Mhia Morshell Si me hubieran preguntado hace tres años que formaría mi propia asociación para la ayuda y el apoyo a las mujeres, no lo hubiera creído, hace un par de semanas tome la decisión de formar Guerreras en Acción, les presente la propuesta a los de la universidad y la aceptaron, ahora estaba a punto de presentarla al consejo de la empresa de mi padre, quería que de ahora en adelante las mujeres contaran con el mayor apoyo posible y no se sintieran solas. Llegue a Nueva Zelanda ayer por la noche, Daniel había venido conmigo ya que había un riesgo de que pudiera desmayarme por los efectos de la quimio, llevaba tres meses luchando contra el cáncer y debía decirles que cada vez me sentía peor. Estaba más delgada, apenas si podía dormir y se me había caído todo el cabello, el cansancio siempre estaba presente pero eso no evitaba que estuviera activa, mantenía un excelente promedio en la universidad e iba a todas mis terapias. La oficina de mi padre seguía tal y como la recordaba,
Mhia Morshell Se había terminado el tratamiento, ayer había sido mi último día de quimioterapia. Estaba limpia, mis ovarios estaban sanos al igual que todo mi sistema reproductor, pero los doctores no descartaban la posibilidad de que podría aparecer el cáncer nuevamente, así que me sometería a un chequeo mensual, sin falta, Estaba orgullosa, los últimos seis meses fueron duros pero me mantuve en pie, las terapias me habían ayudado de una manera increíble, mis arranques de ira ahora eran escasos y la depresión había desaparecido por completo, la asociación Guerreras en Acción estaba siendo un éxito, el mundo había recibido muy bien la noticia y también habíamos recibido varias demandas de mujeres y niñas que habían sido abusadas, hoy habría un baile de beneficencia, el primero, lo que se recolectara iría a las casas hogares que habíamos comprado para las madres adolescentes, también se haría una feria para que todas las mujeres pudieran disfrutar y ser libres del miedo. Era la anfit
Algo que siempre e tenido presente es que nuestro corazón no escoge a quién amamos, aunque la parte racional de nosotros nos diga que no es el indicado, aún así nos aferramos a la idea de que sea lo contrario.Y eso es lo que me llevo a perderme, debí hacerle caso a mí instinto, a lo mejor no estuviera tan rota de haber sido así.El llegó como una luz a mi vida, pero que podría saber yo si tan solo era una adolescente, no pensé en que ese chico que parecía tan bueno terminaría persiguiéndome toda la vida...O eso pensé hasta que aparecieron ellos.
Todos los días eran una lucha para mí, las noches eran largas y los recuerdos siempre me perseguían... Él siempre me perseguía. Trato de alejar esos pensamientos de mi mente y me levanto de la cama, siempre era lo mismo todas las mañanas, lo primero que hago al despertar es recordar y es algo muy frustrante la verdad. Porque odio recordar. Hace unos meses me gradué de la preparatoria y hoy me mudare a la universidad. Específicamente me iré del país también. Quiero estar lo más lejos de aquí e intentar hacer una nueva vida. Obviamente mi madre no está de acuerdo, piensa que es ridículo mudarse de Nueva Zelanda a Nueva York, se que está lejos pero es lo que quiero y es lo mejor para mí. Ella dice que ya debí superar esa situación, no importa cuántos psicólogos haya visto, ninguno haría que olvidara lo que pasó y eso era algo que ella no entendía. Lo que me pasó no es algo que el dinero pueda borrar. En cambio mi padre si lo comprendía, ser hija única tenía sus beneficios, como ser
El viaje había sido increíblemente largo, veinticuatro horas para ser más exactos. Nunca había viajado tanto la verdad, pero ahora mismo estar lejos de Nueva Zelanda era lo que más necesitaba. «Solo espero que no te hayas equivocado Mhia» Y claro lo que faltaba, mi conciencia, por supuesto que nunca está de acuerdo conmigo. Papá me quería mandar en primera clase pero rechace su oferta, quería comenzar una vida en Nueva York, trabajar y conseguir todo por mí misma, no valerme de mi apellido. Quería salir adelante por mí y quién sabe eso tal vez me ayudaba a olvidar mi pasado. «El pasado nunca se olvida Mhia...» Shhh cállate no te necesito ahora mismo. Cualquiera diría que mi consciencia tenía vida propia. Lo primero que veo al bajarme del avión es la neblina y que estaba haciendo un frío para morirse. Genial y yo odiaba el frío. Cuando entro al aeropuerto no puedo evitar admirar lo hermoso que es todo, estábamos en diciembre y todo gritaba navidad. Era simplemente espectacular.
Llevaba una semana en Nueva York y la verdad era que me había adaptado muy bien. Pero aún me faltaban meses para iniciar la universidad, así que papá me propuso comenzar a obtener experiencia en una de las empresas qué estaba asociada con la de él en Nueva Zelanda. Al principio me rehusé un poco ya que no quería sacarle provecho a mi apellido, pero después analizarlo un poco y me di cuenta que esto me serviría para comenzar a pagar por mi cuenta el departamento ya que con un trabajo ordinario no podría hacerlo. Claro, si fuera por papá no trabajaría y él me lo pagaría todo, pero me negaba rotundamente a eso, porque todo lo que tendría en la vida quería conseguirlo por mí misma. Así que ahora me dirigia a Accounting company Salvatore Inc, por lo que había investigado la compañía era de los hermanos Salvatore, que a pesar de qué eran muy jóvenes habían logrado llevar la compañía de su padre a las afueras de Estados Unidos. Mi padre, antes de venir me dijo qué no habría mejor lugar para
La oficina de Jace Salvatore era inmensa, lo primero que ves al entrar es una pared de vidrio, que estaba segura que si me asomaba me daría un ataque por mi miedo a las alturas, pero que también sería una vista hermosa de noche. Las otras paredes eran de un color blanco perla, tenía varios cuadros en ellas y muebles de color negro. El escritorio era gigante, fácilmente se podrían acomodar seis personas en el, tenía dos sillas al frente y otra donde se encontraba el señor Salvatore con su laptop. Al mirarlo lo detallo lo más rápido que puedo, se veía alto y dios, era demasiado apuesto, estaba más que segura que su mirada era igual o aun intensa que la de su hermano. Supongo que siente el peso de mía, ya que levanta la suya regalándome una pequeña sonrisa. ¡Oh Dios! Este hombres era un adonis, era simplemente hermoso y su sonrisa ¡Joder! siento como todos los vellos de mi cuerpo se erizan a la vez que me quedo sin aire. — Señorita Morshell, bienvenida — dice levantándose, pero no er
Jace Salvatore Mhia Morshell era todo lo que mi hermano y yo no imaginábamos, pensábamos que era una niña mimada de mami y papi, pero era todo lo contrario, con tan solo dieciocho años se había mudado a otro país donde no conocía a nadie, a comenzar una vida e independizarse. Sabíamos que en unos meses comenzaría la universidad y por lo que quiso buscar experiencia en el mundo de la contaduría, ya que se dedicaría a lo mismo que su padre. Ray Morshell era un hombre el cual todos querrían como padre, era bueno con su esposa e hija y sabía muy bien como cerrar grandes tratos. Por eso no me sorprendió cuando se comunicó con mi hermano y conmigo, diciendo que quería que su hija hiciera pasantías en una de nuestras empresas. Al principio me había negado, pero cuando su padre me convenció de que primero viera su expediente. Mhia era una mente maestra para cerrar negocios, no solo era buena con los números, ella sabía moverse en este mundo, donde se debías atacar igual de rápido que una pi