Christian Anderson.Debería solo desviar mi mirada. Quizás así mi cabeza dejara de dar vueltas y mis manos, ahora en puños, no dolieran por la presión que estoy ejerciendo.La sigo con la vista a pesar de que sé que las miradas pesan y que en cualquier momento todo el escenario puede cambiar. Pero quién quita los ojos de Andrea estando aun con todos los sentidos claros.Nadie. Menos yo.La mujer frente a mí parlotea algo, no entiendo nada de lo que dice. No sé por qué sigue hablando si ya todo quedó claro, no se va a divorciar e irá a terapia de pareja con su marido político abusador. Mis ojos siguen estando por encima de su hombro, siguiendo casi que con obsesión a la hermosa mujer que se dirige al fondo del restaurante acompañada, nada más y nada menos que con ese.—¿Señor Anderson?Pestañeo en dirección a la mujer y lo primero que pienso es en la expresión de decepción que debe cruzarme la cara al verla a ella.—Diga —me enfoco dos segundos en ella, queriendo devolver mi atención a
Christian Anderson.No esperaba que fuera un día normal, si Andrea está incluida en las personas a tratar según mi agenda, definitivamente no lo sería. Pero comenzar así el puto día debería traer una jodida advertencia.¿Era necesario que yo tuviera que ver la maldita despedida arcoíris y vomitiva? ¿Es castigo divino?, ¿karma?Mi paso se detiene bruscamente y me digo que debo ignorar todo eso y seguir. Pasar de largo y vernos dentro, en el lugar seguro y sin añadidos molestos. Pero, ¡joder!, no puedo solo mover las malditas piernas.La veo abrazarse a ese tipejo y despedirlo con una mano, mientras lo ve alejarse hacia su auto que dejó aparcado en doble fila.«Ojalá lo multen». Puedo poner el reclamo y con las cámaras de seguridad del edificio podría demostrarlo, pero eso me haría ver como un hijo de puta, ¿no?Sacudo mi cabeza y dejo ese nivel de estupidez. Me concentro en lo que debo hacer, en calmar la sangre que corre demasiado rápido por mis venas y después de una profunda inhalac
Andrea Rowe.«Extraño».Creo que ese sería una buena calificación para este día. Y también, para el comportamiento de Christian.No sé qué esperaba, si mala actitud, seriedad extrema, una relación sumamente cordial sin ir más allá, pero no esta camaradería que le ha dado por mostrar.O sea, le agradezco que me haga sentir cómoda a pesar de todo, de su propia incomodidad que pude notar cuando Connor le informó sobre lo que tenía que hacer. Pero bueno, lo entiendo. Básicamente es estar como el supervisor a tiempo completo y ni yo, ni al parecer él, queremos estar juntos por demasiado tiempo.Solo el que sea necesario. Pero valió.Ahora es él quien debe mostrarme cada día una parte diferente de su bufete y aunque sé que tiene mucho trabajo, porque todos saben que Christian Anderson no se quita trabajo ni siendo el puto jefe, él no se negó. Solo asintió, salimos juntos de la oficina de Connor y me llevó hasta la oficina que prepararon temporalmente para mí.—Encima del escritorio te dejé
Christian Anderson.Esto no puede ser así a partir de hoy. Tengo que asegurarme de ello o no terminará bien.En toda la mañana no he podido concentrarme como suelo hacerlo. Cada vez que alguien llama a mi puerta, me exalto pensando que sea ella que necesita algo de mí. Iluso que soy, estúpido.«¿Qué mierda me pasa? Esto no debería ser así».Al final decido dejar la puerta abierta para al menos solucionar ese problema y cuando logro concentrarme un poco, llega la hora del almuerzo y mi hermano pasa por mí.—¿Crees que debamos invitar a Andrea? —pregunta, casual.Yo solo lo miro de malos modos. No puede ser que él me esté preguntando eso.Connor levanta ambas manos pidiendo paz y con una risa sospechosa se aleja, supongo que para recordarle a Andrea que es hora de comer algo.Termino de revisar los documentos que tengo en la mano y luego de unos minutos, escucho el inconfondible sonido de los tacones de Andrea. Ignoro el impulso de salir tras ella, de velar que no le suceda nada en ese
