Margaret Llegué al lugar donde trabajaba. Sasha se alegró mucho de verme y me pregunto si me encontraba mejor.Es cierto que me había pedido la excedencia y eso me alegró. Sasha me dio un formulario que debía rellenar y entregarle a Bryan, mi jefe.Bryan era un hombre muy guapo, pero no era mi tipo, especialmente porque era mi jefe, y mezclar lo personal con lo laboral no me parecía lo más correcto.—Margo, me alegra verte —exclamó más que contento—. ¿Cómo estás?—Bryan, ya me siento mejor y quería regresar al trabajo —traté de sonreír con ganas.—Eso es genial. La verdad es que empezábamos a echarte de menos —el brillo en sus ojos parecía genuino. ¿Buscaría insinuarse de nuevo? —Yo también extrañaba esto.—Sí, bueno… Pero si no te encontrabas bien y necesitabas un descanso…—Ya me siento bien —dije con voz firme, sabiendo que físicamente me encontraba en excelentes condiciones.—Genial… Por cierto, me gustaría que nos pusiéramos al día respecto a los nuevos proyectos —de nuevo esa
Estaba demasiado furiosa con toda esta situación y a pesar de no sentir nada por Bryan, necesitaba desfogarme con él.Sin embargo, después de eso no recuerdo muy bien qué pasó. Sólo sé que empecé a sentirme mal en la cama de Bryan y algo hizo que me durmiera.Cuando desperté, fue debido a un traqueteo constante. No estaba colocada de una forma muy adecuada, ya que estaba atada de pies y manos. Bryan había colocado mi cabeza sobre su regazo y cuando me vio despierta, me dedicó una extraña sonrisa que jamás pensé que viniera de él.—Ya has despertado, qué lástima… Pensé que el cloroformo duraría más tiempo.—¿Qué está pasando, Bryan?—Lo lamento, pero un señor me pidió que le ayudara contigo, a cambio de una cantidad indecente de dinero que es muy necesaria para la empresa —habló cínico. —¿Quién te pidió algo así? ¿Y cómo puedes ayudarle? ¿No se supone que me quieres? —reclamé molesta.—No era exactamente amor, solo deseo. Y ya conseguí acostarme contigo —su sonrisa me dio asco, era un
Cuando terminé, Fernando se había acercado mucho a mí y supe que era el momento de poner en práctica el plan que Nikolay y yo habíamos acordado.—Fernando… Lo he estado pensando durante tu ausencia y creo que tienes razón —hablé con un vacío en el estómago—. Podríamos ser muy felices, así que acepto tu oferta.—Has elegido bien, no te arrepentirás —estaba emocionado, como si en verdad quisiera esa unión. En ese momento, Fernando me abrazó con fuerza. Supe que era el momento de fingir, así que acaricié sus pectorales por encima de su camisa, haciéndole suspirar. Entonces, se separó un poco solo para sonreírme con sinceridad y acercar sus labios a los míos. Fingí alegrarme por su acercamiento y correspondí su beso dulce y tierno.—Te he echado de menos, Margo…—Espera, Fernando… —lo detuve agitada.—¿Qué ocurre?—Necesito descansar antes de hacerlo… —mentí. —De acuerdo, continuaremos esta noche —dijo y sentí que el estómago se me encogía.¡No quería estar con él! No lo deseaba y esta
Ya llevaba una semana viviendo en casa de Fernando, una casa enorme y muy hermosa de la que ya conocía casi todos sus recovecos. Lo bueno de vivir con Fernando era que como tenía trabajo casi todo el día, me permitía andar libremente por la casa, aunque yo no me sentía libre de ninguna manera.En aquella semana no había vuelto a tener llamadas de Nikolay, es más, como mi celular era lo único que llevaba conmigo cuando me trajeron de regreso, no tenía cargador y la batería estaba a punto de acabarse. Pero no saber nada de Nikolay en aquellos días me estaba sirviendo bien para analizar fríamente las cosas.Al comienzo de esta aventura, Nikolay era el hombre al que más odiaba por todo lo que planeaba hacerle a Mike por su traición y entendía que no soportara el carácter irritante de mi hermano, ni siquiera yo lo soportaba. Pero a pesar de lo mucho que odiaba a Nikolay, cuando se me ocurrió pensar que hacer el amor con él como cualquiera de sus numerosas amantes me ayudaría a escapar,
