Margaret —¡¿Él está qué?! —El grito de Sasha me ensordeció.—Shhh —la callé a través del celular—. Dijo qué está enamorado de mí.—¿Cuál fue tu reacción?Sentí mis mejillas arder ante el recuerdo. —Me quité la ropa y prácticamente lo violé para distraerlo, ¿soy mala persona?—Ni un poco. ¿Dónde está?—Durmiendo, incluso está roncando un poco. Es adorable.—Cuando despierte, va a querer una respuesta a sus palabras.—No sé cuál es mi respuesta —mordí mi labio de manera incómoda. —¡¿Cómo que no sabes?! —cerré los ojos al escuchar a Sasha gritar de nuevo—. ¿Qué sientes cuando estás con él?—No sé cómo describirlo sin que suene raro —hice una mueca. —Dilo aunque suene raro.—Se siente bien, como si toda mi vida se hubiera tratado de simplemente encontrarlo —suspiré y sonreí inconscientemente. —¿Como si estuviera destinado a ser?—Sí —afirmé, como si Sasha acabara de prender la luz de mi cabeza—, como se estuviera destinado a ser.—¿Y crees que lo está?—¿Está qué?—Destinado a ser.—
Margaret —Cariño, ¿a dónde me estás llevando? —pregunté suavemente a Nikolay, él tenía los nudillos blancos por toda la fuerza que ponía en el volante de la camioneta.Él tan solo había enviado un mensaje pidiendo que saliera y lo acompañé, había estado sentada en silencio por los últimos quince minutos y la atmósfera del lugar hacía que me pusiera demasiado nerviosa como para hablar.—¿Recuerdas lo que dije sobre Mike? ¿Que te podías despedir? —preguntó con tono frío, lleno de tensión. —Lo recuerdo —respondí casi un susurro, mientras la camioneta se detenía frente a una cafetería sin nada en especial.Nada, excepto a mi hermano sentado en una mesa, con vista a la calle.—Ahora es cuando. Ve, despídete, me gustaría darte todo el tiempo del mundo pero no puede ser demasiado, nos tenemos que mover rápido.Sólo me di cuenta que había lágrimas cayendo por mi rostro, cuando Nikolay pasó sus dedos y rápidamente sobre mis mejillas.—Gracias, cariño —no puede evitar estirarme a besarlo y abr
MargaretNo había hablado en todo el camino a casa, Nikolay tampoco hizo intento alguno de comenzar una conversación sobre cómo me había ido o qué había pasado, pero mi cara llena de lágrimas seguramente lo decía todo.Lo único que había hecho Nikolay, había sido poner su mano en mi pierna, de vez en cuando formando círculos con sus dedos.Eso había pasado una vez que no habíamos estacionado, y ahora nos encontrábamos subiendo en el ascensor, aún estábamos sin alguna palabra.Ni siquiera presté atención a mi alrededor a medida que seguía a Nikolay a la salida del ascensor, seguía sin prestarle atención, hasta que él habló y claramente maldijo.—Maldición, no me jodas.Una vez miré en la dirección en la que él también miraba, me quedé boquiabierta.Una mujer increíblemente hermosa estaba sentada, apoyada contra la puerta de nuestro hogar, aparentemente dormida y con una gran maleta negra a su lado.Tenía todo el cabello amarrado en un moño mal hecho, que hacía que sus mechones rubios s
Margaret12 semanas más tarde—¡Gracias, Graciela! Salvaste mi vida de nuevo, Ana te ama, siempre se porta como un ángel contigo son 50 dólares la hora, ¿no?—Sabes que no necesitas pagarme, Mónica —sonreí, antes de entregar a la bebé dormida en mis brazos a su madre.Mónica, haciendo caso omiso de mis palabras, deslizó el billete en el bolsillo de mi pantalón, mientras me acompañaba a la salida del departamento.—¡Nos vemos en el trabajo, Graciela!Entré al departamento de dos habitaciones y rápidamente cerré la puerta detrás de mí, le puse seguro y además, deslicé el primer pasador, luego procedí a cumplir con las demás medidas de seguridad para la puerta.Me comenzaba a gustar el nombre del que Nikolay me había dado junto a una historia fácil de recordar.Margaret había dejado de existir cuando llegó a Melrose Valley y Graciela Willis había tomado su lugar.Los primeros días fueron los peores, tuve que usar todas las fuerzas en mí para no volver a la ciudad donde vivía con Nikolay,
