La señorita Reyes.Yo me había mentalizado en esperar la llegada de aquel primer pago que llegaría recién al cumplirse una semana de haber firmado el contrato, para lo cual a esas alturas solo faltaban tres días. Después de ese pago estaba en «veremos» mi continuidad con todo aquello, pues aunque de cierta manera comenzaba a tomarle el hilo al señor Cavill y de cierta manera también le tomaba el gusto a ese juego peligroso y sensual, no era algo que pudiera vislumbrar en ese futuro en el cual me había impuesto como meta la idea de ayudar a mi hermano como prioridad.No podía intentar adivinar el futuro. Ni siquiera quería atreverme a adivinar cuál sería mi decisión, apenas llegará ese dinero, pero lo que si podía saber es que la toma de esa decisión apuntaba a ser cada vez más compleja. Cada segundo que pasaba al lado del señor Cavill me acercaba a él de una manera inexplicable. Cada vez se me hacía más compleja la idea de separarme de su lado y a medida que me integraba a su mundo co
Decepción y recompensaMe quedé a la expectativa de lo que sería el esperado reencuentro con el señor Cavill para poder decirle que todo estaba yendo de maravilla, que había logrado contener los malos ánimos y doblegar al caradura para que se dispusieran a colaborar a la causa. Casi podía estar segura de que el hecho fortuito de haber escogido la oficina de Rebeca por casualidad terminaría siendo una anécdota que él iba a saber disfrutar, entonces recalé en una conclusión que me dejo pasmada lo mismo que perturbada: sin darme cuenta estaba anhelando volver a estar cerca del señor Cavill.Era normal que cualquiera sucumbiese ante el peso de una persona tan imponente como él. Querer estar cerca de él para impregnarse de su esencia y de su poderío, era algo que debía ocurrirle hasta a los hombres, ni que decir de las mujeres, que todas sin distinción se derretían y pagarían solo para poder verle, pero aquello que yo estaba experimentando iba mucho más allá de todo eso. Sin darme cuenta m
Puesta al díaAna quedó con la expresión de quien no alcanza a creer lo que tiene ante sí. No era mi intención lucirme frente a ella ni mucho menos, pues nuestra amistad no estaba para ese tipo de estupideces, pero de cierta manera nuestra dinámica de amigas si admitía ese juego tonto donde ella me acusaba de haber robado un banco.― ¡Estúpida! ―le dije sonriendo al indicarle como debía colocarse el cinturón de seguridad―, tu sabes bien que soy demasiado nerviosa como para atreverme a robar un banco ―le dije en forma de broma.― ¿Entonces qué? ¿Secuestraste a tu jefe y le pediste rescate?Ante las ocurrencias de Ana no pude hacer otra cosa más que reírme con desparpajo, después de todo precisamente para distraerme era que había decidido invitarla a ella a almorzar. Su compañía era para mí una de las mejores medicinas, capaz de quitarme todo el estrés y la preocupación con una sola conversación. Ana me conocía, ella era para mí una de las personas más especiales del mundo, si no es que
Amistad inquebrantable Ana quedó pensativa después desechar mi declaración determinada. Ella dejaba entrever que de cierta manera saber que yo estaba dispuesta a contarle todo le llenaba de una gran emoción y regocijo, pero su sentido de la pertinencia y sobre todo su vocación incuestionable para salvarme de mis propias metidas de pata salió a relucir en la forma de una pregunta concienzuda. ― ¿De verdad crees que sea lo más conveniente? ―Ana se me quedó viendo como para tratar de corroborar que aquella decisión de mi parte no respondía a un arrobo de impulsividad de los que ella sabía bien que en muchas ocasiones yo era presa―, Según recuerdo tú me aseguraste que el contrato que firmaste era estricto respecto a esa cláusula. ―Y lo es ―le afirmé―, por eso necesito que tú me prometas que guardaras absoluto silencio de todo lo que estás por escuchar. Ana quedó aturdida por un momento, incluso tuvo que aprovechar la llegada del chico del servicio que se acercó a tomar nuestra orden, m
