En los brazos del amorNo era la primera vez que hacía un intento en la cocina. De hecho, eran varias las ocasiones en las que había intentado aventurarme en esa experiencia que en teoría debía corresponder a las «buenas costumbres» de una «buena mujer»; sin embargo, ya estaba más que resignada que mi fuerte era en otras áreas y que la cocina no estaba destinada a ser mi amiga de ninguna manera. Apenas llegué para hacer frente a ese reto enorme que había asumido como toda una campeona, me sentí de golpe superada por ese cúmulo de rabia y frustración que ahora me hacía sentirme diminuta y arrepentirme por ser boca floja: sin duda alguna había sido una metida de pata ofrecerme para cocinarle al Señor Cavill.Por suerte, para mí, las ventajas tecnológicas aportan oportunidades que se convierten en puertas de escape en momentos de verdaderas vicisitudes y aunque yo le había dicho al señor Cavill que estaba decidida a convertirme en una cocinera profesional para complacerle, realmente lo q
Agradable compañíaEl cambio de actitud de él era notorio y reconfortante. Era algo impresionante y que dejaba en claro que su ánimo ahora estaba siendo tocado e influenciado de manera efectiva por el sentir de su propio corazón, aunque él se empeñaba en atribuirme a mí toda la responsabilidad de ese cambio.Desde el inicio el señor Cavill había demostrado ser un hombre impredecible y con disposiciones de ánimo bastante cambiantes y difíciles de anticipar. Incluso en lo que había sido nuestro primer encuentro había estado dispuesto a darme una nalgada después de haberme cargado y apoyado en su escritorio, definitivamente había sido la mejor presentación para poder prepararme respecto a lo que se podía esperar de ese hombre de misterio insondable. Ahora, sin embargo, me tocaba de golpe la tarea que adaptarme a lidiar con lo que parecía ser un hombre completamente renovado y cambiado, cuya mentalidad daba muestras de que la lucha campal que se desarrollaba en su interior no era suficien
Mi hombreDespués de haberle dicho eso último, sentí un fuerte impulso de dejar todo atrás y salir corriendo de esas cuatro paredes que me encerraban junto a lo que había sido una gran osadía de mi parte. No tenía forma de revertir las palabras que ya habían sido pronunciadas sin vuelta atrás, ahora solo podía quedarme sentada ahogándome en mis propios miedos en ese par de segundos que trascurrieron después de haber dicho eso.No era nada del otro mundo lo que yo había dicho. En un contexto de relación «convencional» incluso podía ser algo obvio y notorio, pero en mi relación con el señor Cavill no terminaba de quedar en claro nada, por eso no podía anticipar cuál podía ser la reacción de él al escucharme refiriéndome a él en esos términos tan vinculantes y que dejaban implícito una vinculación innegable que me unía a él y que a él lo unía a mí.Mis pies apenas afincados sobre la superficie de la alfombra que recubría aquel suelo, sintieron el peso de un millón de toneladas de miedos
En la extensión de su serEl señor Cavill apenas y había tenido el tiempo suficiente para digerir la cena que yo le había preparado antes de proceder a acomodarse boca abajo en la extensión de su inmensa cama para esperar que mis manos pudieses servirle para alivianar de alguna manera el peso de una tensión acumulada en sus músculos de forma agobiante. Aquello me significaba un reto enorme. Era casi nula mi experiencia en cuanto al contacto con el sexo masculino, de hecho antes de conocerlo a él llegue a experimentar cierto rechazo a cualquier manifestación de cercanía con cualquier hombre motivado en parte por las dos terribles experiencias que me llevaron a estar a punto de ser abusada por hombres viciosos y sin una pizca de moral. Solo con el señor Cavill me había atrevido a sentirme a gusto tocando a un hombre y no solo sobrellevándolo, sino incluso disfrutándolo durante el sexo o en alguna muestra furtiva de cariño y ternura. Era cierto que la delicadeza y la ternura formaran par