Andrea Rowe.Mi cuerpo tiembla, pero no sé si lo hace por rabia o por dolor.Veo su rostro descompuesto, el momento exacto en el que entiende que toda la mierda que se pasea por su cabeza no tiene ningún sentido. Que sus pensamientos, sus reclamos internos, sus asquerosas ofensas dirigidas hacia mí, aunque no las haya exteriorizado por completo, son solo una burla.Yo nunca tuve nada que ocultar. Nunca sentí la necesidad de acercarme a nadie más, porque lo tenía a él, al maravilloso joven con fantasmas que se había ganado mi corazón con solo miradas.Pero ya entiendo todo. Y puedo sentir que tanto la frustración como la furia llenan mi cuerpo, que me envuelven la cabeza en cientos de ofensas que quiero gritarle en su cara. Pero a la vez, me siento débil, tengo ganas de llorar, de salir corriendo y dejar atrás todo esto que me hizo daño antes y que sigue quemándome ahora, como si no hubiera pasado nada de tiempo.Como si todavía estuviéramos en su casa, aquella tarde en la que todo deb
Christian Anderson.En solo dos pasos estoy sobre Connor y le lanzo un puñetazo que hace crujir su nariz. No lo dejo siquiera moverse y lo empujo contra la puerta detrás de él, tomándolo por las solapas de su chaqueta.—¿Lo sabías? ¿Lo sabías, Connor? —dejo el puño a solo un centímetro de su cara cuando veo que le sale sangre de la nariz—. ¡Dime, maldita sea!—¡Christian, cálmate! —intenta conciliar, pero ahora mismo solo quiero soltar toda la tensión, toda la frustración.—¡No me voy a calmar una mierda! —golpeo la madera al lado de su cara y lo suelto con un tirón.Doy un paso atrás, media vuelta y voy directo hasta la pared más cercana para lograr soltar este mal genio y que no sea mi jodido hermano el que se lleve la peor parte.Solo quiero destrozarme la puta mano, sentir más dolor, para poder callar todas las cabronas voces que gritan dentro de mí.—¡Cinco putos años!Primer golpe. Mano derecha.—Cinco malditos años en los que pensé que era una falsa que solo me engañó.Segundo
Andrea Rowe.Cuando las puertas del ascensor se abren, vuelvo a respirar. Es un milagro que haya podido aguantar los segundos que demoró en bajar esa caja metálica, sobre todo, porque la alteración que tengo debería ser un catalizador para mi fobia.Salgo del edificio con mi cuerpo temblando. Cierro mis manos en puños para poder controlarme, de lo contrario, terminaré teniendo un ataque de pánico en medio de la calle. Camino por la acera sin saber qué rumbo tomar, no sé a dónde me dirijo, solo que necesito alejarme de ese edificio, de él, de las estupideces que acabo de descubrir. Ni siquiera puedo prestarle un segundo pensamiento sin romperme del todo. Todavía no alcanzo a entender qué fue lo que pasó, de qué forma se jodió tanto mi vida por un malentendido.O quizás no debería decir que se jodió, sino que se arregló y que, aunque todavía no veo los beneficios de eso, algún día llegarán. Es mejor pensar en eso y no que estoy jodida, de por vida. Porque Christian Anderson me rompió
Andrea Rowe.Ya está hecho.Acepté. Ahora me toca enfrentar las consecuencias de mi decisión. Enfrentarlo a él día a día, como compañeros de trabajo que no tienen nada más en común que no sea la pasión por la justicia. Es irónico que defendamos la justicia, que busquemos el equilibrio que puede salvar a los demás, cuando nosotros mismos no supimos defender lo que una vez tuvimos. Pero qué vamos a hacerle a estas alturas. A pesar del dolor que sentí hoy, mientras él me hacía mierda una vez más, me siento libre. Ahora sé qué creyó. Ahora sé que no fui yo la que se equivocó. Al menos no en la parte que nos hizo trizas. Sé que pude gestionar de otra manera todo lo que llevó a Christian a ese punto en el que se mantuvo por cinco años, pero por qué no vino a mí, por qué no preguntar. Yo le habría dicho que Jackson era mi primo y que si no hablaba de él, era porque mi familia no conocía de su existencia. Porque Maddie no tenía idea que su nuevo amigo, era su hermano. Todo hubiera sido