Capítulo 2
Dante
El que amanezca en la cama de una mujer desconocida no es nuevo para mí, amanezco en una diferente casi todos los días y ni siquiera me acuerdo del rostro de ninguna al abrir los ojos.
Hace ocho años murió aquel hombre imbécil que creía en el amor eterno y ahora solamente queda este que busca diversión sin compromiso. Para mí la palabra amor murió el día en el que encontré a aquella mujer que juró amarme en brazos de otro hombre y aún con su cinismo me juraba que todo era mentira.
Me levanto de la cama sin hacer mucho ruido y cunado logro ponerme mi bóxer que estaba junto al pantalón, dejo algo de dinero sobre la mesita de noche para después largarme. No suelo hacer eso con todas las que me acuesto, pero esta mujer en particular solamente me abrió las piernas por mi dinero y entonces le dejaría lo que tanto estaba buscando para que al despertar no se sintiera mal.
Son las seis de la mañana y me encuentro manejando directo hacia mi casa, preparándome mentalmente para todo el escándalo que se armará en cuanto ponga un pie en ese lugar.
– ¿Se puede saber dónde demonios estabas, Dante? – pregunta esa voz que conozco de memoria y la misma que siempre me causa dolor de cabeza.
– ¿Si sabes la respuesta para que preguntas siempre lo mismo? ¿Quieres que te mienta y te diga que estaba rezando? – pregunto como si nada sirviéndome un baso de whisky.
– Eres un cínico Dante ¿Cómo puedes decirme eso así tan descaradamente? ¿Quién te crees que soy?
– ¿Y qué quieres que haga, madre? ¿Quieres que te disfrace la verdad cuando sabes perfectamente dónde estaba metido? – pregunto sin perder la paciencia más de lo normal o al menos eso intento – Lamento que las cosas no se hagan como tú quieres madre, pero aquí la realidad es una sola y es que vengo de coger con una mujer de esas que tanto detestas.
– ¿En qué te has convertido, Dante? ¿Qué acaso ya no tienes suficientes escándalos por parte de la prensa? ¿Hasta cuándo vas a seguir acostándote con esas rameras que sacas de bares cada noche?
– ¿Te digo la verdad o prefieres que te la disfrace? – vuelvo a hacerle la misma pregunta – Jamás voy a dejar de hacerlo y me importa muy poco lo que digan de mí en los periódicos. Así que deja de tratar de controlar mi vida porque en cualquier momento perderé la paciencia contigo madre. Sabes que no eres de mis personas favoritas, así que mantente fuera de mi vida.
– A mí no me amenaces Dante Santos, soy tu madre y te exijo que dejes de comportarte de esa manera. Es hora de que asientes cabeza y te cases con...
Ni siquiera dejo que termine su disertación de madre puritana porque no le queda y porque no es necesario que siga hablando. Sé perfectamente por donde van sus palabras y ya me tiene bastante cansado con lo mismo desde hace años. Vengo escuchando la misma cantaleta todos los días desde que aquello pasó y hasta hoy lo soporté.
– ¡Suficiente madre, no más! No digas ni una sola palabra más o te juro que no soy responsable por lo que diga después – digo en un tono elevado que la hizo callarse de inmediato – En tu vida quiero que vuelvas a tratar de decirme que hacer y si en ocho años no te ha quedado claro, te lo dejo saber otra vez. Nunca voy a casarme con Lisandra como tú quieres, no me atrae y para mí es una mujer vacía que solamente vive de cosas materiales así como tú. No quiero tener que lidiar con una mujer tan superficial como ella, así que sácate esa idea de la cabeza porque en cualquier momento se me olvida que eres mi madre. Además, el que me haya acostado con ella estando borracho, no significa que la quiera porque esa noche no significó nada para mí. Maldigo una y otra vez ese maldito momento, ya que no he podido quitármela de encima desde momento. Nuestra amistad siempre fue una farsa así como todo en ella.
Salgo de la sala dejando el vaso quien sabe donde y al terminar de subir las escaleras veo a Lisandra parada justo a su lado. Al parecer escucho todo lo que dije sobre ella, pero a decir verdad no me importa en lo más mínimo sus lágrimas de cocodrilo. Nadie la manda a dejarse llenar la cabeza de estupideces por mi madre y mucho menos a vivir en esta casa como si fuéramos algo. Hace años la prensa la destrozó solamente porque dio declaraciones falsas en donde decía que éramos pareja, solo por pasar una noche conmigo. Relación que obviamente no era verdad y termino como mentirosa delante de todos cuando vieron la feria de mujeres que pasaban por mi cama.