Llamada inesperadaEl rostro del señor Cavill se me presentaba como un regalo llegado del cielo. En sus facciones serenas y calmadas, que podía disfrutar sin ningún tipo de atenuante, descubrí el disfrute del ser enamorado, descubrí lo que significaba vivir por otra persona.Él se había dormido de manera inesperada, pero eso no me molestó en lo absoluto. Sabía de sobra que él había tenido un día bastante difícil, sobre todo preocupado en tratar de resolver cuanto antes el asunto de aquellos sujetos que habían intentado secuestrarme. No podía enfadarme sabiendo que él había hecho todo durante ese día, incluso el tener que aguantarse a Rebeca, a quien no soportaba, solo para tratar de alejar cualquier amenaza de mí. Era sin duda alguna la expresión más pura y sincera de atención y dedicación. Él definitivamente sabía ser un caballero, a su manera, sí, pero un caballero en todo el sentido de la palabra.Sonreí embelesada solo de disfrutar la imagen de ese hombre cuyo corazón sin duda alg
Terror puro y visceral La hora exacta que marcaba el reloj digital en la pantalla de mi teléfono eran las 11:43, una hora apoco prudente para intentar algún tipo de comunicación telefónica sin arriesgarse a importunar de alguna manera, como de hecho ya me había ocurrido con la reciente llamada realizada a mi mejor amiga. No había forma de anticipar si la persona detrás de ese número telefónico iba a estar despierta para ese momento o si, como en el caso de Ana, podía estar ocupada en otras menudencias. Lo cierto fue que el desespero y la curiosidad de poder descubrir el misterio detrás de ese inesperado giro de acontecimientos me empujaron a correr el riego sin atender a ninguna de esas consideraciones, lo único que yo quería era desvelar el misterio sobre ese personaje y esa posible información sobre mi hermano y su situación en el internado. Uno a uno fui marcando los números de ese dígito que correspondía a una demarcación telefónica específica. Era
Agónica nocheDespués de una conversación así resultaba imposible que mi ánimo pudiese remontar hacia algún intento de renovación que pudiera retomar siquiera los escombros de lo que había sido el ensueño que había disfrutado con el señor Cavill. Para ese punto todo parecía más que perdido.Las lágrimas caían desde mis mejillas hasta el piso, el solo pensar que las insinuaciones de aquella voz inmaterial pudiesen encerrar un dejo de verdad, me llevaban a sentir mi alma consumida por la más insidiosa culpa que pudiese imaginar, dándome motivo suficiente para autodestruirme en un trance de culpa agónica que me hacía de pronto odiar todo aquello que había construido al lado del señor Cavill. En ese momento todo aquello no me parecía más que una estúpida ilusión que me había distraído de mi propósito principal que era el velar por el bienestar de mi pequeño hermanito. Al final de cuentas podía reprocharme lo que quisiera, pero al final todo aquello lo había hecho para esperar lo que sería
Difícil decisiónLa noche avanzó en su paso raudo hacia un desenlace que aunque inevitable yo quería postergar hasta el último suspiro, no tenía manera de siquiera anticipar lo que mi alma sentiría en aquel minúsculo instante de tiempo que transcurriría entre las palabras que no quería pronunciar ya lo que sería la respuesta del hombre al que sabía que debía romperle el corazón. Después de haberme esforzado tanto en estrechar los lazos de esa innegable relación amorosa que, aunque sin nombre, nos unía al señor Cavill y a mí en un lazo de cercanía incorruptible, era poco más que un absurdo. No tenía sentido hacer valer esa cláusula que me entregaba un día libre, alejado de él, yo ni siquiera recordaba eso antes de que aquella voz me lo trajera de vuelta a memoria. La que menos quería a esas alturas de mi vida era el tener que alejarme del lado del hombre que me había regalado los momentos más dulces de mi vida. No podía siquiera concebir el tener que irme de su lado por mi entera volu