Muchas gracias a ti mi querida lectora por esperar esta tercera parte. Tuve algunos inconvenientes de salud, por lo que no pude actualizar a tiempo, así como tampoco estar presente en las redes sociales, pero ahora ya estamos de vuelta con un buen maratón de capítulos para ustedes.
Quieras o noComenzar una petición con algo que bien que podía interpretarse como una amenaza no era la mejor idea del mundo, pero en mi desesperación no encontraba otra manera de actuar, que no fuese esa que siempre me había caracterizado y que había marcado gran parte de mi proceder en mi vida adulta: la impulsividad de mis emociones chispeantes iba por delante del raciocinio y la lógica. Por suerte el sujeto con aquella venda cubriéndole la cabeza no reaccionó de manera molesta ante mi planteamiento. Él parecía tomárselo con mucha calma, por lo que solamente miró a quienes me acompañaban y suspiro como aliviado de poder escuchar aquello.―Como se lo pudo hacer saber al señor Arthur antes de que la situación se saliera de control, el asunto con la detención del señor Cavill es legalmente injustificada y solo hace falta poder ejecutar los amparos necesarios para que el señor pueda salir en libertad, por lo menos pagando una fianza. El asunto está en poder realizar los procedimientos
En las buenas y en las malasEl tiempo para aclarar las cosas fue relativamente corto después de que yo les expliqué las verdades que había podido descubrir en ese corto tiempo. Sobre todo el asunto del dinero fue aclarado con rapidez, pues, les hice saber que del dinero que me había quedado luego de la cancelación de mi cumplimiento a la primera semana del contrato y también con el soborno que Martins me entregó, yo había logrado invertir en una especie de bolsa de valores comunitaria que funcionaba en la localidad donde había vivido con mi hermano durante los últimos dos meses. Aquel proyecto de inversión funcionaba como una especie fondo de ahorros para pequeños productores y granjeros que recibían financiación a cambio de la paga de cuotas, con cómodos intereses que les permitían trabajar con relativa comodidad. Solo era necesario realizar una llamada para que parte de ese dinero estuviese a mi disposición en cuestión de un par de horas; en cambio, con la cuestión de la identid
Cinco minutosLuego de que el policía de la puerta opusiere una renuencia efímera, el grupo entero logramos dirigirnos al lugar en el coche del sujeto del traje oscuro.Durante todo el trayecto procuramos mantenernos en las que eran las principales y más concurridas arterias viales para así oponer mayor resistencia a lo que pudiera ser algún atentado por parte de aquellas huestes de maldad que estaban al servicio de los intereses criminales y desvergonzados de aquel par de delincuentes.Arthur se ocupaba en mirar en todas las direcciones desde su lugar del copiloto, mientras el abogado manejaba lleno de nerviosismo apretando fuertemente el borde de cuero sintético de aquel volante que se movía con intensidad. El interior de ese coche olía a fresa artificial por el efecto aromático de aquel aparatito que estaba instalado sobre la rendija del aire acondicionado que estaba apagado a pesar de que las ventanillas iban cerradas. Lo que menos queríamos era ser vistos por algún ojo indiscret
La mujer que te amó―Desde ese día no volví a vivir, me convertí en un autómata vacía y sin emociones. Lo único que hacía lo hacía por mi hermano, pero no podía dejar de sentirme mal incluso por él. David no se merecía que yo viviese a su lado así, indolente e indiferente, no después de haber vivido en ese infierno encerrado todo ese tiempo, pero para mí era imposible sentir algo sin que me doliera, por eso termine inconscientemente aplicando la filosofía de vida que tú habías aprendido de tu abuelo adoptivo: Evitaba sentir para no sufrir.Ya le había contado a Cristian lo que fue aquel proceso de amenazas con el cual me sometieron Martins y su socio. Me dolía tener que aumentar la carga dolorosa de mi amado haciéndole saber que el hombre que estuvo a su lado todo ese tiempo como su fiel consejero y mejor amigo también había sido el culpable de la debacle de ese amor nuestro que debería haberse convertido para ambos en un faro de luz y vida, pero que por las circunstancias obligadas