Llego a mi habitación y comienzo a hacer mis maletas, necesito cuánto antes salir de esta casa o me volveré loco en cualquier momento. No soporto que quieran dominar mi vida como si yo fuera un muñeco y la verdad debí de haberlo hecho hace años.
– ¿Qué haces Dante? – me preguntan desde la puerta e ignoro por completo lo que dicen – ¿Te vas a ir? ¿Es por mi verdad?
– Te pido que salgas de mi habitación, no me hagas sacarte como las últimas veces. Ten algo de dignidad si es que en algún momento la has tenido.
– ¿Por qué haces esto Dante? ¿Qué te he hecho yo para que me trates así? Yo solamente te he amado desde siempre, me entregué a ti y tú solamente me rechazas todo el tiempo. Me humillas y me dices cosas que me lastiman ¿Por qué prefieres a esas mujeres descaradas que solamente se acuestan contigo por tu dinero? ¿Qué tienen ellas que no tenga yo? Tú y yo éramos amigos y nos queríamos ¿Qué fue lo que pasó para que me odies tanto?
Alejo las manos de Lisandra de mi cuerpo y la hago retroceder unos pasos. No quiero tener que ser grosero de nuevo, pero se está ganando una contesta igual o peor que la de mi madre.
– ¿Es por ella verdad? ¿Es por esa m*****a zorra? – dice con ese llanto molesto que solamente me irrita – Nunca has podido olvidar a esa m*****a zorra con la que te casaste, la misma que te engañó hace ocho años y yo que siempre he estado aquí para ti, soy invisible. Nunca me has tratado con cariño o me has mirado como alguna vez la miraste a ella. Desde que esa mujer llegó a tu vida me tratas peor que a un perro y te olvidaste de como quererme.
La simple mención de su sola presencia hizo que de un segundo a otro mi cara cambiara a una que sin duda causo temor en Lisandra. Puesto que de impedimento retrocedió y por instinto la tomé fuertemente del cuello pegándola a la pared.
– Quiero que me escuches muy bien porque va a ser la última vez que te lo diga Lisandra. Nunca, pero nunca vuelvas a mencionar su presencia en frente de mí y mucho menos esperes que salga corriendo a tus brazos porque eso no pasará jamás. Ahora quiero que salgas de mi habitación y desaparezcas de mi vista de inmediato. Una mujer como tú no tiene cavidad en mi vida.
Veo como luego de soltar su cuello Lisandra desaparece de mi vista aún con diferentes para respirar y creo que la mejor decisión que he tomado hasta ahora es la de largarme de esta casa. Necesito un lugar propio dónde vivir y no sentirme presionando por mi modo de vida.
Ya teniendo todo en la maleta, me encuentro con aquella caja que guarde en el fondo del armario. Aquella caja que contenía lo último que me quedaba de aquella m*****a mujer que destrozó mi vida.
Ni siquiera en estos años me he preguntado que fue de ella o del hijo que esperaba. Tal vez viva la dulce vida con su amante o se casó con otro idiota al que pudiera un sacarle dinero y aborto. No entiendo el motivo del porqué guarde esa caja por tantos años, pero ojalá nunca vuelva a cruzarse en mi camino.
Saliendo de la casa para dirigirme a la oficina, me encuentro con mi nana Isabel en el camino. La única que además de mi padre que no me jode todos los días, de hecho, después de lo que pasó aquella vez esta no me ha tratado igual que cuando era más joven.
– Buenos días, señor ¿Desea algo? – dice toda fría.
– Buenos días, nana ¿Te desperté?
– No me despertó señor, la verdad es que ya estaba despierta. Su madre y esa mujer se la pasaron en vela casi toda la noche evitando así que pudiera descansar.
– Lamento escuchar eso nana, pero eso se acaba hoy. Quiero que lleves mi maleta a esta dirección, aprendete esos números y destruye el papel. Pídele a Guillermo que te lleve y que te ayude con las maletas; a partir de hoy vivirás conmigo así ya no pasarás por esto.
– Eso no podrá ser. Sin embargo, usted si puede irse de la casa cuando guste.
– ¿Hasta cuándo vas a seguir tratándome así? Estoy cansado de que me digas señor todo el tiempo y me trates con indiferencia desde hace ocho años.
– Lo trato como lo que es, el hijo de los dueños de la casa. Así que no entiendo cuál es su molestia si aquella noche me lo dejó bien claro cuando trate de hacerlo entrar en razón.
