La familia de Tareq aún no sabía lo que estaba sucediendo. La señora Fátima comienza a preocuparse por la tardanza de su hija. Busca a Tareq entre la gente y no lo encuentra. Mirah conversa amenamente con sus primas.Rayan no entiende qué sucede y su familia menos, pero los comentarios de que lo han plantado empiezan a escucharse. Camina furioso hacia dentro de la casa en busca de su prometida. Se dispone a subir las escaleras cuando Badra lo ve.—No está allí. —Le dice, coqueta. —¿Dónde está? Pregunta, acercándose a ella. —En el hospital. Akram la llevó y Tareq y Nailea se fueron tras ellos. —Rayan la ve, desconcertado. Ella sonríe. —¡Uy, pobre de ti, Rayan! Te han visto la cara y de qué manera. —Pasa su dedo índice por el pecho de él.—¿De qué hablas, Badra? ¡Dímelo claro! —Le grita. —Pero ¿por qué me gritas? Yo no tengo la culpa. —Hace pucheros. —Eres tú él que cometió un error al elegirla a ella y no a mí. —Rayan no la escucha más y sale corriendo hacia la salida para tomar su a
Después de volver a discutir con Tareq, Akram había logrado convencerlo de que lo dejara entrar a ver a Sonya. Ella aún seguía dormida. Tareq aceptó y la dejó bajo su cuidado haciéndolo responsable de cualquier cosa que le pase. Akram se acerca a ella; dormía tranquilamente como si las últimas horas hubieran sido las mejores, contrario a lo que realmente había sucedido. Con mucho cuidado acaricia su mejilla. Es tan bonita. Quiere verla sonreír de nuevo y que esos hoyuelos se le marquen. Ella comienza a despertarse al percibir el tacto de su mano. Abre sus ojos y lo ve; al ver su rostro herido se alarma. —¡Por Alá! ¿Qué te pasó? —Lo examina tomando su rostro con las dos manos y él la observa con amor. —Nada, estoy bien. —Dijo acariciando el dorso de sus manos, pero ella recordó lo que había pasado y reaccionó molesta alejándose de él. —¿Qué haces aquí? Vete. —Intenta ser fría, pero no lo hace muy bien. —Sonya, mi lugar está a tu lado. —Ella lo mira, extrañada. Esta tan tranquil
Tareq hablaba con su madre en el despacho. Le contó lo que necesitaba saber sobre Sonya. No omitió lo del bebé, pues, al final, tarde o temprano lo sabría. Un bebé no es algo que deba pasarse por desapercibido. Prefirió no mencionarle que Sonya intentó quitarse la vida. —¡Alá! ¡Esto es una tragedia! Mi hija deshonrada. ¿Cómo pudo Akram hacernos esto? —Llora. —Akram quiere casarse con ella —Espeta Tareq, sin emoción. Aún se siente traicionado por su amigo. La señora Fátima cesa el llanto de inmediato y sus ojos brillan. —¡Esto es un milagro! ¡No lo puedo creer! ¿De verdad Akram quiere casarse con ella a pesar de que ya no es pura? —Tareq la mira, molesto. —Madre, él le arrebató su pureza. No debería de importarle, ¿no crees? —Dice, duramente. —Por eso mismo. Si ya obtuvo lo que quería, me asombra que quiera casarse. —Dice, limpiándose las lágrimas. —Dice que la ama. —Menciona, pensativo. —¡Alá, gracias! Un momento… ¿qué pasará con Rayan? —Recuerda, alarmada. —Ya hablé co
Lila se sienta tragándose sus lágrimas mientras todos se observan en silencio. Con manos temblorosas, Nailea pone la comida en el plato de Tareq. Lila no deja de verla con enojo. —Lo prefiere sin caldo. —Espeta, con arrogancia. Dejando notar que Nailea aún no conoce a su esposo. Tareq iba a responder, pero Nailea se adelanta. —¿Es así mi Eini? —Le pregunta con dulzura, sacando el caldo del plato. Tareq sonríe y asiente. Lila no aguanta más y se levanta dispuesta a irse. —¡Te sientas! —Le ordena Tareq y ella baja despacio hasta volver a sentarse. —Ahora todos vamos a comer tranquilos. —Finaliza y los demás comienzan a servirse. La cena termina en paz. Tareq se encierra en el despacho con Akram y Nailea corre a refugiarse a su habitación, pero Lila la intercepta. —Vas a pagarme cada humillación ¡Te lo juro! —Amenaza. —Lila, ¿me das permiso? —Le solicita Nailea, amablemente. —En esta casa nunca serás feliz. —Se aparta retirándose. Sus palabras le provocan escalofríos a Nailea