El hombre se rió y se quitó el pasamontañas que llevaba, haciendo que me congelara en el sitio. Ahí estaba, casi irreconocible para el resto del mundo pero no para mí, el hombre al que amaba más que nada en este universo. Quise decirle muchas cosas que se quedaron atrapadas en mi garganta, pero él me sorprendió con un abrazo de oso.—Nikolay…—Margaret… No tienes idea de la falta que me has hecho. Sentí mi corazón acelerarse.—Yo también te eché de menos… —musité.—Mañana es el gran día —dijo con voz monocorde.—¿A una boda sin amor le dices gran día? —dije irónica.—Solo tienes que fingir un poco más.—Estoy harta de fingir, yo solo quiero estar contigo… —admití, sonrojándome.—Eso será muy pronto, pero tendrás que conformarte con verme de lejos —tragué saliva por eso.—¿Vas a permitir esto? —titubeé.—No lo voy a permitir… Solo quiero que mañana tengas cuidado y que —me tendió algo—, uses este chaleco antibalas.—¿Qué vas a hacer? —abrí mucho los ojos.—Recuperar a mi mujer —me be
Entré al idílico jardín de aquella casa agarrando el brazo de Jon con fuerza.Estaba muy nerviosa pero no porque deseara casarme, solo tres personas, contándome a mí, sabíamos la verdad. Fernando me esperaba en el improvisado altar con una sonrisa. Intenté corresponderle el gesto, pero no tuve éxito, la mueca se quedó congelada en mi rostro al tiempo que buscaba una señal… algo que me indicara que Nikolay no me iba a dejar sola en un momento como aquel.Llegué al altar con Jon, que me dedicó una sonrisa débil antes de apartarse de mí y dejarme junto a Fernando, que besó mi mano con un gesto muy galante. Lo único que lamentaba era no haberme enamorado de su amabilidad, pero Nikolay se había metido tanto en mi corazón que ya no podía sacarlo.—Estás preciosa, Margaret —me miró de arriba a abajo con aprobación. —Gracias, Fernando…—Vamos a empezar —tomó mi brazo.—Claro… —apenas podía hablar, tenía un nudo en la garganta.El sacerdote comenzó a hablar, ya saben, a decir las cosas típi
Había pasado casi un mes desde que ingresaron a Jonathan y por fin iban a darle el alta. Nikolay y yo veníamos a verle muy a menudo, pero a veces, me quedaba a dormir y a cuidar de Jon. Ahora, todo podría volver a ser más o menos como antes, aunque aún me quedaban algunos asuntos por resolver.Al volver a casa, me di un relajante baño. Nikolay, mientras tanto, me dijo que tenía que instalar a Jonathan y encargarse de encontrar enfermeras para sus cuidados. El baño me servía para relajarme y pensar exactamente en cómo hacer las cosas respecto a Nikolay, pero al sentir el peso de un cuerpo entrar en la bañera y ver al hombre que amaba, me distraje.—Nikolay… ¿Qué haces aquí?—Ya instalé a Jonathan y me encargué de sus cuidados, contratando una enfermera —explicó con una sonrisa, mirando mi cuerpo de arriba a abajo.—Tienes la facilidad de hacer con rapidez tus negocios —dije irónica, aunque sonriendo de medio lado.—Es lo que tiene llamarse Nikolay Ivanov, nena —habló con tono seducto
NikolayLa verdad era que quería tener a Margaret desde el mismo instante en que se fue de mi lado, salir a buscarla, hablar con ella y por qué no… coger como conejos durante toda una jodida semana. De todas maneras, yo también había jugado con ella, era cierto, pero mi orgullo me mantenía atado a Rusia, sin hacer nada por ella y sin siquiera intentar buscarla en meses.Me sentía hueco, desganado y vivía mi vida día como una maldita tortura sin fin, hundido en la miseria de mi desidia, aguardando a nada y al mismo tiempo, queriendo saber el porqué de lo que había pasado.Justo en ese instante, uno de mis hombres entró desesperado a mi despacho. Jonathan ya se había recuperado y seguía trabajando para mí, aunque no de la misma forma que antes. Al parecer, el hecho de no ver a Margaret le ponía nervioso. Cuando llegó a mi lado, me golpeó el rostro con su puño, sorprendiéndome:—¿Qué crees que estás haciendo, Jon? —lo miré estupefacto por su comportamiento. —¡Eres un cabrón! ¿Cómo has