– Me molesta que desde hace ocho años ya no me trates con cariño y todo por culpa aquella m*****a mujer. Además, lo que dije esa noche fue producto de mi molestia.
– Aquella m*****a mujer como ahora usted la llama, no se merecía lo que le hicieron. Ella no era culpable y algún día usted va a arrepentirse de eso. Pagará con creces las lágrimas de aquella muchacha y sobre todo el haberla abandonado embarazada de su hijo. El hijo que ambos iban a tener, mujeres como ella solo se entregan a un hombre en la vida y lo hacen por amor. Tienes tan envenenada el alma que no lo puedes ver y yo no estoy dispuesta a vivir con usted si todas las noches sigue tirando su vida a la basura en ver de buscar a su verdadera familia.
Capítulo 3Dante Llego a la oficina como todos los días después de los problemas en mi casa y sé que más de una persona me mira en todo a este lugar; a saber que dirá la prensa esta mañana de mí. Tal vez como siempre dirán que me vieron salir de un bar con otra mujer distinta y luego de un hotel y me pregunto si esas personas no tienen vida propia.Subo hasta el último piso y al hacerlo, veo como la secretaria de mi padre me está esperando, lo que significa que este quiere verme en cuanto llegue. Así que sin perder el tiempo me dirijo a su oficina para ver que necesita de mí.– Buenos días, padre ¿Querías verme? – pregunto entrando y sentándome justo frente a él.– Si quería verte, hijo. Quería sabes como te fue esta mañana al llegar a casa y también quiero hablarte de un negocio que tengo entre manos.– Ya sabes perfectamente como me fue está mañana papá, lo que no sabes es que a partir de hoy ya no viviré más ahí. Al fin tengo mi ático listo y me iré a vivir ahí con nana Isabel aunq
Capítulo 4VanessaEsta mañana me había levantado como todos los días a hacer mi nueva rutina diaria y todavía no me acostumbraba a tener que ir diariamente a la empresa. Ni tampoco a ser recibida tan bien por todos sus trabajadores, incluyendo a la chica que ahora es mi secretaria. Para el día de hoy, tendría mi primera presentación en vivo con unos nuevos inversionistas. Los cuales estaban por lanzar al mercado su nueva línea de autos y para colmo eran italianos ¿Qué posibilidades había de que el destino fuera a traicionarme?Ya era media mañana cuando recibí una llamada de la escuela de las niñas, en donde me avisaban que ambas tenían un poco de fiebre y no se sentían muy bien. Así que sin perder más el tiempo, salí de inmediato y le dejé dicho a mi secretaria que le informara a mi padre de lo sucedido. Para mí era mucho más importante la salud de mis niñas que cualquier otra cosa o inversionista, ya me encargaría después de pedir disculpas si llegara a ser necesario.Al llegar a l
Capítulo 5DanteSiento como si el mundo se me estuviera cayendo encima, como si el pecho me lo estuviesen apretando con una prensa hasta dejarme sin aliento. Ni siquiera sabía por donde empezar a hablar cuando vi a Vanessa después de tantos años y el que descubriera así que tenía dos hijas no estaba siendo nada divertido. Sentí un nudo en mi garganta cuando la vi tomar a las niñas y salir despavorida para ocultarlas de mí, el cual no me dejaba llevar aire hasta mis pulmones correctamente. Tenía dos hijas, dos hijas a las que no vi nacer y mucho menos vi crecer en todos estos años. Dos hijas que son iguales a mí en casi toda la parte física del rostro y no sabía ni siquiera por donde empezar a hablar. Tampoco cabía dentro de mi pecho el dolor que comenzaba a creer rápidamente al saber que por mi culpa una de las dos casi se muere al nacer y yo no estuve ahí.Cuando Vanessa salió de la sala de juntas, podía sentir como a mi alrededor las personas hablaban cosas sin sentido y yo solo p
Capítulo 6Polonia (nueve años atrás)VaneCamino por los pasillos de la empresa de mi padre como todas las tardes cuando llegó de la escuela y al estar frente a su oficina soy recibida por Grisel, quien es su secretaria desde hace cinco añ– Buenas tardes Vane, tu padre te está esperando como siemp– Gracias por apartar este hueco para mí todos los días, alguien tiene que hacer que se alimente bien y cuando yo ya no este tú serás la responsable de esto Gris– Para mí será un placer, me va a gustar el escucharlo pelear y decir que lo tratan como si fuera un niño chiqui– Entonces será muy divertidLuego de intercambiar un par de palabras y risas con Grisel, entro a la oficina de mi padre. Quien está detrás de su escritorio y ni siquiera se ha dado cuenta de mi presencia o al menos esos quiere hacerme creer. Él siempre me nota aunque sea de lejos y le gusta hacer estas cosas porque sabe que lo voy a regaña– Es tiempo de descansar, señor Taylor. El almuerzo se enfría y sabes que no me g
