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Capítulo 7: Todo me recuerda a ti

Llegó el día de poder trabajar a fondo con la campaña, estoy ansiosa y mucho más nerviosa. Es que cada vez que lo veo mi nerviosismo es prácticamente inevitable y cuando me mira ¡Eso es lo grande! Es una mirada con intensidad como si quisiera saber algo más allá de todo y sus ojos recorriendo todo mi cuerpo... Es que pensar en ese momento se me pone los pelos de punta.

Pero ya estoy preparada mentalmente y es no dejarme intimidar y ser lo más profesional posible. Y hoy más que nunca mi atuendo es reluciente consiste en una falda de tubo con una camisa marrón clara y un chaleco del mismo color de la falda y por último unos tacones no tan altos, mi maquillaje es siempre bien sencillo y mi cabellera en unas simples ondas ¡Permiso que curvas hay de más! Hasta me envidio de yo misma.

Salgo de mi departamento bien temprano porque dicen por ahí que la puntualidad enamora ¡Na! Sólo es que con todos estos nervios quiero llegar a tiempo.

Ahora se me hizo costumbre que siempre en el camino le rezo a Diosito y lo primero que le pido es que él nunca se dé cuenta de nada, absolutamente nada.

Y ya con el trabajo me estoy haciendo una brillante idea de cómo va a quedar todo es que el café es mi pasión. Y el nombre debe ser perfecto junto con el eslogan eso atrae mucho al consumidor y obviamente garantizar un precio exequible.

¡Ya quiero trabajar! Porque sé que me voy a divertir muchísimo y eso me entusiasma de más. Ya estoy llegando a la empresa donde tengo que acostumbrarme y ver muchas caras constantemente. Y siempre he dicho que para no cansarte de más tienes que vivir el momento con alegría y con un buen aprendizaje.

Ahora el único problemita que tengo es que no sé dónde queda la sala de reuniones, eso debí preguntar ayer pero como ya saben con el personaje que me encontré se me olvidó todo y lo único que quería era salir corriendo literal. Pero no es nada que no se pueda solucionar.

Voy dónde la joven que me atendió por la llamada y la que también he hablado abiertamente.

—Buen día—saludé con una gran sonrisa a la chica.

—Hola señorita ¿En qué le puedo ayudar?—pregunta de inmediato igual sonriendo.

—Sí, he... Para hoy está programada una reunión y no sé dónde dirigirme—confieso un poco apenada—. El señor Lara me explicó dónde iba hacer mi oficina pero no quiero ser imprudente, ¿Y quería saber si alguno de los señores se encuentran?—pregunté mirándola directamente.

—Entiendo, pero no sé preocupe señorita yo le voy a indicar dónde será ahora mismo y los señores todavía no han llegado de seguro hay mucho tráfico—me explica ella muy amable.

Asiento con la cabeza y voy detrás de la chica. Las personas como está joven siempre están en mi lista y sé muy bien que ella está cumpliendo con su trabajo pero siento su sinceridad y es bastante cordial la verdad.

—Aquí va hacer la reunión—dijo y entramos las dos.

Es un área bastante grande y muy bien ordenada. Todo aquí está cómo debe de estar.

—Muchas gracias—murmuré mirando con atención el sitio.

—Puede esperar aquí no hay problema con eso ya usted es parte de esta empresa—agregó un poco emocionada—. Bienvenida—comentó sin más.

—¡Gracias!—exclamé feliz y yendo a darle un fuerte abrazo de esos que te sacan el aire.

Ya es oficial ella será una de mis amigas, es muy buena onda la chica. La sigo abrazando bastante emocionada y con una sonrisa en mi rostro.

—Señorita perdón pero me está faltando un poco el aire—susurra en el abrazo todavía.

—Gracias una nueva vez de verdad, mil gracias—dije separándome—. ¿Cómo te llamas?—le pregunto.

—Karen Solano... Un gusto poder trabajar con usted—dijo respirando profundo.

—Trátame de tú, por favor—respondí asintiendo.

—Está bien—responde—. Que te parece si seguimos hablando en la hora de almuerzo es que deje mi puesto solo y ya sabes cómo es—agrego de prisa.

—Bien, perfecto. Yo voy a buscarte—respondo sin más.

Ella sale guiñando un ojo y en una carcajada la verdad que a cómo van las cosas es mi empleo ideal. Voy hacia una de las sillas que corresponden del grande escritorio y me siento, tomo mi teléfono y verifico que tengo varios mensajes luego les respondo porque ahora tengo que estar bien concentrada.

Observo la hermosa vista que entra por el ventanal y es imposible no poder pensar todo mi proceso que pase para convertirme en la mujer que soy ahora y lo capaz que un ser humano puede ser.

Decido caminar un poco por toda la sala y mirar los cuadros que están en las paredes, me llamo mucho la atención una puerta que está al fondo de la gran sala de reuniones ¿Será un baño? Bueno, no está demás ver y así verifico para cualquier situación. Lo primero que hago es tocar la puerta y no recibo ninguna respuesta y por fin me decido a entrar con cuidado.

