Un cambio de planesLa voz me ordenó estrellar mi teléfono contra la pared de manera que las evidencias quedasen claras frente a la cámara, entonces nos dio indicaciones precisas de hacia dónde debíamos dirigirnos sin interrumpir la comunicación en ningún momento.―Si llegan a cortar la llamada dispararé al azar a uno de ellos dos ―nos amenazó la voz―, si llegan a avisar a alguien, entonces el azar se elimina y ambos morirán por igual… Obedezcan lo que les pido y nadie saldrá herido.Nos había indicado aquel misterioso interlocutor que se comunicaba sin dar la cara y hablando en todo momento por medio de esa voz robotizada que hacía que la comunicación fuese tan espeluznante. Recibimos la dirección a donde nos estaban obligando a dirigirnos a solas y sin tener la oportunidad de notificar a nadie. Ana sostenía el teléfono delante de ambas por orden del sujeto, haciendo que fuese imposible hacer algún tipo de jugada. Aquella cámara nos amenazaba y si por algún movimiento fortuito la c
Mi demonio personalEl jefe estaba ahí. Owen, el maldito que me había hecho la juventud imposible plagando mis pesadillas con su mirada lasciva, ahora avanzaba hacia mí con un fuego extraño en sus ojos. Por instinto volteé a mirar a Ana, pero los sujetos enmascarados ya se la habían llevado desapareciéndola en aquella oscuridad. El espacio parecía estar construido de sombras, por lo que sus dimensiones escapaban completamente de la imaginación. Solamente se iluminaba por un haz de luz solar que se colaba desde una pequeña claraboya del techo, por lo que el rostro deformado de ese malnacido se me presentaba mucho más espeluznante de lo que ya de por sí era. Por instinto intenté incorporarme para hacerle frente, pero por más que me esforcé, mis piernas no respondieron como se los pedí. Todos los esfuerzos de aquella terapia parecían haber quedado en la basura. Owen llegó y se detuvo justo frente a mí. Irguiéndose de una manera insolente desde esa altura. Me miraba con desprecio e in
Por la razón de un loco― ¡Infeliz! Por tu culpa todo se jodió ―le reclamó Martins enfurecido y sin dejar de apuntarme con la pistola. Mi herida había comenzado a sangrar con bastante profusión a pesar de que no había sido dañado ninguna arteria principal. La razón estaba sobre todo en la agitación que le hacía a mi corazón bombear la sangre de una manera alterada.Owen parecía no entender la complicada situación en la que se encontraba metido, pues él solo parecía disfrutar cada vez más sin importar lo complicado que se le veía el panorama.―Nada se jodió, todo va según el plan.― ¡¿Según el plan?! ¡¿Me estás diciendo que tú planeabas traer a la policía hasta tu guarida?!―Ese siempre fue el plan ―admitió Owen sin recelo.―Eres un maldito loco ―le insultó Martins con intenciones de desdeñar con esas palabras, a lo que Owen parecía no reaccionar, por lo que simplemente le sonrió cuando le dijo:―Todos estamos locos de alguna manera mi querido socio… tú te enloqueciste por la ambición
Caos y colapso― ¡No! ―Gritó Owen fuera de sí al darse cuenta de que el disparo del arma de Martins había impactado en el pecho de Cristian, pero no tuvo tiempo de decir nada más; El cañón de la pistola de este se había dirigido a su pecho con intenciones de darle la estocada final por lo cual el jefe del internado tuvo que moverse con agilidad al tiempo que disparaba de su propia arma impactando un proyectil en el abdomen del abogado. En cuestión de un par de segundos en lugar se encontró envuelto en llamas y en un reguero de sangre. Martins tambaleó sin dejarse caer mientras se llevaba la mano al agujero que ahora se encontraba en su barriga y del cual brotaba profusamente la sangre con una velocidad abismal. Se notaba que la herida era bastante grave, pero no tanta como la del chico de la máscara, quien había recibido el disparo justo en el rostro. Su máscara voló por el aire y dejó ver que este no era otro más que uno de los chicos del internado que servían a las órdenes de Owe
