Entré al idílico jardín de aquella casa agarrando el brazo de Jon con fuerza.Estaba muy nerviosa pero no porque deseara casarme, solo tres personas, contándome a mí, sabíamos la verdad. Fernando me esperaba en el improvisado altar con una sonrisa. Intenté corresponderle el gesto, pero no tuve éxito, la mueca se quedó congelada en mi rostro al tiempo que buscaba una señal… algo que me indicara que Nikolay no me iba a dejar sola en un momento como aquel.Llegué al altar con Jon, que me dedicó una sonrisa débil antes de apartarse de mí y dejarme junto a Fernando, que besó mi mano con un gesto muy galante. Lo único que lamentaba era no haberme enamorado de su amabilidad, pero Nikolay se había metido tanto en mi corazón que ya no podía sacarlo.—Estás preciosa, Margaret —me miró de arriba a abajo con aprobación. —Gracias, Fernando…—Vamos a empezar —tomó mi brazo.—Claro… —apenas podía hablar, tenía un nudo en la garganta.El sacerdote comenzó a hablar, ya saben, a decir las cosas típi
Había pasado casi un mes desde que ingresaron a Jonathan y por fin iban a darle el alta. Nikolay y yo veníamos a verle muy a menudo, pero a veces, me quedaba a dormir y a cuidar de Jon. Ahora, todo podría volver a ser más o menos como antes, aunque aún me quedaban algunos asuntos por resolver.Al volver a casa, me di un relajante baño. Nikolay, mientras tanto, me dijo que tenía que instalar a Jonathan y encargarse de encontrar enfermeras para sus cuidados. El baño me servía para relajarme y pensar exactamente en cómo hacer las cosas respecto a Nikolay, pero al sentir el peso de un cuerpo entrar en la bañera y ver al hombre que amaba, me distraje.—Nikolay… ¿Qué haces aquí?—Ya instalé a Jonathan y me encargué de sus cuidados, contratando una enfermera —explicó con una sonrisa, mirando mi cuerpo de arriba a abajo.—Tienes la facilidad de hacer con rapidez tus negocios —dije irónica, aunque sonriendo de medio lado.—Es lo que tiene llamarse Nikolay Ivanov, nena —habló con tono seducto
NikolayLa verdad era que quería tener a Margaret desde el mismo instante en que se fue de mi lado, salir a buscarla, hablar con ella y por qué no… coger como conejos durante toda una jodida semana. De todas maneras, yo también había jugado con ella, era cierto, pero mi orgullo me mantenía atado a Rusia, sin hacer nada por ella y sin siquiera intentar buscarla en meses.Me sentía hueco, desganado y vivía mi vida día como una maldita tortura sin fin, hundido en la miseria de mi desidia, aguardando a nada y al mismo tiempo, queriendo saber el porqué de lo que había pasado.Justo en ese instante, uno de mis hombres entró desesperado a mi despacho. Jonathan ya se había recuperado y seguía trabajando para mí, aunque no de la misma forma que antes. Al parecer, el hecho de no ver a Margaret le ponía nervioso. Cuando llegó a mi lado, me golpeó el rostro con su puño, sorprendiéndome:—¿Qué crees que estás haciendo, Jon? —lo miré estupefacto por su comportamiento. —¡Eres un cabrón! ¿Cómo has
En el momento en que entré a casa, fui tomada por el brazo de manera brusca, era Mike, quien casi me arrojó al sofá. —¿Dónde has estado? —murmuró con molestia.—En casa de Sasha —expliqué débilmente, desconcertada con su enojo.—¿Y no te molestaste siquiera en contestar el teléfono? —inquirió alzando una ceja.—Estaba ocupada.Mike gruñó con desesperación.—En vez de ir a casa de Sasha, debiste ir al doctor, has estado hecha mierda toda la semana, no puedes retener comida o siquiera cocinar, debes tomar algo antes de que el virus se haga peor —indicó y apreté mis labios en una fina línea.Desde que había vuelto a Nueva York estaba de pésimo humor, es como si el Mike que conocía antes se hubiera quedado en Rusia.Suspiré, tratando de entenderlo. Él merece saberlo de todos modos, es mi hermano y vivo en su casa, además de que no me ha pedido ni un centavo desde que no estoy trabajando.—Esto no es algo que se arregla así de fácil —murmuré—. Este malestar durará por un par de meses, cre