Es un espacio muy pequeño y es como una oficina privada donde hay muchas fotografías de Eduardo y su familia pero también tiene algunas cajas y una de ellas me llamo mucho la atención porque tiene como nombre Eduardo universidad.

No debo de meter mis narices dónde no me llaman pero tengo la necesidad de saber que hay en esa caja, voy directo a ella y busco la forma de abrirla pero en eso escucho un leve sonido de una puerta y hay me pregunté yo misma, ¿Por qué soy tan metiche? Ahora probablemente esté en un problema.

—¿Me puede decir que hace usted aquí?—pregunta esa voz, esa bendita persona.

Volteó mi cuerpo para tratar de mirarlo directamente y Dios mío creo que no podré con este hombre la verdad que no, su rostro y cuerpo, hasta la forma de hablar es mi perdición.

—Le hice una pregunta ¿Qué hace aquí? ¿Y con mis cosas personales?—vuelve y me pregunta cruzando sus brazos y mirándome fijamente.

Y me doy cuenta que todavía tengo en mis manos la caja con su nombre ¡Si para estúpida que me busquen a mí! ¿Qué le digo ahora?

Él se acerca a pasos lentos y yo aún en mi estado de nerviosismo y más ahora que lo tengo tan pero tan cerca. Me quita con sutileza la caja sin dejar de mirarme en estos momentos tengo que estar como una tonta.

—No quiero que vuelva a entrar aquí y sin mí autorización menos ¿Entendido?—preguntó a centímetros de mi rostro.

Asiento de prisa y sin pronunciar una sola palabra ¡Me va a dar algo! ¡Ahora sí es verdad!

—Bien, cuando se decida en hablar con gusto podemos salir—murmuró dándome una leve mirada a todo mi cuerpo.

¡Magnífico Vanesa! Ahora él pensará que soy una idiota ni más ni menos. Respiro profundo y evitó mirarlo.

—Perdón, pero déjeme decirle que sus cosas personales deberían estar en su casa y no en el lugar de trabajo— confieso pasando muy cerca de él y llegando a la puerta.

—¡Por fin se dignó hablar!—exclama con burla en su tono de voz—. Pero siempre ha tenido la razón y no tengo nada que decir sobre eso—responde suspirando y sin ningún pudor mirándome.

¿Qué dijo? Es que esto cada vez se está complicando entre nosotros se ve que sigue igual de bromista.

—Con permiso—respondo ignorando lo que acaba de decir.

Él asiente sin más aún con sus brazos cruzados.

—Claro puede, yo aquí la observo—murmura pensativo pero llegué a escuchar todo antes de salir.

Ya cuando salí voy de prisa y me siento para tratar de respirar profundo, cierro mis ojos y coloco mis manos en mi frente. ¿¡Por qué!? A él le divierte todo mientras yo me moría de los nervios.

(...)

—Hijo entonces, ¿Cuál va hacer el nombre?—pregunta el señor Emilio muy atento.

Y así hemos pasado la reunión en constantes pregunta acerca del proyecto y con Eduardo con sus miradas con intensidad he igual de intimidante y pues yo siendo lo más profesional posible. Y es que desde que pasó ese pequeño encuentro no me puedo concentrar.

—El nombre es un factor muy importante y por eso estuve pensando en CaféVane—reveló con una pequeña sonrisa y mirándome fijamente.

¿Y por qué ese nombre? Ahora sí que no entiendo nada. Todos en la sala nos miramos confundidos y sin entender el porqué del nombre.

—¿Y a qué viene ese nombre?—pregunto ahora sí mirándolo—. Porque digo, pensaba que pues quería un nombre más comercial—confieso sin más.

—¿No sabe usted a qué viene ese nombre?—me preguntó directamente y con una pequeña sonrisa.

¡Este hombre! ¿Cómo sabré yo eso? Si estoy más que confundida, niego con la cabeza pensativa y aun mirándolo.

—Si nos haría el favor de explicarnos con gusto comprendemos—murmuré sin más.

—Si hijo, anda coméntanos un poco—dijo el padre de Eduardo muy emocionado.

—Es un nombre que lo llevo pensando mucho tiempo y es muy especial porque fue mi inspiración con este proyecto—expresó aún con su mirada en mí.

¿Por qué hace eso? Está tratando de volverme a intimidar y no se lo voy a permitir, claro que no.

—Y ya por favor. Es una decisión tomada y espero que me puedan entender—responde respirando profundo y un poco nervioso se podría decir.

—Entendimos perfectamente es como un acto de agradecimiento y de verdad se aprecia mucho—agregué asintiendo.

Eduardo cada vez me sorprende más, es que ponerle un nombre a tu primer producto y que además muchas personas saben lo importante que es la familia Lara. Es de admirar. Esa persona debería sentirse muy agradecida la verdad.

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