FamiliaEl nudo en mi garganta solo era proporcional a la marejada de recuerdos amargos y difíciles que me acompañaban desde que enfilé el auto a la entrada del lugar. Aquello era una situación que no me dejaba respirar con completa libertad, pero era una sensación a la que ya estaba bastante adecuada, pues no era la primera vez que regresaba allí.Aquel lugar era un fallo en el sistema, una anomalía que no podía justificarse, pero que, sin embargo, seguía allí, significando una bofetada en el rostro de todas las leyes que procuraban el bien y protección para los jóvenes sin familia y sin hogar. Allí habíamos ido a parar después de la muerte de nuestros padres, y allí habíamos conocido lo más rudo de la vida. Maltratos, insultos y humillaciones eran parte del día a día de ese lugar donde no se cumplía de ninguna forma el propósito para el que se suponía que había sido creado.Apenas cumplí mi mayoría de edad, logré escapar de allí, no sin antes haber vivido mi infierno personal en ese
Motivación extra.―El Jefe me dijo que tiene planes para mí, incluso me asignó a un grupo de trabajo menos exigente para demostrarme que me aprecia… las cosas han cambiado para mí en las últimas semanas.Yo escuchaba las palabras de mi hermano y no podía siquiera permitirme la oportunidad de sopesar eso que él me decía, sencillamente no podía ser la misma persona, esa de la que él me hablaba y la que yo recordaba. Sencillamente, se me hacía imposible considerarlo.―Me alegra saber que las cosas están mejorando David, pero no quiero que te encariñes con nada de lo que ese desgraciado te prometa… Tú sabes de sobra lo que pasó conmigo.David, mi hermano, asintió con pesar, pero también se recompuso para responderme con prontitud.―Pero no tiene que ser también así conmigo, es posible que yo si pueda salir de aquí para triunfar hermana.Al escucharle decir aquello con ese ánimo no me sentí con fuerzas como para robarle esas esperanzas, yo sabía por experiencia propia que dentro de esas pa
Intensas conversacionesEl chiste que se me ocurrió para burlarme de Ethan dio paso a una conversación bastante seria.― ¿No piensas en eso? ―preguntó Ethan tomando un trozo de pizza.El queso se estiró como chicle cuando él la mordió, dejándolo en una situación bastante graciosa. Después de reírme para burlarme de ese gracioso accidenté, le respondí.― ¿A qué te refieres?―A tener un novio ―sentencio él.La determinación de Ethan quedaba latente por la frontalidad de su cuestionamiento, uno que se atrevía a tocar un tema que nunca antes habíamos atendido juntos. Yo levanté la mirada de la rodaja de pizza que tenía delante de mí y me enfoqué en él para mirarle a los ojos y tratar de entender lo que buscaba con aquello.―No lo digo por nada en específico ―se apresuró a decirme con un gesto errático y nervioso.―No te preocupes ―le tranquilicé sonriendo levemente y con un gesto de mi mano―. Solo me tomó por sorpresa una pregunta tan directa.―Déjalo así ―me dijo él devolviéndome la sonr
Despertar aprensivo Después de que Ana hubiese creído que yo le tomaba el pelo con el asunto de la confidencialidad del contrato, me quedé escuchando música hasta quedarme dormida. Eran demasiadas las cosas en las que quería pensar y no tenía manera de ordenar todos esos pensamientos que me convertían la cabeza en una piscina de confusión y enredos, por lo que preferí someterme a una relajante sesión de música. Mi lista de reproducción se convertía en un reflejo de lo que me ocurría en ese mismo momento. Antes de quedarme completamente dormida escuché canciones Rock pesado seguidas de piezas de Pop juvenil. Mi único objetivo era el poder conciliar el sueño en medio de esa hecatombe que me atosigaba el alma. Por suerte, con el almuerzo que compartí con Ethan, mientras hablábamos de aquellos vericuetos, solo me bastó beber un batido de fresas para llenar mi estómago y no resentir el saltarme la cena.El sueño durante la noche fue, como de costumbre, un desfile de confusiones transfigur
