Decepción y lástimaEl señor Cavill guardó silencio después de escuchar aquellas dos palabras que yo pronuncie como un cierre indetenible e inexorable que no permitía ningún tipo de argumentación o reproche. Definitivamente, él no estaba preparado para recibir una respuesta como esa, pues tardó más de lo normal en poder reaccionar a lo que yo le acaba de decir. Él Intentó dar un paso hacia mí para comprobar que aquello no fuese más que una estúpida entera de mi parte, pero aunque me doliera y destruyera tener que fingir mi indiferencia ante él, yo retrocedí mientras negaba con mi cabeza.Él entonces se detuvo entendiendo que no había ningún juego en aquel momento. Su rostro se convirtió entonces en la muestra pura de lo que podía ser el dolor y la decepción. Mi alma se fundía en un fuego de lamento profundo e inclemente que me agudizaba las heridas que el pasado se esforzaba de repente en traer de vuelta para atormentarme con la agonía que pensé que ya no volvería jamás.Sus ojos de d
Volveré―Recuerda que yo no soy como ellas ―le susurré aún con los ojos cerrados mientras mi rostro se alejaba del suyo.―Demuéstralo te lo pido ―de manera insospechada, el señor Cavill se dejaba ver ante mí con una vulnerabilidad como nunca antes le había visto.―Volveré… te juro que volveré.―Eso no es suficiente ―negó él con efusividad.―Pero es la verdad… solo te pido que me dejes ir esta vez, pero te prometo, por este amor que siento por ti, que volveré aunque me cueste la vida.El señor Cavill no lograba salir de ese trance de agonía y de dolor. Su mirada marchita y sus labios temblorosos me daban señas del dolor que conminaba su alma en una fuerza agobiante de melancolía y tristeza.―Eso no es suficiente ―volvió a repetir.― ¿Pero qué quieres que te diga? ―protesté a punto de quebrarme a llorar al verlo a él con lágrima a punto de brotar de sus ojos. El hombre altanero, soberbio y vanidoso había desaparecido del todo, ahora se mostraba ante mí el hombre al que siempre desee ver
Los rostros del dolorMi pie sobre el pedal del acelerador presionado hasta sus últimas consecuencias me servía a manera de desahogo para poder drenar la rabia y la frustración que en ese momento me llenaban hasta no poder soportarlo más. Me inundaba la ira al descubrirme sola en esa situación tan aprémiate aún y cuando el señor Cavill se había ofrecido para ayudarme en todo. Era tan doloroso saber que el hombre más poderoso del mundo estaba decidido del todo a apoyarme y estar a mi lado y que yo por culpa de las amenazas de esa voz incierta había tenido que despreciar su ofrecimiento. Ahora debía estar preparada para enfrenarme a lo que fuera que me tocara enfrentar al llegar a casa de mi amiga, a quien ni siquiera quería llamar para no alarmarla en caso de que el asunto se saliera de proporción.Tal vez lo mejor hubiese sido obrar de otra manera, quizás avisar a la policía y denunciar todo aquello, pero yo era una tonta que me consumía del miedo y que me había dejado opacar por las
Alianza de muerte―Adelante señorita Reyes ―me indicó aquella voz que yo recordaba como siempre, con ese tono que procuraba ser inmaculado y preciso en la pronunciación de cada sílaba posible.― ¡¿Qué demonios ocurre aquí?! ―espeté con un grito que me brotó del alma en el más puro desahogo de mi entera confusión. No había forma de procesar aquella discordancia a la que me enfrentaba y me llenaba de más dudas que respuestas. Mis piernas en ese momento estuvieron a punto de sucumbir a la fuerza que las halaba hacia abajo, queriendo desplomarse por la impresión.―Por favor, señorita Reyes, es preferible que guarde silencio. No queremos que mi socio tenga que accionar de manera “Disuasoria”―al decir esto, el sujeto que según el señor Cavill era su abogado “de confianza”, el señor Martins, señaló al sujeto que hasta ese momento ya había evitado volver a mirar, pues su sola presencia en ese lugar me traía de vuelta todo el dolor, la agonía y el odio que yo pensaba que había dejado en el pas
