquí—anuncia yendo al borde del escritorio.
—Ósea sólo nos dividirá una simple puerta—susurré muy pensativa. ¡No lo puedo tener tan cerca!
—Si no le gusta la idea entonces veré que se puede hacer en ese caso. Lo importante es que usted esté cómoda—agregó como todo profesional.
—No, no... Si está bien así, lo que pasa es que no puedo tenerlo...—dije todo rápido para darme cuenta que casi iba a comentar una locura.
—¿Qué iba a decir?—preguntó caminando a pasos lentos hacia mí.
—Esté nada importante, no se preocupe. A veces suelo ser un poco distraída— comenté sonriendo y mirando que él ahora está mucho más cerca.
No puedo parar de mirarlo ¡Porque sigue tan lindo!
—Bien, ahora si toma asiento le puedo explicar sobre el proyecto—susurra sin perder nuestro contacto de miradas.
Ambos nos sentamos, él detrás del escritorio y yo en frente de él. Yo por mi parte respiro profundo y él hace lo mismo unos segundos después.
—Cómo ya le había dicho mi padre, el proyecto será de café. De seguro usted lo ve simple pero no lo es, todo en mi vida tiene un significado y el café lo es—expreso mirándome directamente.
—No lo veo para nada simple al contrario me emocioné mucho al saber de qué tengo que realizar una campaña sobre eso—expuse con una sonrisa—. A mí me encanta el café—susurré sin mirarlo.
Ya veo que tenemos algo en común y sobre todo que tiene un significado inigualable.
—Todo sobre la producción se va a encargar mi padre. Tanto como usted y mis hermanas tienen el trabajo de hacer las campañas y el plan de logística para las entregas—explicó él observando unos papeles.
—Comprendo...—respondí muy atenta.
—Qué le parece si mañana hacemos una junta con todos y proponemos los logos, el eslogan y nombre oficial al producto ¿De acuerdo?—me preguntó mirándome con una mirada intensa y muy profunda que llegaron a ponerme los pelos de punta.
—Sí, totalmente de acuerdo—le respondo evitando su mirada.
—Bien, entonces ya puede irse a su casa —ordena levemente—. Mañana será un día largo y de mucho ordenar—agregó.
—Está bien—contesté asintiendo.
Voy de inmediato a la puerta pero él me detiene sutilmente poniendo su mano en mí cintura, yo dejo de caminar y obviamente sorprendida. ¡Que hace esa mano hay!
No me volteo para no verle el rostro y tampoco para que no descubra que me afecta muchísimo su cercanía.
—Señor Lara...—dije prácticamente en un hilo de voz y aguantando la respiración.
Me di cuenta que estamos muy pegados y es inevitable sentir su calor y más aún su entrepierna.
—Nos vemos mañana—comentó y salió sin más.
¡Me dejo aquí! Esto va hacer demasiado difícil. ¡Tienes que controlarte Vanesa!
Es que creo que lo amo tanto pero dije una vez que no lo perdonaría por hacer aquello que me dolió y puso mi reputación por los suelos. Esa vez en la universidad dónde todos se reían de mí.
Él nunca se puede enterar que yo soy la chica la cuál humilló.
