El santuario del Refugio de las Sombras parecía contener su aliento mientras el grupo se reunía alrededor del altar. Las runas grabadas en la piedra brillaban con una luz dorada, pulsante, como si respondieran directamente a Aurora. El aire estaba cargado de una energía que ninguno de ellos había sentido antes, una mezcla de promesa y advertencia.Aurora se llevó una mano al pecho, intentando calmar el latido frenético de su corazón. La visión que había recibido aún la perseguía: fragmentos de un lugar desconocido, figuras de luz y sombra que bailaban en el borde de su conciencia, y una mujer con un rostro que apenas podía recordar, pero que sabía que era importante. Su madre.—Esto no es casualidad —dijo Freya, su voz cortante interrumpiendo los pensamientos de Aurora. La bruja observaba el altar con una mezcla de fascinación y aprensión—. Este lugar fue construido para guiar a alguien como tú, Aurora.Damien, siempre vigilante, dio un paso hacia el altar, colocando una mano protecto
El amanecer trajo consigo un aire cargado de anticipación. El santuario, que había sido un refugio seguro durante semanas, ahora parecía casi opresivo para Aurora y el grupo. Era hora de partir hacia “La Fuente”, el lugar que prometía responder las preguntas que los habían perseguido desde el inicio, pero que también presentaba peligros desconocidos.Aurora se colocó la capa que Freya le había dado, un tejido oscuro adornado con pequeñas runas que brillaban suavemente bajo la luz del sol. Su cabello, trenzado con precisión, caía sobre un hombro, mientras su atuendo consistía en pantalones ajustados y una túnica diseñada para facilitar el movimiento. Se sentía lista, aunque el peso de la incertidumbre seguía oprimiendo su pecho.Damien apareció junto a ella, su figura alta y firme proyectando una sombra que casi la envolvía. Llevaba su armadura de cuero negro, decorada con grabados antiguos, y su espada descansaba en su cadera, lista para la batalla. Sus ojos rojos se fijaron en ella,
El sol de la mañana comenzaba a asomarse tímidamente por las ventanas de la mansión, llenando la habitación de Aurora con una luz cálida y suave. Ella despertó lentamente, sintiendo una extraña mezcla de serenidad y confusión. Sus manos se deslizaron por las sábanas, sintiendo el espacio vacío a su lado. Recordó la noche anterior: las caricias, los besos apasionados, y la presencia inconfundible de Damien. Pero mientras despertaba del todo, no podía evitar preguntarse si todo había sido un sueño.Su corazón latía con fuerza mientras repasaba los recuerdos. Cada detalle, cada susurro, era demasiado vívido como para ser una ilusión. Sin embargo, el espacio vacío junto a ella la hizo dudar.—¿Fue real? —murmuró para sí misma, llevándose una mano al pecho.Con un suspiro, se levantó, alisándose el vestido de noche mientras recogía su cabello en un moño improvisado. Su reflejo en el espejo mostraba a una mujer con el rostro iluminado por algo más que el amanecer: esperanza y amor. Con paso
Los días en la mansión de Damien pasaron con una calma engañosa. Después de la impactante revelación del embarazo de Aurora, el grupo intentaba equilibrar sus emociones mientras planeaban su próximo movimiento contra la Orden. La mansión, una de las propiedades más antiguas de Damien, había pasado de ser un refugio temporal a un símbolo de su lucha. Sin embargo, el ambiente aún estaba cargado de tensión no resuelta, y los momentos de paz parecían un lujo efímero.Aurora, a pesar de la alegría inicial por la noticia de su embarazo, no podía evitar sentirse abrumada. La idea de traer una nueva vida al mundo en medio de la guerra contra la Orden era aterradora. Matilde, con su sabiduría tranquila y maternal, la cuidaba como si fuera su propia hija. Desde el primer día, la anciana había asumido el papel de protectora, asegurándose de que Aurora comiera bien y descansara lo suficiente.En la mesa del desayuno, Matilde colocó frente a Aurora un plato con frutas frescas y un té especial que
