Las ganas de vomitar hicieron que se despertara bruscamente. Sale corriendo, tapándose la boca ya casi con el vómito entre sus dedos. Abre la tapa del retrete y expulsa todo lo poco que tiene en su estómago. Desde la cena de ayer no ha vuelto a comer nada. Tose y se sujeta como puede. Después de unos minutos todo cesa. Se lava sus manos, cara y dientes. —¡Alá! —Se soba el cuello. El celular comienza a timbrar. Regresa a la habitación y lo coge de su mesita de noche. Es Miranda. —¡Hola, ingrata! —Nailea sonríe a pesar de cómo se sentía. —¡Hola, amiga! —Su voz sonaba más ronca de lo normal. —¿Qué sucede? Tu voz esta extraña. —Acabo de vomitar, pero ya estoy bien. —Espera… ¿acaso es lo que imagino? —Sí, lo es. —Dice, con felicidad. —¿No es muy pronto? ¿Cómo te sientes? —Miranda se preocupa por ella. —Tal vez, pero me siento feliz. —Entonces, yo también estoy feliz por ti. —Espeta, contenta. Inician una larga platica donde Nailea le cuenta por todo lo que ha pasado los últimos d
Las manos de Mirah sudaban por los nervios. Su hermano y Rayan la miran fijamente. —Hermana es preciso que nos aclares ciertos eventos. —Tareq se puso de pie. —No voy a juzgarte. Solo necesito saber la verdad. —Camina hacia ella. —¿Qué sucedió el día en que tú y Sonya desaparecieron? —La toma de las manos. —No tengas miedo hermana. —Dice, mirándola tiernamente y ella asiente. —Ese día Sonya y yo estábamos comprando en el centro comercial y los guardaespaldas de Rayan nos —levanta la mirada. Rayan la ve arrepentido. —nos pidieron que los acompañáramos. Subimos al coche y Rayan estaba dentro. Le dijo a Sonya que necesitaba hablar con ella. —Mirah omite la mayoría de los detalles de la manera en que actuó Rayan. —Nos llevó a una cabaña. —Continuo y Rayan agacha la cabeza. —Y le dijo a Sonya que firmara el Nikah. Nos mostró una carta de baba… —respira, profundo. —Sonya iba a firmar, pero yo no podía permitirlo ya que ella iba a casarse con Akram. —Este la mira asintiendo. —Le dije a Raya
—¡Por favor, mamita, no me cuelgues! —Le ruega —No hables para que Baba no te escuche. No estás sola. Ya casi llego. —Nailea quiere que el taxista acelere. Hay tráfico, pero en su desesperación le hace señas indicándole que se apresure. —Madre, ¿en qué parte de la casa estas?—Ee-nn tú habitación. —Susurra con dolor.—¡No me cuelgues! Sigue escuchándome. —Le pide.Tareq y Akram concluían una de las reuniones más importantes. Habían ganado dos grandes proyectos de construcción en Europa y Canadá. Uno de sus asistentes entra y le comenta que Nani Suhaila quería hablar con él urgentemente. Tareq le pide a Akram que finalice y sale tomando el teléfono inalámbrico de la oficina.—Nani, ¿sucedió algo? —Indaga, muy preocupado.—¡Hijo, Nailea salió a buscar a su madre! Dijo que esta herida. —Su voz de angustia alarma más a Tareq.—¿Cómo dices? —Se detiene buscando su celular. Cuando ve cinco llamadas perdidas de su esposa quiere morir.—Me dejo la siguiente dirección. Dijo que iba para allá. —
“Tareq” El día en que conocí a mi esposa fue uno de los más felices de mi vida porque el más feliz fue cuando me casé con ella. Y es que Nailea no tiene noción de lo que significa para mí, ella es simplemente el amor de mi vida. Todo el tiempo me cuestione tantas cosas acerca de la vida pese a que en el Corán están todas las respuestas. Pero en cuestiones del amor llegue a pensar que Alá se había olvidado de mí y contrario a lo que muchos piensan yo soy un hombre que cree en el amor fervientemente; es lo que me impulsa a levantarme todas las mañanas. Antes de tenerla a ella en mi vida, cometí varias faltas y una de ellas fue Rina. No ha dejado de llamarme día con día. Me deja mensajes pidiéndome que hablemos. Se lo que quiere y eso no sucederá. Tampoco perderé mi tiempo haciéndola entender. Además, mi prioridad es mi esposa; mi dulce y hermosa esposa quien yace dormida en esta cama de hospital. Siento que le he fallado tantas veces. Yo que prometí protegerla y, sin embargo, ha estad