Capítulo 7DanteMe encontraba encerado en la habitación del hotel que había reservado desde Sicilia y miraba los papeles que tenía en mis manos una y otra vez. No podía creer lo que aquí decía por qué eso significaría que le hice daño a Vanessa, la única mujer que fue capaz de cambiar mi mundo en un abrir y cerrar de ojos desde el primer momento en que la vi. Estampo el vaso de cristal contra la pared y este se deshace en mil pedazos ¿Cómo podría ser esto posible si yo la vi con mis propios ojos? ¿Quién en su sano juicio la drogaría solamente para separarnos y hacernos daño? Esto tenía que ser un error y estaban jugando conmigo. Querían hacerme sentir mal y culpable por lo que le hice.Mi teléfono comienza a sonar de un momento a otro y sin dejar que de un segundo timbre descuelgo la llamada de inmediato. Sabía quién era la persona que me estaba llamando y lejos de ser algún miembro de mi familia se trataba de Bruno, mi abogado de confianza y mi amigo de toda la vida.– ¿Dime qué ave
Capítulo 8Vanessa Ya había caído la noche y me encontraba mirando por la ventana del despacho de mi padre sin saber como voy a enfrentar esto que se me viene encima. Sabía mejor que nadie que Dante no era un hombre de quedarse de brazos cruzados y de seguro ahora que sabe que las niñas son suyas va a tratar por todos los medios de estar cerca de ellas. Cosa que obviamente no pensaba permitir porque él nos alejó de su lado sin importarle absolutamente nada aquella noche. Además, era más que obvio que ahora su madre y Lisandra harían hasta lo imposible por volver a hacerme daño como en el pasado. Lástima que para ellas las cosas no serán tan sencillas como la última vez y yo se los dejaría claro.Nunca he sido mujer de tomar más alcohol del que debía y ahora me encontraba bebiendo en el despacho de mi padre que es el único lugar donde hay. Solamente podía observar las estrellas desde la ventana y las envidiaba un poco. Ellas estaban a cientos de kilómetros de aquí y no tenían problemas
Capítulo 9Dante Escucho a lo lejos la voz de mi padre y sus incansables golpes en la puerta, pero como estoy que ni siquiera puedo con mi alma únicamente me quedo sentado en la cama sin intenciones de moverme.Siento como todo a mi alrededor se mueve y ese sonido taladra mi cabeza, pero para cuando quiero levantarme para abrir y que dejen de hacerlo. Mi padre entra como un torbellino por la puerta y suspira aliviado en cuanto me ve, al parecer él había pensado que tal vez había terminado con mi vida. Algo que obviamente pensé y cuando vi la cara de Bruno supe que ambos habían pensado lo mismo, más que nada porque mi amigo escuchó toda mi frustración siendo tratada de calmar mientras destrozaba todo a mi paso.– Por dios que es todo este desastre – dice mi padre mientras mira a su alrededor – ¿Estás bien Dante? Apestas a alcohol.– Apesto más que a solo alcohol, apesto a cobardía y a infeliz miserable – digo con la m****a perdida mientras pienso en todo – Soy una basura de ser humano.
Capítulo 10Dante Sin duda las palabras de Vanessa estaban siendo como un puñal que se clavaba en mi piel una y otra vez, ya que recordaba que efectivamente esas palabras tan hirientes salieron de mi boca. Jamás debí de usarlas y mucho menos debí de desconfiar de ella, sin embargo, lo que no podía permitir ahora era que dijera que sea arrepentía de haberse casado conmigo porque eso significaría que se arrepiente de haber tenido a esas dos bellas niñas. Esas dos bellas niñas que también son mías.– No digas eso Vanessa, no lo hagas porque eso sería como decir que te estás arrepintiendo de nuestras hijas – le digo acercándome a ella y al hacerlo vuelve a voltearme la cara de una sola bofetada más fuerte que la anterior.– Nunca más vuelvas a decir la palabra nuestras o te juro que te mato, Dante y hablo en serio. Violeta y Valentina son solamente mías, son mis hijas porque tú jamás las quisiste desde que estuvieron en mi vientre. Así que no tienes ese maldito derecho para referirte a el