POV: Leo.
«No me gusta la ciudad».
Es lo primero que pienso al ver tanto ajetreo a mi alrededor. Es hermosa, eso no lo puedo negar, pero me parece que me costará mucho tiempo y trabajo acostumbrarme a esta vida de constante actividad.
Mientras estudié la carrera, vivía el diario de otra forma. Era una ciudad principal también, pero al ser estudiante, mis días los pasaba en la universidad o de fiesta en fiesta. Nada que ver con responsabilidad o mantener una casa, un trabajo.
Ahora, de un día para otro, decidí que sería independiente. No es que sea un mantenido de la vida, solo que por años pensé que mi futuro lo desarrollaría al lado de mi familia, en mi pueblo. Y no llevo ni cuarenta y ocho horas aquí y ya me aturde tanta revolución. Tanto en mi interior, como en el insistente ruido de la ciudad.
El apartamento donde me instalé, es solo una opción de paso. Fue lo único que pude encontrar con tan poco tiempo de búsqueda, pero pretendo mejorar y buscar algo que me guste y dónde me sienta cómodo.
No como aquí, que, con solo mirar por la ventana, asumo que nunca podré adaptarme. Es un tanto chocante levantar la cortina y encontrarse de frente con otra ventana, idéntica a la mía. Si dijera que es eso solamente, podría asumir que no sucede nada, al fin y al cabo, estoy en la cuidad, aquí todo se reduce a edificios inmensos, tráfico constante y montón de peatones. Pero el problema está en que mi vecino es baterista amateur, por lo que desde que llegué, solo he escuchado una y otra vez, el chirriante ruido de los platillos de metal. Es obstinante.
La casa en sí, no está mal. Es pequeña, pero se ajusta a mis necesidades básicas. Un cuarto, un baño y una cocina-comedor-sala. Esto último, me da un poco de risa y a la vez nostalgia. Puedo estar viendo el televisor y a la vez cocinando, o en su defecto, calentando la comida. Pero en mi casa, si estabas en la cocina, no veías absolutamente nada de la sala y solo un poco de lo que sucedía en el comedor. Este apartamento creo que se corresponde con las dimensiones de mi propio cuarto en Santa Marta.
Algo que sí me gusta y creo es lo principal por lo que acepté, es que queda a solo diez minutos de la clínica donde trabajaré. Puedo ir caminando, lo que es un aliciente, teniendo en cuenta que no traje mi auto, lo dejé en Santa Marta para que mi hermana lo usara mientras yo me acomodo aquí en la ciudad.
La clínica la visité en cuanto llegué. El director, quien me había contactado personalmente, me recibió de muy buena gana y me hizo sentir mucho mejor. Me encantó todo lo que vi mientras me daba un recorrido inicial, solo por las partes básicas de la clínica. En cuanto comience a trabajar, podré revisar a fondo cada centímetro y familiarizarme con mi nueva situación.
El viaje no estuvo mal. Mis tíos se ignoraron todo el camino. Solo cuando un cliente solicitaba de sus servicios, ellos mantenían conversación. Mientras, era como si no estuvieran. Por mí, estuvo bien. Con todo lo que estaba sucediendo en mi interior, la tristeza de dejarlo todo atrás y romper mis propios planes futuros, el silencio era buena compañía. Tuve tiempo, mientras miraba por la ventanilla y veía pasar los paisajes, de pensar en todo lo que a partir de ese momento quería hacer. Necesitaba un plan, algo que me hiciera desviarme de esta ansiedad que me consume.
Ahora estoy sentado en un parque, cerca también del apartamento. Es un pequeño bosque en medio de tanta polución. Los árboles son antiguos, se nota de solo admirar el diámetro de algunos y las raíces robustas que sobresalen de la tierra. Cada pocos metros hay ubicados bancos de madera y en uno de ellos me encuentro ahora.
Mientras disfruto de la soledad, soy consciente de la diferencia de ambiente. Pero en este pedacito de paraíso, me encuentro a gusto.
Pienso, recostado en el banco y con las manos detrás de mi cabeza, en lo que será mi vida a partir de mañana. Comenzaré en un lugar nuevo, a ejercer de lo que más disfruto profesionalmente. Pero sé que no todo es color de rosas. Tendré que ganarme un lugar entre los médicos y no será fácil. Esta profesión es de mucha competencia, de estar ahí en los momentos claves. Y ya bien me lo dijo el propio director, esta plaza que ocupé, es bastante demandada. Por lo que necesitaré estar en sintonía y dejar atrás todas estas preocupaciones, todo este sufrimiento que me persigue y al que aún no me acostumbro.
