En el juego del enemigo―Lo siento Emi, no quería que te enteraras así… la verdad solo quiero tu bien. Debes creerme por favor.En mi alma estalló un volcán de furia y desesperación. Nada podía hacerme creer que aún había mentiras por desvelarse hasta dejarme con mayor angustia de la que ya tenía, pero ahora se aparecía Ethan ante mí, para restregarme en el rostro la verdad de esa equivocación grosera que cometí al creerme que ya había alcanzado la meca de la agonía y la miseria. Ahora debía escuchar, a aquel a quien yo le había confiado el lugar de cercanía durante los últimos días, confesando abiertamente como es que se había aliado con el artífice de mi desgracia infernal. Ahora tenía que aguantarme la insoportable furia que me significaba el tener que escucharle, justificándose y aclarando sus supuestos motivos para tener que hacer aquel doble juego de traición.― ¿Debo creerte Ethan? ¿De verdad? ―la furia se destilaba en mis palabras que eran expresadas si un mínimo de control.
La traición del traidor― ¡Yo conduciré su coche! ―gritó Ethan a los dos sujetos de negro que montaban guardia cada uno al lado del vehículo del color negro que se encontraba en los dos extremos de ese perímetro que nos rodeaba en aquel trozo de autopista que parecía haber excluido plenamente la entrada a cualquier otro vehículo de manera temporal.― ¿De qué demonios estás hablando? ―le increpó Ana sin alcanzar a comprender cuando Ethan comenzó a abrir la puerta sin esperar a que ella siquiera pudiese moverse de su lugar.Ethan sacó el seguro y abrió la puerta y sin esperar a nada y ante la mirada atónita de Ana, comenzó a desabrocharle el cinturón.―Ana, por lo que más quieras, coopera por favor―Ana no estaba para nada de humor con todo aquello, pero de repente había visto ese cambio en la disposición de Ethan, que le hizo entender que estaba ocurriendo algo verdaderamente complicado y que iba más allá de lo que se podía ver a simple vista―… la orden fue clara: Cooperación o extermin
Por caminos sinuososEn qué momento de ese día mi historia dejó de ser una historia de drama y romance para convertirse en una historia de implicaciones de vida o muerte, era algo que no alcanzaba a responder.No me daba para entender en que momento Ethan había dejado de ser el amigo amoroso y pasivo para convertirse en un vil traidor y ahora comportarse como un chofer experimentado. La situación cada vez se salía más de los cabales que pudieran darme la paz suficiente para estar con la mente lo suficientemente relajada como para saber qué era lo que de verdad estaba haciendo.Ethan recibió las indicaciones del destino al que nos dirigíamos y de inmediato puso a funcionar en su cabeza una trama con un ardid digno de admiración para darle esquinazo a los perseguidores que nos seguían cada vez más cerca. El coche del abogado era mucho más rápido que las camionetas de los hombres de Martins, pero el terreno se volvía cada vez más favorable para las condiciones de los coches de ellos y p
De vuelta a territorios de sombras― ¿Y piensas llegar así simplemente y ya? ¿Si estás entendiendo que es una prisión donde el tipo lleva condenado varios años?―Si lo sé ―le respondí cayendo en cuanta de que Ethan estaba dejándome saber que se preocupaba por detalles que eran importantes y que se debían tener en consideración―, pero haré lo que sea necesario para que me dejen hablar con él. Sé que no será fácil, pero estoy preparada con el dinero necesario para conseguirlo por la vía que sea necesaria.Ethan me escuchó con detenimiento mientras le explicaba lo que eran mis explicaciones escuetas y someras. En su mirada se podía descubrir lo poco convencido que se encontraba al escuchar mis explicaciones.―Asumiendo que tu peligrosa estrategia funcione y que de alguna manera logres entrar para que puedas hablar con él―Ethan hizo una pausa y se me quedó viendo fijamente. A nuestro alrededor todo permanecía en completo silencio en medio de esa nada donde nos habíamos ido a ocultar para