NikolayHabía pasado las últimas dos semanas alejado de todo, recluido en la propiedad de la banda junto a los demás miembros. De vez en cuando salíamos para asegurarnos de matar a cada rata blanca que estaba cerca.Esta semana sería la última. Solo una semana más, y podría ir por Margaret.Miré mi reflejo en el baño, el mismo baño de la misma habitación donde Margaret y yo habíamos comenzado de nuevo, pero esta vez no tenía a mi hermosa mujer conmigo, además, tenía cabello largo y la barba que hacía semanas ya no afeitaba.Hasta Leonid se veía mejor que yo, y eso que yo no había perdido a mi esposa, que también es la madre de mi hija.La única persona más determinada a matar a cada uno de sus enemigos más que yo, era Leonid.Sariah había muerto horas después del atentado contra ella y Melissa, y a diferencia de ésta, que había perdido sangre y tenía dos balas en ella, solo le quitaron el bazo y habían salvado su vida.Sariah, al haber recibido un disparo en el corazón y otros dos en
Margaret—¿Esta vez no vas a pedir la orden para llevar?Elevé mi mirada hacia Karina y sonreí ante su cabello de un nuevo color, la semana pasada estaba al rojo natural ahora era un rubio platino.—Hoy no, para variar un poco, quiero comer en la cafetería con mejor vista. En algún momento se le va la gracia a comer sola en tu departamento.—¿Una docena y media de dedos de queso?—Agrégale papas con queso derretido, me siento festiva hoy, me lo he ganado por tanto usar escaleras y caminar.—Tienes una idea aburrida de lo festivo —hizo una mueca.—No puedo precisamente acabarme una botella de tequila y bailar en bares de nuevo, ¿o sí? —dije brevemente, extrañando esos días, cuando tenía la opción de salir y beber hasta tener un coma etílico.—No te veo como alguien que baile en bares.Solo le sonreí brevemente y una vez se fue, dejé ir un largo suspiro. No era alguien que bailara en bares, pero tal vez Graciela sí y Graciela era lo único que tenía, hasta que pudiera ser nuevamente Marg
MargaretMe quedé fría sin saber qué decir, mis piernas temblaban un poco y noté la mirada inquisitiva de ese enfermo hijo de puta, que me miraba con un destello de diversión en sus horribles ojos.No me dejé amedrentar, apreté los puños y me relajé un poco, fingiendo una sonrisa que esperaba, fuera suficiente para aplacar sus sospechas, aunque estaba segura de que eso era imposible. El maldito me había descubierto.—Buen chiste, Favio, pero soy Graciela —dije con diversión y lo vi estrechar los ojos—. Aunque Margaret no es un mal nombre, creo que lo pensaré.A medida que las palabras salían de mis labios, sentía que era una actriz digna del Oscar, ni siquiera parpadeaba al hablar.Favio solo me dio una sonrisa retorcida, que hizo qué mi sangre se helara aún peor. Podía sentir mi pulso acelerarse y mis manos comenzar a sudar.—¿Sabes?, cuando comencé a investigar sobre ti, no habían intenciones encontrar algo así —se pasó de un lado a otro de manera pensativa—. Me gustabas, no eras n
MargaretA donde fuera que iba, no podía verlo; a causa de la capucha que cubría mi cabeza. Temblaba de pies a cabeza y rogaba al cielo que Nikolay se diera cuenta pronto y me rescatara del infierno al que seguramente sería llevada. Intentaba no sollozar y sostenía mi vientre con recelo, agudizando el oído a lo que sea que escuchaba.Quería ver a dónde iba, la incertidumbre me estaba matando y también la tristeza de no poder ver a Nikolay, de no estar a su lado como se había planeado.¿Quién sería el hijo de puta capaz de planificar algo así? ¿De acabar con mi felicidad en solo instantes? Sentía que los párpados me pesaban de tanto tiempo que había estado apresada, ni siquiera tenía noción del tiempo que había pasado. Mi cabeza daba fuertes punzadas de dolor y mis piernas temblaban, sentía que iba a desmayarme.Me soltaron y caí al suelo, escuchando murmullos a mi alrededor, tanteé para sacar mi celular, pero me fue arrebatado y pronto tuve a 3 siluetas delante de mí, sólo una recon