En un microcosmosYo volví sobre mis, pasos y me encaminé con paso raudo hasta que no dejé abierta ninguna posibilidad para que el señor Cavill pudiese abordarme de vuelta con algunas de sus ya entrenadas tácticas de debilitamiento. Mis defensas no eran nada ante sus aproximaciones de ataque, por lo que no podía exponerme a seguir quedando expuesta en ese pasillo de la empresa. Debía ponerme a resguardo si quería sobrevivir.El señor Cavill comenzó a caminar a mi lado en dirección a los elevadores cuando se dio cuenta de que yo no tenía intenciones de seguir la conversación que me había dejado en límites muy peligrosos. En su rostro no descubrí ni una mínima muestra que me dejase entrever alguna intención de su parte de querer menguar en su ímpetu de reconquista, pero de momento el señor Cavill esperó a que estuviésemos de nuevo en el ascensor, completamente a solas los dos, solo para volver a dirigirme la palabra.―¿Aún me desea? ―aquella pregunta salió de sus labios apenas cuando la
El resto de la mañana.Martins fue astuto y capaz para darme el espacio suficiente para replantear mi estrategia. La llamada del abogado logró ocupar la atención del señor Cavill por lo menos de manera transitoria, por lo que yo encontré la oportunidad de poder yo respirar sin la necesidad de perder la cordura. La llamada de igual forma terminaría de un momento a otro, por lo que debía replantearme de verdad cuál sería la vía que emplearía para lograr salir airosa de ese embrollo. Si ya estaba en los dominios del señor Cavill, solo sería cuestión de tiempo para que yo terminase sucumbiendo de manera absoluta ante sus aproximaciones irresistibles. Debía pensar en algo rápidamente si no quería terminar metiendo a mi familia en un verdadero infierno por culpa de ese maldito abogado.Siempre estaba la opción del embarazo, justo como me lo había exigido el abogado, pero era algo que no quería utilizar si no llegaba a ser estrictamente necesario, pues no quería que mi hijo estuviese involu
Negocios entre dosMartins se retiró sin dejar de mirarme de soslayo mientras caminaba, como para conminar en mí una reacción de miedo y temor que lograse pasar desapercibida para el señor Cavill. Ese hombre que en apariencia parecía ser una mansa paloma que no rompía ni un plato, en realidad era una máquina de maldad sin control ni atenuantes, una máquina que elucubraba entre las sombras moviendo sus tentáculos más allá de lo que se podía ver a simple vista; sin embargo, el señor Cavill parecía inocente a todo eso. Él solo se quedó con una sonrisa en su rostro cuando se despidió de su amigo a la distancia. Yo quería gritarle y decirle que ese malnacido era una bestia encarnada y que no había forma de que en su corazón existiese una pizca de buena voluntad, pero sabía que ese maldito podía hacerme mucho daño solo con una llamada, por lo que por muy poderoso que fuese el señor Cavill para tratar de protegerme a mí, no había forma de poner a salvo a David y a Ana sin hacerles correr pel
Una pequeña traiciónMe sentía engañada y burlada de cierta manera, pero no tenía forma alguna de como quejarme en esa situación. Mi castigo era asistir a un almuerzo soñado con el hombre de mis sueños en el lugar más lujoso de la faz de la tierra.Una traición se había consumado y no había nada que yo pudiese hacer. “Ladrón que le roba a ladrón tiene mil años de perdón” decía un proverbio de sabiduría popular. Yo era una traidora ahora siendo traicionada por el amor de mi vida.―No se vale ―le dije cuando me senté delante de aquella mesa adornada de manera espectacular y esplendorosa con una vista de ciento ochenta grados en la cima de la ciudad. Un lugar mágico y maravilloso donde bien que se podía esperar a tener la cita más romántica de la vida, lamentablemente lo que menos yo quería era estar en una situación así con el hombre al que debía evitar a toda costa.―En la guerra y en el amor todo se vale ―espetó él con un dejo de picardía y malicia en su voz. Era una ocasión como ning
