Jace Salvatore Llegamos al departamento de Mhia, estaba muy bien ubicado. Era claro que a sus padres les gustaba consentirla y como no hacerlo si literalmente parecía una princesa. ¿Princesa? ¡Joder! No era de usar esos estúpidos apodos, eran demasiado cursis para mí gusto. Pero Mhia... ella tenía algo diferente, algo que la hacía especial, cuando ella me miraba con ese gris tan intenso sentía como se removía algo en mí, ablandaba la coraza que tanto me había costado construir. Ella podría pasar mis muros si se lo propusiera. Jared me mira fijamente mientras vamos en el elevador, se que ha notado como la he mirado y como lo estoy haciendo ahora — con adoración y dulzura — y no soy de mirar a las mujeres así. Antes de que ella llegara, las mujeres para mí eran como un pedazo de carne. Pero ahora, es como si me hubiera hechizado y tuviera solo ojos para ella. Era increíble que llevara dos semanas con nosotros y en todo el sentido de la palabra, nos tenía a sus pies. Salimos del elev
Jared Salvatore Una Diosa, eso era ella. Pienso mientras la veo dormir. Partimos hace solo unos minutos y Mhia cayó profundamente dormida. Las ojeras que la acompañaban me decían que le hacían falta muchas horas de sueño, tanto a mi hermano como a mí, nos dolía verla así, no saber que era lo que le hacía daño nos afectaba. Mhia era una mujer hermosa, pero viendo más allá de su belleza, su inteligencia, la manera en la que se expresaba, atraía de una manera inimaginable. Mhia Morshell me tuvo a sus pies desde el momento en que sus ojos gris intenso me miraron fijamente. Tal vez a muchos hombres no les parezca correcto estar a los pies de una mujer — como a mi padre — pero yo me arrodillaría ante ella sin pensarlo. — Quiero decírselo hoy — rompo el silencio que hay en el jet, dirigiéndome a Jace. — ¿Estás seguro? Ella no está bien ahora, sea lo que sea que le haga daño, le está afectando bastante. Si se fue de Nueva Zelanda huyendo de eso, no quiero que después tenga que mudarse hu
Mhia Morshell Italia. Mi lugar favorito en el mundo, puede que lo allá visitado mil veces, pero jamás me cansaría de este país. La vista que tengo desde el balcón es perfecta, el atardecer está en todo su esplendor. No puedo evitar suspirar al sentir como un peso — que no sabía que estaba sosteniendo — se quita de mis hombros. No mentía cuando le dije Jared que los atardeceres me daban paz. Me arrecuesto en la silla y disfruto de la vista mientras bebo mi café. No había tenido el valor de salir de la habitación desde que llegamos a la suite. Mi pequeña ninfa... El simple recuerdo hace que todos los vellos de mi piel se ericen. Creía que esto era solo un juego, que tal vez ellos querían que me acostara con uno de ellos…o ambos. Pero la manera en que me miran, como si fuera una diosa, con adoración, dulzura, como si quisiera que fuera suya, bueno de ambos. Y la idea de cierta manera me gusta. ¡NO! Me pongo de pie, no podía dejar que esto pasara, solo eran alucinaciones mías.