Cansado de todo lo que estoy sintiendo miro el reloj. Ya casi pasan de las siete, por lo que está oscureciendo. Me levanto y voy hacia el apartamento. De camino, voy familiarizándome con todo a mi alrededor. Algunas luces ya prendidas y carteles, anuncian los nombres de negocios, restaurantes, tiendas y hasta algunos bares. En algún momento necesitaré desahogar mis penas y, además, comer algo saludable, por lo que hago fijación con los que asumo me gustarán.
Ya casi llego a la calle donde se encuentra el apartamento, cuando un letrero grande y llamativo atrae mi atención.
«Lou's Bar».
Las letras son rojas y grandes, con algunos tonos amarillos alrededor. Un poco más abajo especifica que es un bar de tapas, por lo que decido entrar y darle una oportunidad. De todas maneras, estoy hambriento y no tengo nada que comer en la casa. Un aperitivo, acompañado por un poco de vino, no me vendrá mal.
Media hora después, pienso que ha sido la mejor decisión tomada en los últimos días. Las pequeñas porciones de comida están exquisitas y, por supuesto, el vino lo está aún más. Soy un poco fanático a esta bebida, por lo que encontrarme con una cava tan bien abastecida y tan cerca de donde vivo, me pone feliz. Al fin soy capaz de sentir algo diferente a la tristeza.
Ya la noche avanza y yo disfruto de mi sexta copa de vino, esta vez un semi dulce cosecha de hace cinco años, cuando una chica, vestida con un hermoso vestido rojo, entra al bar.
Al momento, mis ojos van hacia ella. Su atractivo cuerpo llama mi atención. Curvas en los lugares correctos, que son acentuadas con los cortes y ajustes del corto vestido. Un escote pronunciado en forma de "V", no deja paso a la imaginación. Sus altos tacones estilizan su figura y el pelo rubio, largo y lacio hasta la cintura, le cae como una cortina por la espalda.
Admiro su cuerpo largo rato, sin darme cuenta que sus ojos, están fijos en mí. Siento el peso de su mirada y levanto la mía, para encontrarme con un bonito rostro que me sonríe coqueto. Sus ojos son azules y brillan seductores. Al parecer, no le molestó mi atrevida forma de mirarla ni tampoco pretende ofenderse por comerla con los ojos.
Esta chica, esta noche, anda de cacería.
«Y, pues, parece que yo acabo de ser cazado», pienso, cuando me veo caminando a su encuentro, dispuesto a comenzar a vivir mi nueva vida.
POV: Leo.Mi vida continúa. Intento sobrevivir a un modo de vida que ya no deseaba, pero al que debo acostumbrarme nuevamente. Aunque no me guste el camino que tengo que seguir, debo hacerlo, mi bienestar depende de eso.Mujeres, sexo, alcohol. Más mujeres. Más sexo.Mi rutina se ha vuelto bastante repetitiva desde que llegué a esta ciudad. Además de que no hay noche que, por propia terapia, no visite un bar o una discoteca, la vida laboral está propiciando que las resacas y los arrepentimientos del día siguiente, pasen desapercibidos. Sencillamente porque no estoy trabajando.Un pequeño problema logístico paralizó el funcionamiento del conjunto de clínicas especializadas, propiedades de mi nuevo jefe, a lo largo de todo el país. Por lo que me han ofertado unas vacaciones, incluso, sin haber comenzado del todo.Por un lado, puedo aprovechar el tiempo y conseguir un
POV: Leo.Un ruido insistente me despierta. Gruño con exasperación mientras me giro boca abajo y tapo mi cabeza con la almohada. Intento soportar el constante sonido, pero un dolor sordo me atraviesa el cráneo.—Jodeeeer... —bufo, con rabia contenida. Busco el origen de mis recientes molestias, pero no lo encuentro.Deja de sonar, por lo que siento alivio por unos pocos segundos, hasta que vuelve a la carga nuevamente. Ya un poco más despierto, caigo en la cuenta que es mi teléfono el que suena. El tono movido me hace reaccionar. Ruedo por la cama, moviéndome hacia el otro lado, donde veo a duras penas la luz del teléfono pestañear.Lo tomo entre mis manos y enfocar la vista en el pequeño aparato me cuesta trabajo. Achico mis ojos para que el reflejo sea menor, pero igual siento como si un rayo me atravesara la cabeza.«Maldita resaca», maldigo entre dientes, jus
POV: Leo.Cierro la puerta sintiéndome extraño, esa chica me produce sentimientos encontrados y eso, es algo que no esperaba sentir tan pronto. Sacudo la cabeza para enfocarme en Maddie y la veo recorriendo la casa, admirada, casi con la boca abierta cuando se acerca a los amplios ventanales de cristal que decoran el salón.—Está hermosa. Me encanta —exclama, mirándome emocionada.—La verdad es que sí. Tuve mucha suerte al encontrarme con esta oferta tan buena —digo, casi sin creer que ya sea dueño de tan increíble apartamento.Pasamos el rato, Maddie entra a cada habitación y yo sigo sus pasos. No hablamos de lo que nos preocupa, solo de algún detalle que nos llama la atención o que deseamos halagar. Intentamos alargar el momento en que soltemos todo lo que llevamos dentro.—¿Cuándo te mudas? —pregunta Maddie, para interru