Abordaje InesperadoEn el camino de vuelta casi no volvimos a tocar el tema del señor Cavill más que para hablar, por petición de Ana, de lo que había sido la experiencia sexual. Ella recién comenzaba a descubrir los gajes de la vida en la cama, por lo que se encontraba al igual que yo, bebiendo de la emoción de la novatada, y aunque el señor Cavill había llevado lo nuestro a ritmo suave, aun así habíamos tenido más acción que Erick y ella, pues después de hacerlo aquella primera vez no habían vuelto a tener nada más que intentos fallidos, pues ella seguía atemorizada por el dolor de la primera vez.Entonces, como si la experiencia de mil batallas ganadas me respaldara para ser la voz de la experiencia, comencé a recomendarle las opciones del placer oral, tanto de ida como de vuelta, pues de las dos formas con el señor Cavill había podido descubrir las maravillas de esas prácticas secretas. Al contarle a Ana los detalles, pues con ella no podía ya tener más secretos, volví a sentir es
Protección dolorosaEl señor Cavill no me dijo nada más, solo me miró a los ojos con esa furia incontenible que le inundaba y me dijo:―Sube.―Pero…― ¡Que subas te digo! ―Ordenó el señor Cavill sin dar cabida a ningún tipo de refutación de mi parte.Él se acercó cuando yo aún no había obedecido a sus órdenes y con fuerza me empujó a subir al asiento donde apenas y hubo tiempo de quitar los trozos de cristal, así sin dar tiempo a acomodarnos, el señor Cavill cerró la puerta al tomar el volante teniéndome a mí sobre sus piernas. Aquella no era la mejor forma de conducir un vehículo, pero él ni siquiera se inmutó por el reto, sino que hundió el pedal del acelerador al fondo, haciendo que el coche avanzara cuando el tráiler dejo un pequeño espacio.Mis músculos apenas servían para aferrarme a su cuello en esa posición de viaje poco ortodoxa. Quedaba en claro que el señor Cavill solo quería alejarse de aquel lugar cuanto antes, por eso aunque el pánico me invadía y mis piernas no dejaban
El peso de la indecisión El señor Cavill me dejó impactado con el peso impregnado a su afirmación. Aquello me dejaba en claro que su necesidad de protegerme iba mucho más allá de lo que yo pudiese imaginar. Era cierto que aún tenía que lidiar con todo aquello que había sucedido, aún no tenía ni la menor idea quienes eran esos tipos ni cuáles eran sus intenciones, pero de momento solo podía pensar en el cómo el señor Cavill se había atrevido a desdeñar de su propio contrato para dejarme en claro que su máxima determinación estaba puesta para protegerme a toda costa, sin embargo, eso solo servía para dejarme más confundida de lo que ya de por sí podía estarlo.Con sus manos haciéndome de manera intensa y con su rostro peligrosamente cerca del mío, me le quedé viendo para descifrar el mensaje detrás de esa mirada intensa y significativa.―Pero ese contrato es lo único que nos une a usted y a mí ―le dije para establecer con claridad una opinión marcada.El señor Cavill no se inmutó. Su r
Por el peso de la lujuriaLa noche llegó después de que me quedara viendo el paisaje desde la ventana que me permitía apreciar el crepúsculo desde una posición inmejorable. Desde ese lugar pude apreciar los distintos matices de naranja que fueron avanzando en el cielo a medida que el sol comenzó su descenso. De repente el naranja se manchó de azules y violetas y al final terminó empapándose en un todo de matices de azul estrellado. La nostalgia de ese momento, que encerraba en su fugacidad la realidad efímera de la vida, me hizo pensar en todos los rostros que había amado en mi vida. Amores de familia y de amistad todos ellos, pero ahora me tocaba conocer lo que sin duda alguna era otro tipo de amor, mucho más violento y pasional, peligroso e inestable, sobre todo, pero intenso como ningún otro.No podía dejar de pensar en lo que Ana había querido decirme respecto a la decisión que debía tomar, pero el asunto había dejado de ser de decisiones hacía mucho tiempo, ahora era una cuestión