Pocos aliados.―Ana, sé que lo que estoy por decirte puede parecerte una locura… pero quiero que sepas que sin importar la decisión que tomes yo estaré infinitamente agradecida por todo tu apoyo. Si decides hacerte a un lado y no involucrarte lo entenderé completamente y no espero que te sientas mal por eso… quiero que sepas qué pienso hacerle frente a esos condenados.Ana se me quedó viendo mientras sopesaba el peso de mis palabras. Ella era una mujer muy atenta cuando llegaba el momento de una conversación así de seria. No por nada tenía Ana la capacidad de comportarse como una madre preocupada para con sus amigos, sin embargo, aquello que yo le planteaba logró sacarla de sus cavilaciones, creándole un choque de confrontación enorme y bastante fuerte. Ella era mucho menos impulsiva que yo, por lo que casi nunca metía la pata y se tomaba con detenimiento la toma de cualquier decisión, aunque fuese una minúscula y en apariencia insignificante. Aquel planteamiento que yo le hacía, por
Obstáculo inesperado ―El chofer me pidió encarecidamente mantenerle informado de tu progreso… me pidió informarle, apenas lograrás despertar. ― ¡Bien! ―exclamé alegre de escuchar aquello, Arthur era justo la persona con la que necesitaba charlar, si de verdad quería hacer algo para tomarle el pulso a la situación―, entonces llámalo, dile por favor que necesito hablar con él cuanto antes. Ana me prestaba atención, pero no se movió al escucharme decir aquello, lo que me ocasionó un poco de molestia, por lo cual la miré con cara de pocos amigos y le dije. ―Ana, por favor, no tenemos tiempo que perder. Pero Ana seguía sumida en su meditación. Entonces me explicó: ―El chofer de tu jefe fue muy enfático en el peligro que corríamos todas las personas que podíamos de alguna manera hacerle la contra al plan de esos maniáticos, por eso no me dejo ningún número de teléfono ni nada. Él solo me dijo que
Como dos fugitivas El resto del recorrido fue sumido en el caos de la inquietud que nos hacía saber que habíamos dejado a Ethan renqueando del dolor sobre el suelo del tercer piso. El tiempo que tardaría ese ascensor en llegar al primer piso podía ser crucial en la posibilidad de tener un escape limpio y sin mayores sobresaltos. Era plena mañana, por lo que el lugar bullía de actividad, pero fue esa actividad caótica y desenfrenada la que de alguna manera nos permitió mezclarnos con la confusión del momento, pues todo el mundo se encontraba concentrado en sus cosas de tal manera que no estaban como para prestar atención a una muchacha joven con traje de enfermera llevando en una silla de ruedas a otra chica con cara de alegría. Yo sonreía en todo momento para no delatar ningún gesto incierto que pudiese delatar alguna situación fuera de lugar. Cuando el ascensor se detuvo en los dos pisos para que otra gente subiera y bajara, nos mantuvimos apegadas, Ana y yo, a esos
Arthur Aquella tienda me despertaba una marejada de sensaciones y recuerdos que de manera insoportable me hacían pensar en él. Ese había sido uno de los lugares que visitamos aquel primer día de la que sería esa especie de relación que nos unió a los dos bajo los parámetros de aquel contrato que luego quedó en él olvidó cuando fueron el amor y la pasión las que dirigieron el rumbo de nuestros pasos, encaminando todo para que en ese momento yo, a pesar de estar sufriendo por la limitación de mis piernas, estuviese atravesando esa cruzada solo para poder ayudar al hombre al que amaba con locura y desenfreno para librarlo de las garras de aquellos que por la codicia y la ambición habían convertido nuestras vidas en un infierno sin precedentes. Las palabras que Arthur había dicho a Ana me parecían demasiado sutiles, pero también lo suficientemente elocuentes como para que ese mensaje tuviese sentido. Arthur sabia a la perfección que aquel lugar tenía una pr