POV: Leo.Cerca de las nueve de la noche el mismo guardia sube a entregarme la invitación al evento. Pensé que demoraría más, teniendo en cuenta que la asistente del doctor Parker tuvo que llamarme para pedirme la dirección de mi apartamento. Pero me sorprendió mucho que él mismo subiera, en vez de mandarme a llamar.El sobre que me entrega, a la larga se observa que es bien elegante. Con cuidado, lo abro y saco la tarjeta que lleva dentro.Invitación especial a:Evento benéfico para la recaudación de fondos de la fundación "MIA" para víctimas de violencia. La conferencia será impartida por la presidenta de la fundación, Jeanne Jhonson. Lugar: Hotel y Resort "Bustamante" en Riviera Maya.La fina caligrafía es muestra de opulencia y prueba de que, detrás de este evento, hay mucho dinero e
POV: Leo.La conferencia termina y yo estoy emocionado. Es difícil escuchar tales hechos y situaciones y no sentir que debemos hacer mucho más. Soy consciente de todas las carencias de la sociedad cuando de estos temas se trata. Muchos justifican la violencia física, el maltrato y el abuso, cuando en realidad, nada es motivo suficiente para hacerlo. Las mujeres, tienen derechos, al igual que los hombres. Y nada determina que alguna merezca más reconocimiento o no. Solo que se les respete de igual forma.Siento mucho coraje, pero a la vez, creo que es bueno que al menos existan fundaciones de este tipo. Las cuales intentan, a partir de experiencias cercanas, corregir estas situaciones aberrantes en la sociedad. Cada día de trabajo, es una batalla ganada en esta guerra.La chica de la conferencia, a quien presentaron como la presidenta de la fundación "MIA", agradece la asistencia de todos y, en especial, reconoce la parti
Caminamos tomados de la mano por todo el hotel, sin soltarnos. No hablamos, solo disfrutamos del momento, sintiendo cada pedacito de tiempo.No estoy claro hacia dónde vamos, pero se siente bien estar en su compañía. Ella me sigue, en ningún momento pregunta nada, lo deja todo en manos del destino, como yo mismo le pedí.—¿Hacia dónde te gustaría ir? —pregunto, una vez llegamos a una bifurcación. Un camino sigue a la playa; el otro hacia una zona de confort bastante privada.Ella mira a ambos lados. Pero al final se decide por la zona donde se observan unos amplios muebles con infinidad de cojines de colores. Tira de mi mano y es ella ahora quien guía el camino.—La playa es demasiado íntimo, todavía no llegamos a eso —dice, con voz divertida. Yo asiento, sonriendo ante sus palabras—Como desee, señorita Parker —respondo, b
Me despido de la chica en la puerta de mi habitación. Antes de irse, sin mucha vergüenza, me pide que le dé la oportunidad de repetir. Yo solo le respondo con una sonrisa maliciosa, pero no le confirmo. Y por supuesto que no lo haré, en estas condiciones no acostumbro repetir. Si algo queda dicho, antes de irnos a disfrutar, es eso. En estos tiempos no soy hombre de una mujer y a todas les queda claro desde el inicio.Cierro la puerta y me apoyo en ella. Tapo mi rostro con mis dos manos y suspiro.«Estoy cansado».No solo lo pienso por la noche anterior y todo lo que hice, sino, que me siento agotado mentalmente. Como si estuviera constantemente dándole vueltas y vueltas a lo mismo. Sin un resultado aparente.Pensé que mi atracción por Jenny podría cambiar eso. Pero ella, con su habilidad de leer a las personas, supo ver más allá de mi arrogancia. Y pues, no me gustó. M
La beso con ganas, su sabor me encanta y me hace jadear. La rodeo con mis brazos y me aferro a ella. Gime entre mis brazos y mi ego salta por las nubes. Me sigue el beso que a cada segundo aumenta en intensidad y muerde mis labios para alargarlo aún más. Cuando nos separamos, ambos jadeamos buscando oxígeno. La temperatura del ambiente baja poco a poco, mientras calmamos nuestras ansias.Apoyo mi frente en la suya y la miro a los ojos, con toda la sinceridad que lleva el momento. No encuentro qué decir, así que solo me quedo así, sintiéndola.—No sabía que estabas ahí —dice, de pronto, haciendo un puchero—. ¡Qué vergüenza!Se tapa el rostro y yo río, divertido con su forma de actuar. Ella todavía lleva el efecto del alcohol en sus venas, al parecer, el consumo fue alto. De lo contrario, no creo que se hubiera atrevido a tanto.—Fue tierno