Dentro de míCristian sonrió al escucharme decir aquello. Aunque era una afrenta para lo que él había plasmado como una determinante y autoritaria petición, pudo a su vez encontrar regocijo en esa respuesta contraria y de contestación que yo esbocé para hacerle saber que no había manera ni forma en el mundo de que se me impidiese a mí poder hacer hasta lo imposible para luchar por ese amor que me habían arrebatado el miedo y el terror. Ahora él solo debía resignarse a que yo me entregara en cuerpo y alma a esa misión, aunque fuese lo último que hiciera.Me atemorizaba la idea de poder en riesgo la vida de mi hijo, tanto como me atemorizaba la idea de que me pasara algo y con ello dejar a mi hermano solo en el mundo, pero más me atemorizaba el solo pensar en una vida así de desgraciada teniendo que soportar la idea de la cautividad de mi hermano y de mi amado.Su estancia en aquellas celdas que ahora les apresaban era una estúpida broma que se burlaba en el rostro del sistema y que d
Palabras de amor y despedidaLamentablemente, nuestra diminuta eternidad de amor debía llegar a su fin. El tiempo había terminado, lo sabíamos porque algunas rejas más atrás se empezaba a escuchar el sonido de un manojo de llaves chocando contra los barrotes de metal.Nuestras bocas aún jadeantes y con el aliento entremezclado se separaron con mucha dificultad. Ninguno de los dos quería terminar arruinando el beso, pero si no lo hacíamos nosotros alguien más lo iba a hacer.―Debes prometerme que tendrás cuidado ―me dijo Cristian, aun con los ojos cerrados, tratando de grabar a fuego en su memoria el recuerdo de ese beso furtivo que nos acababa de reunir.―Lo prometo mi amor ―le dije desvergonzada y sincera, sintiéndome ahora en la completa libertad de hablar desde el corazón―… y tú debes prometerme que te mantendrás enfocado y con el corazón a salvo de cualquier embate de indolencia… no olvides que esta mujer te ama con completa locura y así te amará por siempre pase lo que pase.Cris
DecisiónAna corrió para abrazarme cuando el oficial me condujo de vuelta al lugar donde mis amigos esperaban por mí. Ella pudo leer en mi rostro el dolor y la agonía que me conminaba en ese momento. Era algo verdaderamente doloroso que me quemaba el alma ahora que había por fin logrado volver a reencontrarme con el amor y tener que separarme de él a la fuerza apenas cinco minutos después. Ana podía ponerse en mi sitio, pues ella amaba a Erick con locura, por lo que sabía entender que la separación del ser amado tiene el potencial de destruir hasta la estabilidad más formal del ser más racional; cuando el amor es verdadero y arraigado puedo mover las fuerzas más profundas capaces de consternar la realidad de cualquier corazón.El oficial se mostró comprensivo y detuvo el avance de la silla de ruedas para que Ana pudiese llorar conmigo. Ese sujeto de edad mediana que empujaba mi silla, vestido con el uniforme azul marino de quienes custodiaban las celdas de la comandancia, no parecí
Manos a la obraÍmpetu no nos faltaba, aunque el corazón resentía los daños de las calamidades que habíamos tenido que soportar en el proceso. No era algo como para tener a menos, pero motivados todos como estábamos podíamos superar las barreras que se nos planteaban y avanzar más allá de nuestros propios límites. Arthur y yo éramos los más afectados emocionalmente, aunque el chofer se esforzaba en ocultar sus emociones que, sin embargo, se notaban a flor de piel. Era algo verdaderamente inaudito, pero él estaba dejando en claro cuanta estima y devoción sentía por aquel joven CEO al que definitivamente veía como a un hijo.Ana y Raúl, por su parte, no estaban del todo emocionalmente comprometidos en la situación, aunque Ana estaba dolida por la situación de mi hermano y de manera inevitable se sentía mal por la mala pasada que el destino le estaba jugando a mi amor; sin embargo, no podía compararse ni de lejos con el compromiso que nos conminaba al chofer y a mí; el abogado por su p