La mansión, con sus paredes cubiertas de historias grabadas en cada rincón, parecía envuelta en una calma extraña desde el regreso de Damien. Pero para Aurora, esa calma era una máscara frágil que podía romperse en cualquier momento. Sabía que el embarazo había cambiado todo. No solo para ella, sino también para Damien y para todos los que luchaban a su lado. Su vínculo con él ahora era más profundo que nunca, pero también cargado de una responsabilidad abrumadora.Aurora despertó esa mañana con el suave murmullo de los árboles fuera de la ventana. El amanecer teñía la habitación con tonos cálidos, pero su corazón seguía cargado de inquietud. Desde que Damien regresó, había intentado evitar enfrentarse a la realidad de lo que estaba sucediendo en su cuerpo. Pero el vínculo que compartía con él hacía imposible esconderse.Damien entró a la habitación silenciosamente, como si no quisiera perturbar su momento de reflexión. Estaba impecable, aunque sus ojos, rojos como brasas, revelaban n
La mansión había pasado de ser un refugio temporal a convertirse en un punto estratégico. Mientras el grupo se preparaba para la próxima etapa de su enfrentamiento contra la Orden, las tensiones y emociones seguían latiendo bajo la superficie. Aurora, ahora más consciente de la responsabilidad que llevaba en su vientre, intentaba mantenerse fuerte. Damien, aunque tranquilo en apariencia, estaba más decidido que nunca a protegerlos a ambos.Aurora estaba en el jardín trasero, donde Matilde la había llevado para que respirara aire fresco y se relajara antes de la reunión del grupo. Las flores que rodeaban el área eran un recordatorio de la belleza que aún existía en el mundo, incluso en medio del caos.—Siempre vengo aquí cuando necesito claridad —dijo Matilde, rompiendo el silencio. Su cabello blanco brillaba bajo el sol mientras cortaba algunas hierbas. —Esta mansión ha visto muchas batallas, pero también muchas victorias. Y siempre creo que la luz regresa, incluso después de la noche
La mansión quedó en un silencio inquietante tras la partida de Damien y el grupo. Aurora permanecía en la entrada, viendo cómo el horizonte engullía a quienes había llegado a considerar su familia. Su mente estaba dividida entre la preocupación por el bienestar de Damien y su deber de proteger al hijo que crecía dentro de ella. La presencia de Matilde y Elias a su lado le daba cierto consuelo, pero la incertidumbre seguía pesando como una sombra.Aurora decidió pasar el día en el jardín, buscando la tranquilidad que las flores y el murmullo del viento le ofrecían. Matilde, siempre atenta, le llevó un té preparado con hierbas especiales.—Te ayudará a relajarte —dijo Matilde, colocándose junto a ella. La anciana parecía tener un sexto sentido para saber cuándo Aurora necesitaba apoyo.—Gracias, Matilde —respondió Aurora, con una sonrisa débil. —A veces me pregunto cómo has podido mantener la calma durante tantos años en medio de tanta oscuridad.Matilde soltó una risa suave, aunque sus
La mansión parecía más vacía con cada partida. Aurora, sentada junto a Matilde en el comedor, apenas podía concentrarse en la comida frente a ella. La ausencia de Damien era un peso constante en su mente, y ahora, la decisión de Lysander de unirse a él hacía que el aire se sintiera aún más denso.Matilde, siempre perceptiva, dejó una taza de té frente a Aurora. —No lo detendrás, querida. Lysander sabe lo que hace. Y Damien… él también sabe cuidarse.Aurora suspiró, acariciando distraídamente su vientre. —Lo sé. Pero no puedo evitar preocuparme. Todo se siente tan incierto.Matilde sonrió suavemente. —La incertidumbre siempre es parte de la vida. Pero confía en ellos. Y, sobre todo, confía en ti misma. Este bebé trae una fuerza que ni siquiera tú comprendes todavía.Antes de que Aurora pudiera responder, Lysander entró en la sala, vestido para la batalla. Su capa negra ondeaba detrás de él, y su expresión, aunque tranquila, estaba cargada de determinación. —Es hora, Aurora.Ella se lev