Intensas conversacionesEl chiste que se me ocurrió para burlarme de Ethan dio paso a una conversación bastante seria.― ¿No piensas en eso? ―preguntó Ethan tomando un trozo de pizza.El queso se estiró como chicle cuando él la mordió, dejándolo en una situación bastante graciosa. Después de reírme para burlarme de ese gracioso accidenté, le respondí.― ¿A qué te refieres?―A tener un novio ―sentencio él.La determinación de Ethan quedaba latente por la frontalidad de su cuestionamiento, uno que se atrevía a tocar un tema que nunca antes habíamos atendido juntos. Yo levanté la mirada de la rodaja de pizza que tenía delante de mí y me enfoqué en él para mirarle a los ojos y tratar de entender lo que buscaba con aquello.―No lo digo por nada en específico ―se apresuró a decirme con un gesto errático y nervioso.―No te preocupes ―le tranquilicé sonriendo levemente y con un gesto de mi mano―. Solo me tomó por sorpresa una pregunta tan directa.―Déjalo así ―me dijo él devolviéndome la sonr
Despertar aprensivo Después de que Ana hubiese creído que yo le tomaba el pelo con el asunto de la confidencialidad del contrato, me quedé escuchando música hasta quedarme dormida. Eran demasiadas las cosas en las que quería pensar y no tenía manera de ordenar todos esos pensamientos que me convertían la cabeza en una piscina de confusión y enredos, por lo que preferí someterme a una relajante sesión de música. Mi lista de reproducción se convertía en un reflejo de lo que me ocurría en ese mismo momento. Antes de quedarme completamente dormida escuché canciones Rock pesado seguidas de piezas de Pop juvenil. Mi único objetivo era el poder conciliar el sueño en medio de esa hecatombe que me atosigaba el alma. Por suerte, con el almuerzo que compartí con Ethan, mientras hablábamos de aquellos vericuetos, solo me bastó beber un batido de fresas para llenar mi estómago y no resentir el saltarme la cena.El sueño durante la noche fue, como de costumbre, un desfile de confusiones transfigur
ImpresiónA bordo de aquel vehículo de lujo desbordante y comodidad desmedida me sentía como parte de la realeza, al punto que sentí que el conjunto que había escogido para ese día no alcanzaba para estar a la altura de ese nivel de glamur. Arthur no había dicho nada más después de abrirme la puerta con caballerosidad para dejarme subir al asiento trasero de aquel lujoso auto inglés que había sido modificado para tener la comodidad de una limusina sin arriesgar su sobriedad inherente a su diseño. El sujeto de movimientos mecánicos y serenidad excesiva había cerrado la puerta con delicadeza para luego ir a tomar su lugar al frente del volante.Por mi cabeza pasaron las más disparatadas hipótesis respecto a todo aquello: desde un secuestro hasta una broma de mal gusto. No podía entender como había sido tan insensata de aceptar subirme al coche de un sujeto al que no conocía. Ni siquiera por la identificación que dejaba en claro su pertenencia al equipo de trabajo de las industrias Cavil
Determinación y decisiónEstuve a punto de salir corriendo en ese momento. De no haber sido porque me encontraba en un lugar donde la única vía de escape cercana era ese ascensor donde Arthur ahora me cerraba el paso con su enorme humanidad, muy seguramente hubiese escapado de ahí. No es yo fuese una cobarde acostumbrada a escapar de sus problemas, porque eso no formaba parte de mi naturaleza, pero es que lo que había sentido en ese momento frente a la imponente presencia del señor Cavill, quien me atravesaba con esa mirada demoledora y profunda, me dejó sin respiración y sin la capacidad de raciocinio que siempre me caracterizaba.Llené mis pulmones con una bocanada de aire para ayudar a que mis piernas pudiesen responder a las señales de mi cerebro que le solicitaban el movimiento necesario para comenzar a caminar. Al poco tiempo y como quien está apenas aprendiendo a moverse, comencé a andar hacia donde aguardaba el señor Cavill.Arthur salió también del ascensor y se quedó a mis
