Tener que fingir

Cuando terminé, Fernando se había acercado mucho a mí y supe que era el momento de poner en práctica el plan que Nikolay y yo habíamos acordado.

—Fernando… Lo he estado pensando durante tu ausencia y creo que tienes razón —hablé con un vacío en el estómago—. Podríamos ser muy felices, así que acepto tu oferta.

—Has elegido bien, no te arrepentirás —estaba emocionado, como si en verdad quisiera esa unión.

En ese momento, Fernando me abrazó con fuerza. Supe que era el momento de fingir, así que acaricié sus pectorales por encima de su camisa, haciéndole suspirar.

Entonces, se separó un poco solo para sonreírme con sinceridad y acercar sus labios a los míos. Fingí alegrarme por su acercamiento y correspondí su beso dulce y tierno.

—Te he echado de menos, Margo…

—Espera, Fernando… —lo detuve agitada.

—¿Qué ocurre?

—Necesito descansar antes de hacerlo… —mentí.

—De acuerdo, continuaremos esta noche —dijo y sentí que el estómago se me encogía.

¡No quería estar con él! No lo deseaba y esta
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