ImpresiónA bordo de aquel vehículo de lujo desbordante y comodidad desmedida me sentía como parte de la realeza, al punto que sentí que el conjunto que había escogido para ese día no alcanzaba para estar a la altura de ese nivel de glamur. Arthur no había dicho nada más después de abrirme la puerta con caballerosidad para dejarme subir al asiento trasero de aquel lujoso auto inglés que había sido modificado para tener la comodidad de una limusina sin arriesgar su sobriedad inherente a su diseño. El sujeto de movimientos mecánicos y serenidad excesiva había cerrado la puerta con delicadeza para luego ir a tomar su lugar al frente del volante.Por mi cabeza pasaron las más disparatadas hipótesis respecto a todo aquello: desde un secuestro hasta una broma de mal gusto. No podía entender como había sido tan insensata de aceptar subirme al coche de un sujeto al que no conocía. Ni siquiera por la identificación que dejaba en claro su pertenencia al equipo de trabajo de las industrias Cavil
Determinación y decisiónEstuve a punto de salir corriendo en ese momento. De no haber sido porque me encontraba en un lugar donde la única vía de escape cercana era ese ascensor donde Arthur ahora me cerraba el paso con su enorme humanidad, muy seguramente hubiese escapado de ahí. No es yo fuese una cobarde acostumbrada a escapar de sus problemas, porque eso no formaba parte de mi naturaleza, pero es que lo que había sentido en ese momento frente a la imponente presencia del señor Cavill, quien me atravesaba con esa mirada demoledora y profunda, me dejó sin respiración y sin la capacidad de raciocinio que siempre me caracterizaba.Llené mis pulmones con una bocanada de aire para ayudar a que mis piernas pudiesen responder a las señales de mi cerebro que le solicitaban el movimiento necesario para comenzar a caminar. Al poco tiempo y como quien está apenas aprendiendo a moverse, comencé a andar hacia donde aguardaba el señor Cavill.Arthur salió también del ascensor y se quedó a mis
Cláusulas comprometedoras.Aquel momento de comprometedora cercanía había terminado por suerte para mí, pues de seguir un par de segundos más no hubiese tenido la entereza para mantenerme dentro de mis cabales.No podía entender cómo funcionaba aquella fuerza que ocasionaba que un hombre altanero y burlón como el señor Cavill pudiera desencadenar en mí ser un golpe de efecto tan impresionantemente incomprensible. Una debilidad demoledora que me dejaba sin margen de maniobra.El señor Cavill volvió a su silla para extraer de un cajón dos copias del inmenso fajo de hojas que yo ya reconocía del día anterior. Aquel era el dichoso contrato. El señor Cavill se quedó con una copia y la otra me la acercó cuando ya me había sentado frente al límpido escritorio.Los nervios me desbordaban superándome de manera abrupta cuando los ojos de él se posaban sobre mí para escrutar cada movimiento y reacción de mi parte. Era algo incómodo hasta cierto punto, pero también me intrigaba saber y entender e
AprensiónMi alma toda quedó obnubilada por ese despilfarro de soberbia y seguridad exhibido en las palabras del señor Cavill. Aquello era algo que me superaba con creces y me hacía sentirme diminuta ante una montaña de tantas inconsistencias ilógicas.De no haber tenido frente a mí a ese hombre con la mirada desbordando seriedad, hubiese dado por creer que aquello no era más que una mala broma. «Sumisión» en ese contexto me sonaba a «esclavitud», algo verdaderamente insólito teniendo en cuenta que estábamos hablando de un contrato legal propuesto por el CEO más importante y millonario de todos.―Usted está loco ―espeté con desgano.El señor Cavill ni siquiera se inmutó con mi aseveración, su rostro seguía siendo esa máscara de indiferencia y seriedad que le caracterizaba siempre.―Nada diferente a usted que sabe lo que se le sugiere y aún sigue aquí sentada leyendo el contrato… los locos nos sentimos a gusto con otros con nuestros mismos trastornos.Aquello me ocasionó rechazo, no ta