Jace Salvatore Mi pequeña ninfa. Dormía tranquilamente entre los brazos de Jared, no había vuelto a gritar, ni a llorar. Escucharla gritar fue una de las cosas más dolorosas que había vivido. Ver el miedo en su rostro me seguía atormentando. Acaricio su pelo, la paz que tenia ahora en su rostro no era la misma de hace unas horas. Se mueve y cambia de los brazos de Jared a los míos. Se aprieta contra mí, sus manos quedan en mi pecho, tomo una de ellas y la entrelazo con mis dedos. Jared se acerca, abraza a Mhia por atrás y entierra su rostro en su cuello. Nunca había visto a mi hermano tan tranquilo, tan enamorado como lo estaba ahora. Nunca le había gustado compartir cama, pero Mhia había comenzado hacer la excepción en muchas cosas. Jazmín Eso era a lo que olía Mhia — mi nuevo olor favorito — comienza a moverse como si algo la molestara. — Jared— susurra— Jace— suspira como si le gustara lo que sea que estuviera soñando. Sonrío ante la idea que cruza mi mente. Es posible que l
Mhia Morshell Odiaba estar en mis días. Odiaba sentirme sensible, cualquier cosa me molestaba y me daba un hambre de los mil demonios. Solo le pedí a mi cuerpo que no me dieran los cólicos tan fuertes, pero claro, como el universo parecía estar en mí contra, me dio con todo. Era la tercera vez que vomitaba en el día, las pastillas que me había comprado Jace no habían surtido efecto y les juro que quería morirme. Me lavo la cara y me enjuago la boca. Mi reflejo en el espejo era horrible, parecía un cadáver andante, mis ojeras estaban más marcadas que antes y mis labios estaban resecos. Intento salir del baño, pero fallo, estaba demasiado débil para sostener mi propio peso. Jared se da cuenta de eso, porque se acerca apresuradamente a dónde estoy. — ¿No puedes caminar? — pregunta. — Estoy muy débil y mareada para hacerlo — susurro, ni siquiera reconocía mi propia voz, estaba demasiado roncan por el esfuerzo de vomitar. Jared sin pensarlo dos veces, me carga entre sus brazos y me
Mhia Morshell Sangre. ¡Mierda! Es lo primero que recuerdo al abrir los ojos, de dónde salió tanta sangre y que era o es eso. Un dolor me recorre cuando intento mover la cabeza — Joder debí golpearme cuando caí — abro los ojos intentando pasar por alto la punzada constante que tiene mi cabeza. La habitación estaba poco iluminada, así que solo pude ver las siluetas de dos personas sentadas a mi lado. — Agua — mi garganta arde tan solo con decir esa palabra. Jared es el que está más cerca de mí y es el quién me escucha. Se acerca a la mesa de noche y me tiende un vaso de plástico pequeño. — Bebe — y no tiene que decirlo dos veces para que lo haga. Me la bebo toda, en otra circunstancias me hubiera ahogado con la velocidad que lo hice. Después de tomar dos vasos más, hago la pregunta que se que espera que haga. — ¿Que paso? — Fuiste al baño a orinar, después gritaste y te desmayaste. Cuando la enfermera te encontró vio sangre en tus manos y ropa íntima, después de eso llamaron a
Jace Salvatore Jamás en mi vida había tenido algo tan valioso, Mhia era un tesoro, un diamante en bruto y haría hasta lo imposible por quitarle el dolor que sentía ahora. Era consciente de que Mhia era una persona fuerte, pero también sabía que había pasado por situaciones por las que nadie debería pasar. Jared y yo estábamos afuera de la habitación, habíamos intentado entrar pero Mhia nos negaba el paso. No quería que estuviera sola, porque cuando lo estábamos nuestros demonios salían aprovecharse de eso. — Jace, tenemos que investigar a un Leo que tenga que ver con el pasado de Mhia — dice Jared, interrumpiendo mis pensamientos. — ¿De que hablas? — Cuando la recepcionista dijo el nombre del doctor, Mhia se tenso de pies a cabeza y lo miro con un miedo que muy pocas veces he visto. — ¿Crees que tenga que ver con lo que le paso? — Creo que fue quien lo causo. Ella aún no confirma nuestras sospechas, pero si es lo que creemos que es, ese imbécil no termina vivo este año — sentenc
Jared Salvatore Mhia llevaba más de una hora encerrada en la habitación, no quería hablar con nosotros desde lo que paso. Jace estaba hablando con el doctor para que nos diera información detallada de todo el proceso que Mhia deberá seguir cuando llegara a Nueva York. Pero ahora mismo, lo que más me preocupa era que estuviera encerrada sola en la habitación. ¿Porque el maldito sedante no duró una hora más? Tomo una larga respiración e intento de nuevo entrar a la habitación. — Mhia — llamo sin obtener respuesta, así que sigo hablando, debía estar escuchando detrás de la puerta— Princesa, no puedes estar encerrada ahí todo el día, en algún momento tendrás que hablar con nosotros — no obtengo respuesta así que continúo — Se que te debemos una disculpa y una grande. No debimos meternos así en tu pasado, pero quiero que entiendas que lo hicimos porque queremos ayudarte. Queríamos saber que era eso que te atormentaba tanto, pero sé que no fue la mejor manera de hacerlo, así que por fav