Piezas en su lugar.―Entiendo que para ti no ha sido nada fácil todo este proceso Arthur… todos le dieron la espalda ―espeté con un dejo de furia contenida en aquella expresión que me llenaba la boca con la rabia al descubrir que en el momento de la prueba, los que un día habían estado a su lado ahora le daban la espalda sin un mínimo de vergüenza. Una prueba necesaria para saber en quién confiar, pero lamentablemente en el caso de Cristian, la prueba le había llevado a estar en la prisión.―Varios de los antiguos empleados de la empresa intentaron ponerse del lado del señor Cavill para testificar a su favor, pero Martins había estado trabajando en silencio y entre las sombras, infiltrando todos los estamentos de la empresa hasta tener gente de su confianza en todos los departamentos del lugar. Al final los pocos que tenían intenciones de apoyar a su jefe terminaron sucumbiendo a las amenazas o los sobornos y aun los pocos que no cedimos nada de eso hemos sido víctimas de atentados po
Un aliado invaluableArthur se atrevió a salir de su escondite solo por saber que había que hacer algo para poder revertir la situación. Él ya había intentado de todo y sabía bien que en sus manos no tenía nada que poder ofrecer para la resolución necesaria de la situación, sin embargo, su espíritu de entrega y su instinto de protección le empujaron a dejar de lado cualquier precaución y acompañarnos para cuidarnos de cualquier posible peligro que se pudiese presentar en nuestro camino.Por lo que Arthur nos explicó, Martins ya había tomado el control absoluto de las industrias Cavill para manejarlas a su antojo, más como un cartel de mafiosos que como una empresa respetada y de renombre. El patrimonio en disputa, después de que rebeca hiciera válida una cláusula de divorcio apenas a menos de una semana de haber firmado el matrimonio que le unía con el señor Cavill, le hacía acreedora de la mitad de las acciones de la empresa y por consiguiente esto dejaba el resto de acciones en mano
El del traje oscuroLlegamos al lugar donde las autoridades tenían resguardado al sujeto del traje oscuro. Él definitivamente tenía un nombre, pero para mí había quedado con ese sobrenombre desde el primer día.Cuando llegamos a las inmediaciones del edificio, aparcamos la camioneta cerca para no llegar en ella y así no alterar las cosas más de lo normal. Lo cierto era que nosotros no éramos ningunos criminales ni mucho menos y a lo mucho quien podía acusarnos de algo era Ethan y el hospital; Ethan por haber tomado prestada su camioneta luego de golpearle en la entrepierna y dejarlo tirado en el piso y el hospital por habernos fugado cuando yo aún debía permanecer bajo estricta vigilancia médica.De hecho, teníamos fuerte razones para ser nosotras el objeto de custodia. Era necesario evitar algún posible atentado como lo había tenido que sufrir Arthur y también el sujeto al que necesitábamos ver, pero el poder de aquellos dos demonios se había desatado de una forma tan siniestra que pa
Quieras o noComenzar una petición con algo que bien que podía interpretarse como una amenaza no era la mejor idea del mundo, pero en mi desesperación no encontraba otra manera de actuar, que no fuese esa que siempre me había caracterizado y que había marcado gran parte de mi proceder en mi vida adulta: la impulsividad de mis emociones chispeantes iba por delante del raciocinio y la lógica. Por suerte el sujeto con aquella venda cubriéndole la cabeza no reaccionó de manera molesta ante mi planteamiento. Él parecía tomárselo con mucha calma, por lo que solamente miró a quienes me acompañaban y suspiro como aliviado de poder escuchar aquello.―Como se lo pudo hacer saber al señor Arthur antes de que la situación se saliera de control, el asunto con la detención del señor Cavill es legalmente injustificada y solo hace falta poder ejecutar los amparos necesarios para que el señor pueda salir en libertad, por lo menos pagando una fianza. El asunto está en poder realizar los procedimientos