Tareq se despierta en silencio. Disfruta del calor de su esposa. Ve su celular y marca las 4:45 a.m. Se separa de ella, despacio, sin despertarla. Descalzo camina hacia la ventana y abre las cortinas. El sol aún no sale. Suspira reteniendo todo el aire en sus pulmones y luego exhala, lo repite tres veces. Está listo para comenzar sus oraciones. El tiempo para Fayr (Oración del amanecer) es desde que comienza el amanecer hasta la salida del sol. Los rezos son en voz alta para los hombres y en voz baja para las mujeres. Tareq los hará en voz baja para no despertar a su esposa. De pie, con reverencia y humildad, con la vista hacia en frente. El lugar no importa cuando la intención está en el corazón. Comienza con el primer Rak´ah (Repetición). Él levanta sus dos manos hasta la altura de sus orejas con las palmas abiertas, a esta acción se le llama Takbir (Expresión de fe en el islam). —Al- laju Akbar (Alá es el más grande). —Susurra. Luego baja los brazos y coloca en su pecho su mano d
—¡Tareq! Te estoy hablando. —Su amigo Akram demanda su atención. —Estás completamente perdido y, además, tienes una cara de tonto. —Comienza a reír.—¡Que te puedo decir! —Expresa, con la mirada chispeante. Desde que llegó temprano a su oficina no puede dejar de pensar en Nailea. — Soy un hombre completamente feliz. Además, tú no tienes mejor cara que la mía. —Se pone de pie riendo.—Es que tengo una noticia que darte. ¡Es un varón! Vas a ser tío de un niño. Le cuenta con alegría. Tareq lo abraza con emoción.—¡Alá, que noticia tan hermosa! —Responde, Tareq. Akram tiene el corazón hinchado de felicidad. Su familia lo es todo para él.Varios toques en la puerta los distraen. Uno de los asistentes de Tareq entra.—Señor Falú, la señorita Rina Massú está afuera y pide hablar con usted. —Tareq lo mira, extrañado. Creía haber sido suficientemente claro con ella.—Dígale, por favor, que en este momento no puedo atenderla. —El hombre asiente y sale.—¿Rina? No comprendo.—Hay cosas que no sab
La voz de Miranda retumbo por todo el salón. Todos la miran y ella no aparta la vista de Rayan. Nailea no puede permitir que su amiga se humille de esa manera y sin dudarlo corre hacia ella mientras todos la observan, especialmente a Tareq.—¡Alá, Miranda! Por favor, vamos afuera. —Le susurra, dándole un abrazo y dos besos en las mejillas de saludo, para disimular. La toma de la mano para llevarla afuera.—Solo quiero que me explique, ¿por qué? —Su voz se quiebra.— Te aseguro que cualquier cosa que te diga en este instante no será lo que quieres escuchar. Si fuera diferente estaría aquí parado frente a ti, justo ahora. ¿No crees? —El labio inferior de Miranda comienza a temblar. Lo mira nuevamente y Rayan permanece sin moverse de su sitio. En cambio, le devuelve una vacía con gesto serio. —Vamos, que no te vean llorar. —Miranda entiende y se traga sus lágrimas. Nailea se gira y mira a todos con la cabeza en alto.— Asf, Miranda hi sadiqi min Madrid, fahi tataealam thaqafatina. laqad '
Muy temprano por la mañana y luego de su hora habitual de ejercicio, Tareq toma su licuado de proteínas. Abraza a su Nani Suhaila dándole los buenos días mientras ella les prepara el desayuno con amor. —¡Buenos días! —Entra Nailea a la cocina bajo la atenta mirada su esposo. —Madrugaste hoy mi ángel. —Nani reía al ver la cara de Tareq al verla. —Quede de verme con mi amiga Miranda aquí en el café del hotel. —Nailea los saluda dándoles un abrazo a cada uno. —¡Eyyy! ¿No te falta algo? —Pregunta, Tareq, esperando el beso de su esposa. Nailea se sonroja y mira a Nani con vergüenza. Ella les da la espalda abriendo el refrigerador. Nailea aprovecha e intenta darle un fugaz beso a su esposo, pero cuando sus labios tocan los de él, Tareq la sujeta y profundiza más el beso. —Así está mejor. Iré a darme una ducha. —Dice, yéndose muy campante y dejándola más enamorada que nunca. Se mira tan guapo con ropa de ejercicio. —¿Desayunaras con tu amiga? —No Nani, solo será un café. Desayunaré con