Después que él salió de la oficina me dirijo directamente a buscar a mi amigo con toda prisa. Tengo que salir de aquí cuánto antes.Siento que no podré con todo esto y más si lo tendré así de cerca como fue el pequeño encuentro en esa oficina.Observo que Daniel está platicando con una de las secretarias y me acerco a él con cuidado.—¡Daniel tenemos que irnos!—exclamé desde que llegue.—¿Qué? Tan rápido—susurró sorprendido.Él mira a la joven con una sonrisa preocupada y luego dirige su mirada para dónde mí. Daniel me indica con la mirada que saludé y evito rodar los ojos.—Hola, un gusto conocerte pero mi amigo y yo tenemos que irnos ahora—digo puntualizando la última palabra y abriendo un poco más los ojos.—¿Amigos?—preguntó la joven muy confundida y mirando con mirada acusadora a Daniel.Él me observa un poco enojado y sonríe falsamente.—Es que mi chocolatito me dice así de cariño ¿Verdad mi cafecito?—me pregunta cruzando sus brazos y ambos esperando una respuesta de mi parte.¿
Llegó el día de poder trabajar a fondo con la campaña, estoy ansiosa y mucho más nerviosa. Es que cada vez que lo veo mi nerviosismo es prácticamente inevitable y cuando me mira ¡Eso es lo grande! Es una mirada con intensidad como si quisiera saber algo más allá de todo y sus ojos recorriendo todo mi cuerpo... Es que pensar en ese momento se me pone los pelos de punta.Pero ya estoy preparada mentalmente y es no dejarme intimidar y ser lo más profesional posible. Y hoy más que nunca mi atuendo es reluciente consiste en una falda de tubo con una camisa marrón clara y un chaleco del mismo color de la falda y por último unos tacones no tan altos, mi maquillaje es siempre bien sencillo y mi cabellera en unas simples ondas ¡Permiso que curvas hay de más! Hasta me envidio de yo misma.Salgo de mi departamento bien temprano porque dicen por ahí que la puntualidad enamora ¡Na! Sólo es que con todos estos nervios quiero llegar a tiempo.Ahora se me hizo costumbre que siempre en el camino le re
Cuando salimos de la junta ahora sí me dirijo a mi oficina junto con Eduardo que prácticamente es la misma porque nos divide una puerta. Caminamos en silencio que para mí se está volviendo súper incómodo cuando entramos al elevador.Ambos nos miramos en el pequeño espacio pero ninguno dice nada aún. Y yo de mi parte no diré nada porque cada vez que hablo solo digo estupideces y más cuando estoy con él.—¿Hoy tampoco dirá nada?—preguntó evitando mirarme.—¿Y qué tendría que decirle señor?—pregunté cruzando mis brazos por debajo de mis pechos.Él sin embargo se acerca a pasos lentos a mí sin perder nuestro contacto visual y yo más nerviosa de lo normal ¿Por qué es tan lindo? Pero no me dejo y camino unos pasos hacia atrás hasta que choco con una de las paredes del elevador.—¿Qué va hacer?—le pregunto respirando profundo sin saber que hacer justo ahora.—¿Qué usted quiere que haga?—me pregunta en un susurro y a centímetros de mi cuerpo.Puedo sentir un calor inmenso por todo mi cuerpo c
Otro día más de ir a mi empleo, en fin me levanto como siempre temprano a la misma hora. No suelo poner alarmas para que me despierte es como que ya el cuerpo se acostumbra.Ayer fue un día que nunca olvidaré en mi vida, pase uno de los momentos diría yo más vergonzosos aunque siempre he tenido pero el de ayer superó hasta mis propios expectativas. Comprendí que va hacer más difícil trabajar con Eduardo no sé si lo que dijo ayer fue de broma o es la verdad, el asunto aquí es que se me está haciendo demasiado difícil comprenderlo.Pero bueno hoy mi atuendo consiente nuevamente en una falda tubo un poco ajustada con una blusa de color rosa clara y unas zapatillas de tacón alto negra. Me veo en el espejo y me gusta mi ropa en el día de hoy, bien formal y lo mejor me siento cómoda. A mí no me gusta mucho ponerme vestidos ciento que no va con mi tipo de cuerpo. Es como que necesito siempre algo que marque mi cintura y un vestido para trabajar no lo creo o al menos eso me parece a mí, aunqu
