Palabras de amor y despedidaLamentablemente, nuestra diminuta eternidad de amor debía llegar a su fin. El tiempo había terminado, lo sabíamos porque algunas rejas más atrás se empezaba a escuchar el sonido de un manojo de llaves chocando contra los barrotes de metal.Nuestras bocas aún jadeantes y con el aliento entremezclado se separaron con mucha dificultad. Ninguno de los dos quería terminar arruinando el beso, pero si no lo hacíamos nosotros alguien más lo iba a hacer.―Debes prometerme que tendrás cuidado ―me dijo Cristian, aun con los ojos cerrados, tratando de grabar a fuego en su memoria el recuerdo de ese beso furtivo que nos acababa de reunir.―Lo prometo mi amor ―le dije desvergonzada y sincera, sintiéndome ahora en la completa libertad de hablar desde el corazón―… y tú debes prometerme que te mantendrás enfocado y con el corazón a salvo de cualquier embate de indolencia… no olvides que esta mujer te ama con completa locura y así te amará por siempre pase lo que pase.Cris
DecisiónAna corrió para abrazarme cuando el oficial me condujo de vuelta al lugar donde mis amigos esperaban por mí. Ella pudo leer en mi rostro el dolor y la agonía que me conminaba en ese momento. Era algo verdaderamente doloroso que me quemaba el alma ahora que había por fin logrado volver a reencontrarme con el amor y tener que separarme de él a la fuerza apenas cinco minutos después. Ana podía ponerse en mi sitio, pues ella amaba a Erick con locura, por lo que sabía entender que la separación del ser amado tiene el potencial de destruir hasta la estabilidad más formal del ser más racional; cuando el amor es verdadero y arraigado puedo mover las fuerzas más profundas capaces de consternar la realidad de cualquier corazón.El oficial se mostró comprensivo y detuvo el avance de la silla de ruedas para que Ana pudiese llorar conmigo. Ese sujeto de edad mediana que empujaba mi silla, vestido con el uniforme azul marino de quienes custodiaban las celdas de la comandancia, no parecí
Manos a la obraÍmpetu no nos faltaba, aunque el corazón resentía los daños de las calamidades que habíamos tenido que soportar en el proceso. No era algo como para tener a menos, pero motivados todos como estábamos podíamos superar las barreras que se nos planteaban y avanzar más allá de nuestros propios límites. Arthur y yo éramos los más afectados emocionalmente, aunque el chofer se esforzaba en ocultar sus emociones que, sin embargo, se notaban a flor de piel. Era algo verdaderamente inaudito, pero él estaba dejando en claro cuanta estima y devoción sentía por aquel joven CEO al que definitivamente veía como a un hijo.Ana y Raúl, por su parte, no estaban del todo emocionalmente comprometidos en la situación, aunque Ana estaba dolida por la situación de mi hermano y de manera inevitable se sentía mal por la mala pasada que el destino le estaba jugando a mi amor; sin embargo, no podía compararse ni de lejos con el compromiso que nos conminaba al chofer y a mí; el abogado por su p
Intromisión indeseadaLuego de acordar tanto los planes como las disposiciones de cada uno de los que estábamos dispuestos participar en la gesta heroica que involucraba una afrenta a un sistema corrupto y viciado por la ambición y el poder, nos despedimos escuetamente luego de que Ana recibiera en sus manos las llaves del coche del abogado. La camioneta Ethan ya no era una opción para movernos con libertad. Corríamos el riesgo de ser capturados por la policía si es que Ethan llegara a denunciarla como perdida, por eso no podios correr ningún riesgo. Ya luego podríamos explicarle que habíamos sido nosotras quienes la tomamos prestada por la premura de la situación. No sabíamos si él lo iba a entender de buena manera o si iba a hacer un berrinche por la cuestión; incluso estaba dispuesta a darle una camioneta nueva si es que llegábamos a solucionar el problema después de todo, pero por lo pronto necesitábamos tener la mente despejada y por eso fue que preferimos viajar a seguro, resg