Cláusulas comprometedoras.Aquel momento de comprometedora cercanía había terminado por suerte para mí, pues de seguir un par de segundos más no hubiese tenido la entereza para mantenerme dentro de mis cabales.No podía entender cómo funcionaba aquella fuerza que ocasionaba que un hombre altanero y burlón como el señor Cavill pudiera desencadenar en mí ser un golpe de efecto tan impresionantemente incomprensible. Una debilidad demoledora que me dejaba sin margen de maniobra.El señor Cavill volvió a su silla para extraer de un cajón dos copias del inmenso fajo de hojas que yo ya reconocía del día anterior. Aquel era el dichoso contrato. El señor Cavill se quedó con una copia y la otra me la acercó cuando ya me había sentado frente al límpido escritorio.Los nervios me desbordaban superándome de manera abrupta cuando los ojos de él se posaban sobre mí para escrutar cada movimiento y reacción de mi parte. Era algo incómodo hasta cierto punto, pero también me intrigaba saber y entender e
AprensiónMi alma toda quedó obnubilada por ese despilfarro de soberbia y seguridad exhibido en las palabras del señor Cavill. Aquello era algo que me superaba con creces y me hacía sentirme diminuta ante una montaña de tantas inconsistencias ilógicas.De no haber tenido frente a mí a ese hombre con la mirada desbordando seriedad, hubiese dado por creer que aquello no era más que una mala broma. «Sumisión» en ese contexto me sonaba a «esclavitud», algo verdaderamente insólito teniendo en cuenta que estábamos hablando de un contrato legal propuesto por el CEO más importante y millonario de todos.―Usted está loco ―espeté con desgano.El señor Cavill ni siquiera se inmutó con mi aseveración, su rostro seguía siendo esa máscara de indiferencia y seriedad que le caracterizaba siempre.―Nada diferente a usted que sabe lo que se le sugiere y aún sigue aquí sentada leyendo el contrato… los locos nos sentimos a gusto con otros con nuestros mismos trastornos.Aquello me ocasionó rechazo, no ta
Señorío.―Yo seré todo para ti… tú serás para mí lo que yo quiera y necesite ―el señor Cavill comenzó a darme aquella explicación, apenas se dio cuenta de que yo había sucumbido al fin a sus pretensiones―. Compórtate a la altura y conocerás a un Señor bondadoso que sabrá recompensar tu entrega y sumisión… Compórtate de manera errática e incorrecta y sabrás recibir el castigo de mi mano.― ¿Castigo? ―pregunté con un susto creciente, apoderándose de la plenitud de mi ser.― ¿Se te olvido lo de ayer?―No, señor ―asentí sintiendo de pronto en mi piel el recuerdo de aquel contacto―, lo recuerdo… ¿La violencia física está permitida en el contrato?El señor Cavill levantó su ceja mientras me regaló una sonrisa que desmoronó cualquier certeza de mi ser. Sus labios sensuales y provocativos se inclinaron sobre el lado derecho de su rostro al sonreír con lo que solo podía entenderse como un derroche de picardía y lujuria.―Solo cuando se realiza como un complemento de la sexualidad.En mi gargan
Acuerdo.Ya habiendo quedado completamente en acuerdo el ritmo que debía tener nuestro pacto a partir de ese punto, el señor Cavill se encargó de dejarme en claro, ahora sí, los puntos sobre lo que serían nuestros convenios a partir de ese momento. El contrato exigía que desde ese mismo día yo debía mudarme a un anexo de la mansión del CEO, donde estaría a las expensas de sus órdenes y caprichos las veinticuatro horas el día, lo mismo que durante el horario de trabajo, pues yo debía estar en su oficina como una especie de asistente para cumplir cualquier petición de su parte. Entre lo más disonante de lo que se me había dejado en claro estaba aquello de tener que someterme enteramente a cualquier petición de su parte, peticiones que podían ir desde algo sencillo como darle de comer en la boca o limpiar sus zapatos, hasta situaciones muchísimo más demandantes y extremas como cumplir cualquier capricho sexual o arrodillarme delante de él como lo había tenido que hacer recién.Por suerte