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Jace Salvatore

Mhia Morshell era todo lo que mi hermano y yo no imaginábamos, pensábamos que era una niña mimada de mami y papi, pero era todo lo contrario, con tan solo dieciocho años se había mudado a otro país donde no conocía a nadie, a comenzar una vida e independizarse. Sabíamos que en unos meses comenzaría la universidad y por lo que quiso buscar experiencia en el mundo de la contaduría, ya que se dedicaría a lo mismo que su padre.

Ray Morshell era un hombre el cual todos querrían como padre, era bueno con su esposa e hija y sabía muy bien como cerrar grandes tratos. Por eso no me sorprendió cuando se comunicó con mi hermano y conmigo, diciendo que quería que su hija hiciera pasantías en una de nuestras empresas.

Al principio me había negado, pero cuando su padre me convenció de que primero viera su expediente. Mhia era una mente maestra para cerrar negocios, no solo era buena con los números, ella sabía moverse en este mundo, donde se debías atacar igual de rápido que una piraña si querías sobrevivir, ella tenía eso y era algo que mi hermano y yo sabíamos apreciar.

No iba a negar que Mhia Morshell era hermosa, tenía un hermoso cuerpo y unos ojos que joder, eran el puto cielo, en ellos vi él dolor y la tristeza, como si estuviera rota y sabía que mi hermano también lo había notado. Me da curiosidad el saber cómo una mujer de dieciocho años estaba tan rota ¿No tendría por qué? ¿O sí?.

Mi hermano y yo éramos algo peculiares, ambos siempre a la hora de mantener una relación amorosa lo hacemos con la misma mujer, es decir nos gustaba tener lo que llamaban una relación poli amorosa. Lo cual no era sencillo de conseguir, ya que la mayoría tenía la mente cerrada a este tipo de relación.

Pero en Mhia note como le atraíamos los dos, era como si no supiera a quien escoger y eso era justo lo que queríamos y buscamos hace tiempo mi hermano y yo. No queríamos que ella escogiera, queríamos que nos quisiera a ambos.

Pero ese no sería un camino fácil de recorrer.

***

Al llegar a casa — un pent-house — en el que vivíamos mí hermano y yo, siempre habíamos estados juntos, sin importar que pasara, estábamos el uno para el otro.

Jared se encontraba en la cocina cenando, mientras Ana la señora de limpieza, que era igual a una madre para nosotros, ponía un plato en la encimera para mí.

— Hola hermosa — la saludo, ella me regala una sonrisa que hace que se achinen sus ojos.

— Hola mi niño, por fin mis dos bebés en casa— dice rodeando la isla para abrazarme. Ana era una de las pocas personas a las que permitía tocarme. En cambio Jared no tiene problema con el contacto físico, teníamos personalidades totalmente diferentes.

Tomo asiendo al lado de mi hermano y palmeo su hombro.

— ¿Cómo estás, hermano?— digo, comenzando a comer.

— Bien... — deja la oración a medias y lo miro enarcando una ceja esperando que continúe— Mhia Morshell.

Esas simples palabras cobran sentido en mi cabeza.

— Sabía que lo habías notado, ella es muy fácil de leer.

— Su mirada, cuando entre al elevador y me miró... sentí como si viera el cielo, son hermosos, pero a la vez hay una tristeza en ellos que te juro que me está volviendo loco, hermano— el tiene la mirada perdida, el siempre sabía expresar lo que ambos sentíamos, el era mejor con las palabras y yo había sentido lo mismo al ver lo ojos de Mhia Morshell.

— Jared, lo sé lo note, vi como la miraste y sé que también notaste que ambos le llamamos la atención, pero no nos apresuremos. Ella tiene que aceptarnos primero como para decirle que queremos que mantenga una relación con ambos, no queremos espantarla, además, tenemos que conocerla y a ella nosotros.

Asiente y sigue su comida.

— ¿La vas a investigar? — dice un rato después.

— Tengo que hacerlo, sabes que no dejo que nadie entre a nuestras vidas si saber cada detalle de su persona — respondo, era muy minucioso con las personas que trabajaban para nosotros y mucho más si iban a entrar a nuestras vidas privadas.

— ¿Crees que descubramos porque decidió mudarse de su país y dejarlo todo?— mi hermano no era estúpido y yo tampoco, sabemos que hay una razón por la cual Mhia se mudó y yo la voy a descubrir.

— Sí, creo que sí. Ella te gustó mucho ¿no es cierto? — Jared era el sensible y yo el frio y calculador de nuestra relación, por eso no me sorprendería de que le hubiera gustado tanto Mhia.

— Me atrapó Jace, solo bastó una mirada suya para volverme loco. Quiero que sea nuestra mujer, sé que no la conocemos y que a lo mejor me estoy apresurando en crear escenarios en mi cabeza, pero averigua lo que tengas que averiguar para comenzar con esto, no quiero perderla, tiene que ser ella la indicada para nosotros — sus ojos demostraban la honestidad de sus palabras y yo sentía lo mismo, no quería perderla.

Mhia Morshell era la mujer para nosotros, no tenía dudas de ello.

Después de terminar la cena me dirijo a mi despacho a trabajar un rato, al ser los dueños de Accounting company Salvatore Inc tan jóvenes — con veinticinco años —mi hermano y yo habíamos sido sometidos a muchas críticas y denigraciones de nuestro trabajo, hasta el punto de subestimar el apellido Salvatore, nos había tocado aprender por las malas que teníamos que cuidarnos de las personas que nos rodeaban, por esa razón tenía que investigar a Mhia.

No era que dudara de su apellido o de que su padre tuviera razones deshonestas para enviarla en mi empresa. Si no que tenía que asegurarme de que ella era quien en realidad decía. Hace unos años cometí el error de no investigar a una personas y termino jodiendonos, en especial a mi hermano, el estaba ciegamente enamorado o eso creía. Así que todo esto lo hacía más que todo por él, no quería verlo destruido así de nuevo, no quería que le rompieran el corazón.

Así que Mhia, por favor no nos rompas el corazón.

Porque, por mas frio que sea, se que esa chica de ojos grises podría hacerme añicos si quisiera.

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