Por la vidaLos cuerpos de aquellos desgraciados ardieron en su propio infierno en el último de sus días. No tenía intenciones de guardarle ningún tipo de rencor a nadie, pero aquel final para la maldad de quienes no quisieron la redención no podía no dejarme satisfecha.Los otros chicos de las máscaras lograron salvarse cuando David les habló de la vida que allá afuera podían tener si dejaban de creer en las mentiras del infeliz de Owen. Mientras que yo y Cristian padecíamos aquel infierno en aquel inmenso salón, David, Ethan y Ana se encontraban en otra sala donde los esbirros tenían la orden de asesinarlos a todos, por suerte la duda interrumpió la mano homicida y le dio oportunidad a la policía de llegar a ese lugar antes de que ocurriese una catástrofe.Cristian por su parte fue atendido con premura por los paramédicos y de inmediato fue trasladado al hospital donde tuvo que ser operado de emergencia, pero por suerte la bala no había herido más que un par de órganos secundarios
PrefacioComo la primera vezYo suspiraba mientras esperaba que las horas de aquel reloj avanzaran. No había podido llegar a tiempo, por lo que estaba en una situación verdaderamente complicada. Ahora solo podía esperar y confiar que la suerte estuviese de mi lado, de lo contrario la situación bien que se podía complicar para mí.Estaba de pie con aquella falda que hacía lucir mi cuerpo esbelto. Mi cabello iba recogido en esa cola de caballo que tanto me gustaba y llevaba unos anteojos que solo servían de protección para mi vista. Nada me hacía sentir que resaltaba en aquel lugar, sin embargo, sus ojos se vinieron sobre mí, apenas me vio en aquel lugar. A mi lado estaba aquella rubia melindrosa que se había regodeado en sus placeres, sin medir en lo absoluto la soberbia de sus palabras. Ahora estaba sucumbiendo de manera humillante ante la que era una derrota en todo el sentido de la expresión. El sujeto poderoso e imponente caminó hacia donde yo me encontraba y sin mi
Furia desmedidaClaro que quería levantarme de ahí para tomar venganza contra esa mujer del infierno, pero había algo que me lo impedía. No podía explicar si era algo físico, natural o místico, pero aunque me abocaba con todas mis fuerzas, no podía terminar de reaccionar en mi estado de estupefacción. Todo había ocurrido en cámara lenta frente a mis narices. El señor Cavill se apresuró de tal manera que se acomodó a mi lado sin que yo pudiese percatarme. ― ¿Por qué no podemos simplemente estar juntos? ―le pregunté furiosa y sin saber cómo reaccionar. Yo quería seguirle besando, quería abofetear a la rubia; quería reaccionar, pero sencillamente estaba condenada a quedarme quieta sin poder reaccionar. No soportaba mi situación. Una lágrima intentó anunciar el inicio de un llanto que me brotaba de las entrañas. Me merecía por lo menos la oportunidad de poder llorar a libertad, pero el señor Cavill colocó su dedo en mi mejilla y cortó el avance de esa lágri
Una entre tantasAna se estremeció cuando escuchó mi pregunta, pero no se dejó entrever en su rostro ninguna muestra de sorpresa, definitivamente ella ya debía estar esperando algo como eso y mis palabras solo servían para confirmar lo que ya se sabía de antemano.Quería decir algo, pero las preguntas no salían de mis labios. El aire había desaparecido de esa habitación, ya no había como respirar, las paredes se comenzaban a cerrar sobre mí.Ana comenzó a llorar en un trance mudo. Su sollozo no producía ni un ruido, solo eran lágrimas que caían de un rostro vacío y sin expresión. Yo era quien ocupaba la cama del hospital, pero mi amiga parecía la muerte personificada. Sin duda alguna su corazón cargaba con una mole de pesar sin comparación. Era del todo portentoso descubrir el peso de las emociones que se descubrían en ese momento en la habitación del hospital.―Emi yo… los doctores ―Ana guardó silencio, como si hablar le resultase en una carga lo suficientemente difícil como para no