Graves consecuenciasHablar de locura era poco comparado a lo que me parecían las palabras con la que ese abogado me había propuesto aquella barrabasada, que en la cabeza ni siquiera me cabía. Fue tanto mi desconcierto que de manera inmediata me levante de mi asiento con intenciones de dar por terminada la conversación si ni siquiera prestar atención a las amenazas de la pistola que el jefe guardaba debajo del cinto de su pantalón.Dejar al señor Cavill era algo que de ninguna manera podía estar dispuesta a asumir. Ni siquiera por aquella promesa de la que ellos me hacían mención. Después de todo el señor Cavill me había pedido matrimonio, y aunque esa petición hubiese estado impulsada por el temor de perderme, yo sabía bien que existía de verdad un trasfondo tangible detrás de ella y estaba segura también que él estaría dispuesto a ayudarme con lo de mi hermano si yo se lo llegaba a pedir. No estaba ni cerca de considerar siquiera esa propuesta que él me acaba de plantear, sin mencio
Vacío insoportableMi mundo se destruyó en ese instante en el que quedé a solas en aquella salita del departamento de Ana. Aquella conversación me había devuelto la vida que antes había estado anhelando, pero me la había dado después de tener que renunciar a la vida que había descubierto recién. No podía saber cómo sentirme. Me llenaba de regocijo saber que podía ir a buscar a mi hermano en ese mismo momento, si es que era eso lo que quería, pues el señor Martins lo dejó en claro antes de salir, pero sabía que si lo hacía debía cumplir mi palabra y olvidarme completamente del amor que sentía por el señor Cavill.Las preguntas se me amontonaban y me llenaban de una insoportable cantidad de incertidumbre que solo servía para acrecentar el miedo y la confusión. Yo no era más que una niña indefensa en un mundo de mentiras y traiciones, no tenía ni la menor idea de cuál podía ser el interés de dos personas tan diferentes para hacer todo eso solo para alejarme del señor Cavill. La duda me d
Como aquella lejana vezLogré dejar a Ana tranquila con esa promesa que le hice. Después de todo no había conseguido la manera de resolver todavía el cómo le explicaría todo ese asunto, por lo que de momento solo quería concentrarme en resolver un asunto a la vez. Así que salí de vuelta a la calle, donde me esperaba aquel auto que me recordaba de manera inevitable al hombre al que me encontraba traicionando de manera artera. Con todo el dolor de mi alma tomé el lugar frente al volante y accioné el motor. El internado no quedaba muy lejos y todavía tenía veinte minutos para llegar a tiempo a la cita pautada.Comencé a conducir con la mente enajenada y el corazón vacío. Solo quería tener un propósito para poder seguir adelante después de haber tenido que renunciar de manera forzosa a lo que prometía ser mi felicidad definitiva, por eso necesitaba llegar cuanto antes a ese lugar donde esperaba que por lo menos la sonrisa de mi hermano pudiese darme de nuevo las ganas de vivir.Llegué cas
Una felicidad a cambio― ¡Emi! ―le escuché decir con aquella voz dulce e inocente que me hizo volver a vivir, por lo menos estaba descubriendo que, en medio de mi mar de angustia, estaba reservada una felicidad para mí― ¡Viniste por mí!David sonrió cuando comenzó a correr hacia mí. Él era un chico que parecía mucho mayor a la edad que de verdad tenía, pero en el fondo aún era un niño capaz de emocionarse sin disimulo como el niño que era.Mi hermano llegó a mis brazos y me regaló la vida que había perdido todo ese tiempo. Tenerlo entre mis brazos por lo menos me permitía saber que aquello era tangible, que era real, sabía que en medio de mi angustia y miseria, por lo menos la que era mi meta de vida, estaba siendo alcanzada de manera efectiva.Sus huesos a flor de piel daban muestra de la mala alimentación que recibía en el lugar, lo mismo que aquella ropa sucia y raída que demostraba la poca importancia que le daban a los internos, situación que yo tenía más que comprobada, pues yo