Nailea le sostenía la mirada a Tareq. No iba a desistir. Necesitaba saber que estaba pasando. —De acuerdo. —Tareq se posicionó cara a cara. —Tu tío y tu padre están involucrados en el atentado que sufrimos. —Nailea contuvo la respiración. Simplemente no podía creer lo que escuchaba. —Al parecer se confabularon con Ghadabi para deshacerse de nosotros y poder tomar posesión de tu Nikah. Con eso tu tío se volvería más fuerte y millonario. Le darían una parte del dinero a Ghadabi, adicional a la satisfacción de consumar su venganza hacia mí por haberles quitado las acciones. —Pero… ¿cómo estas tan seguro de esa historia Tareq? —Pregunta Nailea, con la voz entrecortada, aún con la esperanza de que no fuera cierto. —Tengo informes de investigadores privados. Puedo comprobarte todo lo que digo. Hay grabaciones. —Le explica. —¡No puede ser!... mi propia familia… mi propio padre. —El rostro de Nailea se volvió de completo dolor e indignación. —Yo... yo no tengo palabras. —Sus manos tiemb
—Firma. —Le ordena. —¡No voy a firmar nada! —Exclama, furiosa. —Entonces, no te importa que Akram parta de este mundo. —Le muestra un video dónde se ve a Akram comiendo con su familia. —Será muy fácil. Solo tengo que dar una orden y listo. Un disparo certero. —Lo dice con total frialdad. —¡Por Alá, Rayan! ¿Cómo puedes hacernos esto? —Expresa Mirah, llorando, nerviosa. Rayan las había llevado a una cabaña no muy lejos de la ciudad. Estaban sentadas frente a una mesa redonda; una a la par de la otra. Mirah sostenía la mano de su hermana dándose apoyo. —¿Cómo pudo ella cambiarme por ese imbécil? —Grita con rabia y señala. —¡Él no es mejor que yo! —Se pone de pie temblando de enojo. —Discúlpame, sé que no debí... —Rayan comienza a reírse. —¿Qué te disculpe? No... yo voy a hacer algo mejor que eso. Así que ¡FIRMA! —Da una manotada sobre el papel y las dos saltan asustadas. —¿Para qué quieres que firme? Tú sabes que este contrato no tendrá ninguna validez sin mi hermano presente.
Canción de escena: Nasini El Donya - Ragheb Alama “Nailea” Estos días han sido una locura y la tensión demasiado abrumadora. Especialmente hoy. Comprendo porque Tareq pasa tan estresado. Tiene mucha presión sobre sus hombros y hacerse cargo de una familia no es fácil mucho más para alguien tan comprometido como él. Camino hacia el baño. Necesito el agua caliente sobre mi cuerpo, esta vez preparo la bañera; le pongo sales, me hago una coleta, me desnudo y entro en ella. Cierro mis ojos respirando pausadamente. ¡Alá! Mi cuerpo me lo agradece infinitamente. No sé cuánto tiempo pasa, pero ya siento mis dedos arrugados. Me pongo de pie dispuesta a salir. Giro un poco para tomar mi bata de baño y me asusto al ver a Tareq parado en la puerta viéndome desnuda. Instintivamente cubro lo que puedo de mi cuerpo con mis manos. Él sonríe tan tierno que también me hace reír. Se acerca y toma la bata. —Conozco muy bien las partes de tu cuerpo que intentas tapar. —Abre la bata para que meta mis br
Al ver salir a la señora Zayda del despacho Nailea camina en busca de su esposo. —¡Tú serás la ruina de Tareq! —La señala, la señora Zayda al pasar a la par de ella, sin detenerse. Nailea entra al despacho un tanto extrañada por su reacción. Si bien es cierto, no eran amigas, pero ella nunca la había tratado mal. En cambio, mantenía su distancia con respeto. —¿Y esa carita? —Le pregunta Tareq, indagando con la mirada. —¿Puedo saber que hablaste con ella? —Él asiente. —Está preocupada por el futuro de Lila. —Comenta con serenidad. —Tareq… hace tiempo quiero hacerte esta pregunta. —Respira profundo para tomar valor. —¿Por qué es tan importante que tengas una segunda esposa? —Él arruga su frente. —Siéntate. —Le pide, mientras se acerca al estante de libros. Abre una puerta en la parte baja y deja ver una enorme caja fuerte. Marca un código y saca algunos papeles. —Toma y lee la cláusula siete. —Nailea busca la cláusula y comienza a leer en voz baja. “Una vez casado, para que mi h