Una traición veladaLa autopista se presentó en ese momento para proveer la soledad momentánea para que la situación se llevara a cabo de una forma casi que podía pasar desapercibida, como si nadie en el mundo pudiese ver aquel coche estacionado en plena vía pública, siendo obstaculizado por un puñado de sujetos que parecían no tener muy buenas intenciones. Ana aplicó el coche para ponerlo en reversa, pero apenas se acomodó para mirar por el retrovisor con su intención de dar marcha atrás, se dio cuenta de que otro coche similar al que teníamos delante, se había plantado obstaculizándonos el paso.Mi corazón estaba a punto de estallar de la confusión. Muchas preguntas se arremolinaban en mi cabeza en ese momento, pero ninguna me creaba tal confusión como el tener que ver a Ethan de pie, a un escaso par de metros de esos sujetos que casi podía estar segura, eran mercenarios al servicio de Martins. Mis dientes estaban a punto del quiebre de lo apretada que tenía mi quijada por la rabi
En el juego del enemigo―Lo siento Emi, no quería que te enteraras así… la verdad solo quiero tu bien. Debes creerme por favor.En mi alma estalló un volcán de furia y desesperación. Nada podía hacerme creer que aún había mentiras por desvelarse hasta dejarme con mayor angustia de la que ya tenía, pero ahora se aparecía Ethan ante mí, para restregarme en el rostro la verdad de esa equivocación grosera que cometí al creerme que ya había alcanzado la meca de la agonía y la miseria. Ahora debía escuchar, a aquel a quien yo le había confiado el lugar de cercanía durante los últimos días, confesando abiertamente como es que se había aliado con el artífice de mi desgracia infernal. Ahora tenía que aguantarme la insoportable furia que me significaba el tener que escucharle, justificándose y aclarando sus supuestos motivos para tener que hacer aquel doble juego de traición.― ¿Debo creerte Ethan? ¿De verdad? ―la furia se destilaba en mis palabras que eran expresadas si un mínimo de control.
La traición del traidor― ¡Yo conduciré su coche! ―gritó Ethan a los dos sujetos de negro que montaban guardia cada uno al lado del vehículo del color negro que se encontraba en los dos extremos de ese perímetro que nos rodeaba en aquel trozo de autopista que parecía haber excluido plenamente la entrada a cualquier otro vehículo de manera temporal.― ¿De qué demonios estás hablando? ―le increpó Ana sin alcanzar a comprender cuando Ethan comenzó a abrir la puerta sin esperar a que ella siquiera pudiese moverse de su lugar.Ethan sacó el seguro y abrió la puerta y sin esperar a nada y ante la mirada atónita de Ana, comenzó a desabrocharle el cinturón.―Ana, por lo que más quieras, coopera por favor―Ana no estaba para nada de humor con todo aquello, pero de repente había visto ese cambio en la disposición de Ethan, que le hizo entender que estaba ocurriendo algo verdaderamente complicado y que iba más allá de lo que se podía ver a simple vista―… la orden fue clara: Cooperación o extermin
Por caminos sinuososEn qué momento de ese día mi historia dejó de ser una historia de drama y romance para convertirse en una historia de implicaciones de vida o muerte, era algo que no alcanzaba a responder.No me daba para entender en que momento Ethan había dejado de ser el amigo amoroso y pasivo para convertirse en un vil traidor y ahora comportarse como un chofer experimentado. La situación cada vez se salía más de los cabales que pudieran darme la paz suficiente para estar con la mente lo suficientemente relajada como para saber qué era lo que de verdad estaba haciendo.Ethan recibió las indicaciones del destino al que nos dirigíamos y de inmediato puso a funcionar en su cabeza una trama con un ardid digno de admiración para darle esquinazo a los perseguidores que nos seguían cada vez más cerca. El coche del abogado era mucho más rápido que las camionetas de los hombres de Martins, pero el terreno se volvía cada vez más favorable para las condiciones de los coches de ellos y p