En medio de la nadaEn medio de la nada nos estacionamos tal como lo habíamos planificado minutos antes de llegar ahí. No sabíamos hasta donde podían haber llegado los tentáculos de Martins, quizás era un pensamiento demasiado paranoico, pero después de haber tenido aquella experiencia tan apremiante lo mejor era ir a lo seguro, por lo que no podíamos jugar con fuego, lo mejor era mantener un bajo perfil.A lo lejos, a una distancia de unos treinta metros, se encontraba la entrada de la prisión. A partir de ahí avanzaría sola. Ana se opuso con completa vehemencia, pero Ethan le ayudó a entender que aquello era lo mejor. Mientras menos nos expusiéramos, mejor resultaría para la obtención de nuestros objetivos. Así que ir los tres juntos era desperdiciar piezas en el tablero de ajedrez de manera inútil. Hasta donde nos enteramos por la información impartida por Ethan, Martins y sus hombres no estaban enterados de mi condición que me impedía caminar, por lo que una chica en silla de ru
Pesadilla en el fondo de la salaLa puerta cerró. Yo me quedé así mirando la inmensidad de aquella sala mohosa y con olor a encierro que apenas se iluminaba por la luz del sol de la tarde que se colaba desde una ventana que daba a lo que apreciase una especie de jardín también abandonado donde la vegetación crecía sin mucho orden y dejando adivinar que todo había sido dejado a la suerte. Las plantas que reinaban eran las más fuertes, imponiéndose sobre aquellas que sin los cuidados de los jardineros no tenían ninguna oportunidad de sobrevivir. Si esa iba a ser la ley de ese lugar, las cosas se complicaban para mí. La supervivencia del más fuerte era algo que me ponía en serios aprietos por mi condición; solo podía contar con mi espíritu inquebrantable y mi inteligencia para enfrentarme a esa difícil situación, la pesadilla me esperaba al fondo de la sala.En mi recuerdo aún quedaba latente la imagen de aquella noche cuando llegué a la casa tarde en medio de la oscuridad, luego de hab
El peso del remordimientoUna sombra de lo que fue, se erguía desde su estado de inanición. Una mirada perdida era la única muestra de vida en ese cuerpo que parecía un espantajo sin fuerzas ni color. Una barba inmensa le tapaba la cara casi como un manto que velaba sus facciones muertas y sin brillo. De aquella corpulencia del pasado tortuoso solo quedaba el saco de huesos que era aquel pellejo que colgaba como un papel seco y quebradizo. Sus brazos eran endebles y escuálidos y su cuello era apenas una vara inestable que sostenía un globo inflado con tristeza que era su cabeza.Su ropa era un overol gris y sin gracia, sucio, roído y avejentado, que como si fuera un chiste mal contado le quedaba pequeño a pesar de las dimensiones enclenques que ahora le representaban. Sus piernas parecían no existir, como si aquel intento de humanidad existiera ahí solo como una consecuencia de la vida que le tocaba vivir, no como regalo, sino como castigo, una vida que para él parecía ser un martir
Dolor y rechazoNada en el mundo podía haberme preparado para aquello que estaba escuchando en ese momento de cruda realidad. El tiempo había pasado de maneras diametralmente opuestas para dos vidas que fueron marcadas por fuego en el candor de una noche de desdicha incierta: él tomó la decisión y se fue sobre mí cuando yo apenas era su joven sobrina que suplicaba el cobijo de un corazón familiar que pudiese ayudarnos a mi hermano y a mí a superar el dolor; él no fue ese corazón y por su propia maldad terminó perdiendo su libertad y derecho a vivir. De manera incierta el tiempo pasado en aquella prisión parecía haberle dado una reflexión que apabullaba por lo profundo de sus palabras; sus declaraciones parecían las de un hombre que había aprendido a dejar atrás el pasado y que solo necesita del perdón del agraviado para soltar el pasado de una buena vez. Yo me sorprendía por descubrir aquello, pero no por ello me podía dejar conmover por palabras que venían de esa alma a la que odi