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Capítulo 6: Enfrentar mis realidades

Después que él salió de la oficina me dirijo directamente a buscar a mi amigo con toda prisa. Tengo que salir de aquí cuánto antes.

Siento que no podré con todo esto y más si lo tendré así de cerca como fue el pequeño encuentro en esa oficina.

Observo que Daniel está platicando con una de las secretarias y me acerco a él con cuidado.

—¡Daniel tenemos que irnos!—exclamé desde que llegue.

—¿Qué? Tan rápido—susurró sorprendido.

Él mira a la joven con una sonrisa preocupada y luego dirige su mirada para dónde mí. Daniel me indica con la mirada que saludé y evito rodar los ojos.

—Hola, un gusto conocerte pero mi amigo y yo tenemos que irnos ahora—digo puntualizando la última palabra y abriendo un poco más los ojos.

—¿Amigos?—preguntó la joven muy confundida y mirando con mirada acusadora a Daniel.

Él me observa un poco enojado y sonríe falsamente.

—Es que mi chocolatito me dice así de cariño ¿Verdad mi cafecito?—me pregunta cruzando sus brazos y ambos esperando una respuesta de mi parte.

¿Y esos sobrenombres? Pero por Dios ahora ya sé porque no tiene ni una novia y ninguna mujer detrás de él. Pero que imaginación.

—Daniel no estoy para tus ocurrencias podemos irnos ya—expresé ahora sí rápido.

—Está bien mi caramelo—murmuró—. Luego hablamos preciosa—dice a la chica que lo mira enojada y sorprendida.

Los dos salimos hacia el estacionamiento rápido y él me mira bastante confundido.

—¡No me digas que pasó algo! ¿Él hijo del jefe te hizo algo? ¿¡Te humilló!?—pregunto con su voz muy alta.

Si supieras no me creerías—pensé.

No contesto nada y subo al auto respirando ahora si profundo y calmado.

—¡Pero dime mujer!—exclamó prácticamente gritando.

—No pasó nada... Sólo es que quiero ir a mi casa cuánto antes—dije sin mirarlo—. ¿Podemos irnos ahora? O al menos de que te quieras quedar y yo tomo un taxi—establecí.

—No, como crees yo te llevo. Pero por favor no vuelvas hacer eso que hiciste allí adentro—expresó poniendo el auto en marcha.

—¿El qué? Porque lo que tú hiciste allí adentro fue nada cariñoso y me atrevo a decirte que demasiado ridículo—revele poniendo mala cara.

—¡Oye! Si esos nombres son únicos queridas, mejor deberías de sentirte especial—respondió con una sonrisa de oreja a oreja.

Niego con la cabeza pero sonriendo. La verdad él es el mejor en estupideces.

Yo no entiendo porque el destino se empeña en volvernos a juntar. Y lo que más me molesta de mi es que no puedo ocultar mis sentimientos es inevitable dejar de sentir esto que siento y más cuando lo miro a los ojos o cuando estamos tan cerca.

Respira Vanesa ¡Tienes que controlarte! Solo tienes que recordar aquel día en que te sentiste la mujer más horrible y sólo por cumpla de él.

(...)

—Daniel de nuevo mil gracias—comenté entrando a mi casa—. Porque gracias a ti y tus contactos en el día de hoy tengo un trabajo justo—revelé con una sonrisa.

—No tienes nada que agradecer—dijo sonriente—. Y te dejo para que descanses, cualquier cosa que necesites ya sabes dónde encontrarme—anunció saliendo de mi casa.

Voy hacia mi cuarto para despojarme de mi atuendo en el día de hoy que por cierto tengo que ir a mi trabajo más arreglada de la cuenta. Ya cuando estoy en ropa interior observo levemente mi cuerpo en el espejo. ¿No entiendo porque rechazan a está hermosura? Porque en lo personal yo estoy buenísima, hay cintura para abrazar y trasero para agarrar ¿Entonces cuál es el problema? Ah, sí. Mi barriga que cada día más, está llena de amor pero ni tanto que tuviera yo.

Ya después de pensar un poco de todo lo que me está pasando actualmente voy a mi cocina a prepararme un delicioso café. En eso escucho que suena mi teléfono y es mi madre por cámara.

—Hola mamá ¿Cómo estás?—le pregunté de inmediato y con una gran sonrisa en mi rostro.