Moví mi pierna nerviosa mientras salía de mi habitación, otra cosa que estaba dejando atrás. El solo pensamiento me hizo querer llorar de nuevo. Miré la casa que compartí con mi hermano por última vez, antes de apretar los labios en una fina línea. Tal vez nunca volvería a pisarla.Lo más probable es que mi vida jamás será algo que yo ya formado por mí misma o decidido, no desde que conocí al maldito de Nikolay Ivanov.—Margaret —la voz de Mike sonó detrás de mí.Mis manos temblaron cuando lo miré. Su rostro estaba lleno de heridas, probablemente causadas por los cortes del vidrio.Me dirigí a él lentamente antes de abrazarlo.—Lo siento, Margo, no te cuidé bien —murmuró, seguramente enojado consigo mismo—. No te cuidé bien la primera vez y te eché en brazos de ese maldito. Ahora estás amarrada a ellos de por vida.Apreté mis labios porque sé que estaba hablando del bebé y más que nada, porque no me gustaba el tono que estaba usando. Ni un poco.—Mike —murmuré con tono de advertencia
NikolayMe dejé caer sobre la silla de la oficina y ajusté mi corbata. Jodido y estúpido Fernando García, el imbécil hijo de la gran puta jodió las cosas a lo grande.Si tan solo Margaret no estuviera embarazada, las cosas serían tan distintas. Probablemente sólo hubiera dejado que los alemanes hicieran los que se les viniera en gana con él. Ese bastardo tenía que hacer negocios con ellos, pudieron haber sido otra mafia, pero no. Tenían que ser esos malditos alemanes.—¿Señor? —Elevé mi mirada, para concentrarla con la de Matt, uno de mis hombres. —El hermano está en el sótano, pensamos que usted querría hacer el interrogatorio. Asentí antes de ponerme de pie y dejar mi corbata en mi escritorio. Siempre terminaban manchadas de sangre cada vez que tenía que encargarme de estas cosas.Bajé las escaleras al sótano, había varias habitaciones y todas eran a prueba de sonido, aunque no es como si alguien pudiera escuchar. Nadie comentaría nada o llamaría a la policía.Nunca lo hacían.
Abrí mis ojos ante el insistente ruido bajé de la cama y tomé la bata que estaba en el armario antes de salir a buscar la fuente del escándalo.Gruñidos fuertes y llenos de furia se hacían más y más claros a medida que me acercaba una habitación, la cual creía que era una oficina… o eso dijo Sara.Aunque una parte de mí me gritaba que no debería acercarme, que me alejara de ella ahora mismo, mi estúpida yo seguí acercándose.La puerta estaba entreabierta, lo cual me dejó ver cuando me acerqué, una escena que desearía no haber visto. Nikolay estaba seriamente fuera de sí, lo vi estrellar sus puños contra la madera del escritorio y vi como ésta se rompía escuchándola crujir. Después de eso, fue por un estante con puertas de vidrio, su puño atravesó el cristal y después siguió por lo demás, hasta que levantó el estante del suelo y lo dejó caer sobre el piso.El ruido ensordecedor no era lo que me alteraba, era la sangre que caía sobre el piso proveniente de sus nudillos; era lo que hac
Los ojos de Melisa se oscurecieron antes de mirarme, me acerqué instintivamente a ella.—Bebé, ella es la tía Margaret, va a cuidar de ti y revisará tu herida mientras yo hablo con tu mami, ¿sí?El solo asintió y Melisa se puso de pie, antes de dirigirse a la habitación del pasillo. Cabía decir que no tenía la menor duda de que ella no iba a hablar en absoluto.—Déjame ver eso —murmuré, acercándome el chico que me mostró la herida, tímido.Había varias marcas de uñas a lo largo de su mano y una parte del antebrazo, algunas lo suficientemente profundas para sacar sangre y otras de las que no sangraban, pero iba a cicatrizar igual.Esperaba que Melisa pateara el culo de la zorra estúpida de su madre, la perra merecía unos buenos azotes.¿Qué clase de madre hace eso su hijo?—Duele, duele mucho —sus palabras se mezclaron con hipos y lágrimas Él se acercó a mí, mientras extendía sus brazos pidiendo que lo cargara. Los sostuve en mis brazos, mientras me balanceaba y escuché ruidos en la h