En el centro de todoSus movimientos marcaban el compás para mi corazón. No había nada en el mundo que pudiese igualar la felicidad que en ese momento a mí me embargaba. Estaba en medio de mi propio infierno al encontrarme llevada de la mano del amor de mi vida, ese de quien debía alejarme si es que no quería poner en peligro la vida de mi hermano y de mi mejor amiga.―Déjese llevar ―me dijo el señor Cavill casi susurrándome al oído con su voz de miel que me embriagaba, al tiempo que el olor fragante de su perfume me hacía una esclava de su piel. Su cercanía me obnubilaba de formas antes impensadas para mí. Todo lo que había querido olvidar a lo largo de esos dos meses, ahora había vuelto a retumbar en mi vida con la intensidad de mil soles. No podía quedarme indiferente a lo que estaba ocurriendo a mí alrededor. Mi vida estaba en un tremendo impase en ese preciso instante.Por supuesto que se me ocurrió contarle todo allí mismo al señor Cavill y pedir su ayuda para tener a salvo a mi
Negocios de gente adultaVolvimos a la mesa. Yo delante y él detrás, pero aun así él se apresuró a darme la vuelta para llegar primero que yo a la silla, para no dejar pasar la oportunidad de lucirse con su gesto de caballerosidad elegante. El señor Cavill no dejaba nada al azar en lo que a eso respectaba.Mientras acomodaba mi silla se regodeó más de la cuenta en esa posición que le dejaba inclinado sobre mí. Mis movimientos se mecanizaron por el nerviosismo y me contuve de respirar para que la fragancia de su perfume no me llevase a cometer una locura. En esa posición, teniendo su cuello a centímetros de mi boca, solo quería hundirme en su piel y llenarlo de besos.El señor Cavill entonces se retiró sin darme la oportunidad de descubrir si él realmente se había percatado de mi debilidad. Sonrió y entonces regresó a su asiento sin que yo pudiese dejar de mirarle ni por un segundoEra absurdo que todo eso ocurriese en cuestión de minutos, pero era como si la ausencia de esos dos meses
En busca de verdades.El señor Cavill procuraba llevar la situación hasta las últimas instancias y para ello se había mentalizado en dirigirse de una manera prodigiosa, con todos sus recursos abocados a propiciar una conversación que yo no pudiese evitar de ninguna manera.Si él quería respuestas, no había manera de que se le negasen. El señor Cavill estaba preparado para encontrarlas a como diese lugar, mientras que yo solo podía quedarme como una espectadora de ese derroche de astucia y artimañas empleadas por él.― ¿A caso no quieres respuestas? ―me preguntó con ahínco mientras sopesaba el contenido de su copa de vino y yo solo podía verlo a través del líquido rojizo del fruto de la vid que se encontraba contenido en la copa que él sostenía delante de su rostro. Yo quería decir que no quería respuestas para poder pasar de esa cuestión, pero la verdad es que si las quería; si me moría por saber el misterio detrás de aquella decisión del señor Cavill a la hora de elegir a Rebeca como
Una locura pospuesta ―No me pidas eso Emi ―me reclamó él dejándome en claro que no le hacía gracia que le hablase en esos términos. Yo suspiré atreviéndome a esgrimir una sonrisa delicada, pero cargada, de pesar que me esforcé inmensamente en disimular. ―Tengo que hacerlo. Ese día en el altar la tomaste como esposa y aunque no se las razones que te llevaron a cometer esa locura, tú asumiste una responsabilidad con ella y, te guste o no, debes velar por su bienestar. Cristian se me quedó viendo y un poco más atrás, también Arthur. Tal vez ellos aún no terminaban de entender que yo podía parecer una niña en el exterior, pero no tenían una menor idea de toda la carga de madurez que me había visto obligada a soportar para poder hacer llevadero mi paso en ese mundo cruel que me había tocado para mí. Arthur asintió sin decir nada. Yo estaba segura de que él no era gustoso de tener que apoyarme en aquello, pero él, como un hombre acostumbrado al sentido del deber, sabía que en ese caso e