Madre mía nada más a mí se me ocurre comentar o mejor desafiar a Eduardo sabiendo yo como está la cosa entre nosotros o bueno como está la cosa conmigo.Y pues nada... Mi jefe salió como siempre acostumbra sin decir nada más y está vez se lo agradecí muchísimo porque no sabría que más decir. Nada más con eso que dijo y yo estaba a punto de desmayar literal, él tiene un porte que cualquiera estaría así en ese momento.No sé cuántos vasos de agua he bebido desde que Eduardo salió de mi oficina, estoy de un lado para el otro.En eso tocan la puerta y enseguida digo un adelante.—¡Estás como loca!—exclama Karen entrando a mi oficina—. No sé ni cómo estás aquí ahora mismo ¿Qué te dijo?—preguntó muy eufórica.—No me dijo nada. Pero tranquila creo que no va a volver a pasar—dije asintiendo muy segura.—Es lo mejor. Venía avisarte que las hermanas de Eduardo ya están aquí ¿Las dejo pasar?—pregunta.—Claro, por favor—comenté revisando que todo esté ordenado.Me muero por conocerlas. Tocan la p
Yo no sé porque me pasa todo esto a mí, sólo quería tener un empleo también pagar mis responsabilidades y uno que otros antojitos pero se me está haciendo muy difícil.Llevo una semana sin hablar absolutamente nada con mi jefe y eso me está desesperando además de que pienso que es muy infantil y demasiado testarudo. Ahora todo lo concerniente al lanzamiento de CaféVane lo tengo que platicar con las hermanas gemelas y con Karen es en realidad que me está excluyendo de mi trabajo principal y estoy segura sólo porque está molesto. Daniel tenía razón, él es un completo idiota y no me importa que sea mi jefe.Ya estoy bastante cansadita como para estar aguantando todo esto. Pero me canse y ahora mismo estoy yendo directo a su oficina para que me explique de una buena vez que es lo que le está pasando conmigo.Tocó la puerta y para mi mala suerte Karen viene detrás de mí.—¿Eduardo te llamó?—pregunta confundida y sin entender nada.—No, no lo ha hecho pero tengo que hablar con el jefe y urg
Han pasado tres días, tres días de angustia, desesperación y de felicidad. Tengo insomnio sólo pienso en el beso que nos dimos, es como que me estoy tomando una taza de café y aparece ese momento, o estoy viendo televisión y hay una escena súper emocionante y hay voy yo imaginando que es Eduardo.Y lo de preocupada es que no me he aparecido en la empresa durante estos tres días, no sé si continuaré allí después de... Quizás estoy siendo un poco paranoica, bueno eso dicen mis amigas. Pero ya es hora de tomar una decisión y creo que hoy es el momento.Es hoy cuando tengo que ir a la oficina y mi ropa consiste como todos los días, una falda tubo, tacones altos y blusa con adornos de flores. ¡Nada sorpréndete, lo sé! Observo mi maquillaje y todo en orden ¡Listo! Ahora a que me despidan con clase.Justo cuando voy abrir la puerta para salir de mi hogar, está Eduardo perfectamente vestido y cómo siempre con su aroma tan varonil. ¡Está divino!—¿Qué hace aquí?—pregunté de inmediato y con los
—¡Rodríguez a mi oficina ya!—grita mi jefe y pareciera que está enojado. Y si me preguntan que hice, no tengo ni idea. Voy de prisa y entró sin tocar. —¿Todo bien con la junta señor?— pregunté para tratar de calmar a la fiera que tengo delante de mí. Mi jefe no me responde y lo que hace es que se acerca lo suficiente a mí. Trato de alejarme pero Eduardo es más listo que yo y coloca sus manos en mi cintura atrayendome hacia él. —¿Señor que hace?—le pregunté un poco preocupada y tratando de soltarme de su agarre. —No siga moviéndose así—susurra aún con sus manos en mi cintura. —Necesito que me suelte y que se comporte—ordené mirándolo a los ojos. Ups, mala idea. Muy mala. ¿Por qué el condenado tiene que mirarme así? —La que me va a escuchar ahora es usted. Y déjeme decirle que no me importa que sea mi auxiliar de publicidad—reveló apartándose de mí y poniéndose a una distancia prudente. Respiro profundo y con dificultad trago saliva fuertemente. Todavía no estoy preparada para