—Hijita muy bien. Estás tomando café cómo siempre—responde negando varias veces—. ¿Cómo te fue en tu primer día de trabajo?—preguntó tomando un poco de agua.

—Bien, hoy salí temprano porque me estaban enseñando dónde voy a trabajar y eso—expliqué bebiendo de mi taza—. Y no sabes con las personas que he hablado me han tratado muy bien—revele asintiendo.

—Me alegra mucho por ti—dice con una sonrisa—. Porque se lo que has pasado por años y ya es hora de que calles muchas bocas porque también las rellenitas triunfamos—agrego alzando un poco la voz.

—Totalmente de acuerdo—dije sonriendo.

—Hija me dio mucho gusto escucharte y saber de qué estás bien—murmuró un poco nostálgica.

Mi familia para mí lo es todo, el saber que puedo contar con ellos en lo que sea que me esté pasando y eso me llena de mucha alegría.

—Salúdame a todos por allá—agregué asintiendo y colgando la vídeo llamada.

Respiro profundo ya imaginando lo que me espera mañana. Por un lado estoy ansiosa en trabajar para la campaña del café porque me encanta y me siento muy identificada con ella pero por otro lado no quiero verlo ni mucho menos trabajar con Eduardo.

Pero sólo es cuestión de ser profesional y dejar a un lado lo personal, es evitarlo lo más que pueda. Lo que está a mi favor es que hice como que no lo conocía y eso tengo que saber aprovecharlo.

Escucho que suena nuevamente mi celular, ya veo que hoy es el día de las llamadas. Verifico quién es y son mis amigas ya de varios años.

—Hola...—salude con una sonrisa.

En total nosotras somos cuatros locas que estamos desde siempre y pues ellas actualmente se fueron de vacaciones yo igual no pude ir por el asunto de mi antiguo trabajo pero como me hubiese gustado disfrutar con ellas.

—¡Hola Vane! Cuenta todo amiga mía—dice Eimy muy emocionada.

—No saben quién será mi nuevo jefe—murmuré sin ánimos pero sonriendo.

—Un señor adulto y además testarudo—reveló mi otra amiga llamada Yomira.

Todas nos reímos yo aún más y con nerviosismo porque las conozco y ya prácticamente sé las respuestas.

—No, ya quisiera yo. Pero mi nuevo jefe es Eduardo, el chico de la universidad y que durante todos estos años he estado enamorada—confieso.

Ellas de inmediato vuelven a llamarme pero por vídeo llamada y todas muy alteradas.

—¿¡Qué!?—exclamó Loren con los ojos abiertos de par en par—. ¿Estás segura?—pregunta ella sin poder creerlo.

—Sí, así como escucharon es el mismo Eduardo. Imagínense como me quedé yo al saber que era él—dije recortando ese momento de evidente nerviosismo.

—¿Y qué piensas hacer ahora?—me pregunta Eimy sin aún entender nada.

¿Qué puedo hacer? Una pregunta que yo personalmente no pensé en ese momento.

—No puedo hacer nada—respondí negando varias veces con la cabeza—. Lo único que hice fue decirle que no lo conocía—digo sin más y con la esperanza de que él nunca sabrá.

—Es que tienes que renunciar a ese empleo—indicó Yomira asintiendo—. No puedes permitir que él te humille una nueva vez porque ponte a pensar, sí ahora él es el jefe pues debe de tener ese ego y esa arrogancia por lo alto—explica segura de lo que dice.

Yo la verdad ni segura estoy ya, solo fueron algunos minutos que duramos platicando no sé si es arrogante o no.

—Es que Vanesa no puede renunciar—expresó Eimy mirándome fijamente—. Ella tiene que enfrentar la situación, todos estos años está prácticamente huyendo de la realidad. Por eso no debes de renunciar y enfrentarte a él y a tus sentimientos—estableció ella sonriente.

—Tienes razón, ya es hora de enfrentar todos mis sentimientos y mis realidades—susurré pensativa y a la vez asintiendo.

Ya es tiempo de hacerle ver a Eduardo que hace mucho tiempo él se equivocó conmigo pero también le voy a dejar saber que ahora soy una mujer segura de mi cuerpo y que ya los complejos no existen. Y sólo lo voy a lograr con los atuendos y el interés por mi trabajo y lo que hago.

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