Christian Anderson. ¿Te estás quedando en el hotel? No puedo hacer más que asentir. Espérame… Y luego me da la espalda. Me quedo al pie del escenario, viendo la forma en que Andrea se mueve sobre él, con el micrófono en la mano y una expresión segura en su rostro. Las primeras notas de la canción que eligió me dejan un poco sorprendido. Esperaba algo más profundo después de lo que me atreví a hacer, de lo lejos que fui. Esperaba un tema donde me dijera que soy un hijo de puta por poner en tela de juicio todo lo que un día fuimos, por traer al presente lo que me persigue a mí cada día. Pero como siempre, vuelvo a pensar que todo gira a mi alrededor. Y esta noche está lejos de eso. Porque Roar, de Katy Perry, no es una canción que Andrea me esté dedicando a mí. Me doy cuenta cuando me mira desde arriba, baile y ríe, actúa natural, hermosa como es ella. Es un himno de empoderamiento para ella, para afrontar lo que yo hice. Y con esa pregunta que me hizo antes, con esa petición, me
Andrea Rowe.En cuanto su boca se une a la mía, dejo de pensar.Puede que antes de lanzarme de lleno a esto, haya confiado demasiado en mí misma, en la molestia, el odio y el resentimiento que su recuerdo y su jodido humor hacen conmigo.Puede que al tomar esta decisión de verdad pensara que podía ser una mujer con pantalones bien puestos y saber separar lo que haremos, la atracción física que siempre ha existido, de lo que mi cuerpo y cada una de mis células sigue sintiendo por él a pesar del tiempo, la distancia y las decepciones.Antes de que me besara, todo estaba aparentemente bien, seguro.Ya no lo creo así. Pero tampoco voy a hacer nada por detenerlo ahora.Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura y me dejo llevar, pegada a él, con mis brazos rodeando su cuello y sus manos llevándome aferradas a mi trasero. Salimos del ascensor dando tumbos, no paramos de besarnos hasta que Christian se detiene frente a una de las puertas del pasillo.Pega mi espalda a la madera para sosten
Christian Anderson.Ella se va. Miro su espalda y no me atrevo a tratar de detenerla. No me siento con fuerzas para hacerlo, no las tengo para enfrentar su mirada, sus palabras o su expresión repulsiva. Solo me quedo ahí, mirando a la nada después de mucho rato, tratando de entender qué pasó, cómo llegamos a eso.Cierro los ojos y me obligo a reaccionar. Me quito el maldito condón que parece un chiste, lo llevo hasta el baño y lo boto, todo como si fuera un robot programado para actuar así. Regreso y me dejo caer sobre la cama. La maleta sigue estando a medio hacer, el ventilador de techo no ha dejado de moverse y su sonido constante rompe el silencio que me aturde. Todo está como antes lo dejé. Solo que ahora la jodida habitación huele a ella, yo huelo a ella. Mi boca arde y se siente inflamada por los besos que le di. Mis manos recordaron cómo se sentía su piel y ahora quieren más. ¿Adultos? ¡Y una mierda!Todo pasa a un segundo plano cuando las chispas que existen entre Andrea
Andrea Rowe.Lo veo desde mi ventana y mi pecho duele. Duele porque trato de contener todo lo que tengo dentro. Me digo que no siento nada, que la noche anterior fue suficiente para sacar de mí todo lo que llevaba encrustado. Pero no hay peor mentira que esa. Él se gira desde la acera afuera de mi casa y mira en mi dirección. Sé que me ve, sabe que lo veo. Y se va. Ver su espalda alejándose de mí se siente como una despedida. Y quiero saber lo que vino a hacer aquí, pero no creo estar lista para eso. Lo pierdo de vista cuando cierro la cortina ante la presencia de mi hermano en mi habitación.Cuando miro a Leo su cara es una entre enojada y preocupada. —¿Qué pasó entre ustedes otra vez, Andie? Dejo de mirar sus ojos verdes y brillantes, porque no quiero que vea en los míos lo que estuve dispuesta a hacer para darle a él un poco de su propia medicina. Sí sentí algo cuando me alejaba de Christian, tal vez, conformidad por lo que había decidido hacer. Pero lejos de conseguir calma, s
Un año después…Andrea Rowe.Estoy demasiado cansada. Las horas de viaje en avión y luego desde la ciudad hasta el pueblo, me dejaron destruida. Pero tenía que hacer este viaje justo ahora.El curso terminó un mes antes y como buena extranjera que supo adaptarse demasiado bien, me costó mucho tomar la decisión de regresar, pero no pude posponerlo más cuando la boda de mi hermano estaba a la vuelta de la esquina.Con solo un día de antelación, al llegar está casi todo listo, para no decir que todo. Pero la locura en los últimos preparativos es tanta que ese sueño y ese cansancio pasan a un segundo plano y no me permito hacer una pausa para recuperar las energías. No he dejado del todo mis maletas en mi habitación cuando ya mi madre me está pidiendo que vaya con ella a la última prueba del pastel. El recibimiento después de un año fuera no es lo que esperaba, pero es entendible, no se trata de mí, sino de mi hermano y mi cuñada, que por fin se decidieron a dejar todos los problemas atrá
Andrea Rowe.A pesar de sentirme extraña, necesitaba vivir esto. Va más allá de sentirme hermosa o deseada, más bien, de creer que puedo pasar página al fin, abandonar ese luto que he estado guardando sin sentido y sin apenas darme cuenta. Durante el último año me dediqué solo a mi carrera, no hice vida sexual alguna y ahora que miro hacia atrás, siento que necesitaba ese espacio también; no tuvo nada que ver con Christian ni la forma en que llegamos y salimos una vez más de la vida del otro. Sencillamente, encontré un intermedio que me dio paz. Con Rangel sentí una tensión diferente, una atracción instantánea que no quise ignorar. Nos fuimos en su auto hacia una zona privada e intrincada cerca de la playa, donde solo se escuchaba el sonido del mar y el canto de los pájaros en la flora de los alrededores. A horcajadas sobre él, tuvimos nuestro primer beso. Su lengua deslizándose en mi boca con lentitud, pero tan excitante a la vez, me hizo sentir increíble, un subidón de adrenalina
Andrea Rowe.Pasa una semana y Rangel debe regresar a la ciudad. Aunque no quiere irse ya tiene que hacerlo, porque dejó en pausa su trabajo y todas las responsabilidades que tiene.Yo, no puedo decir que eso no me inquieta. Lo hace y de una forma extraña, porque me hace pensar que eso tan intenso que estamos teniendo puede acabar en cualquier momento. Y a pesar de que ha pasado muy poco tiempo, la verdad es que me siento bien compartiendo con él, no solo en una cama, sino en cosas tan sencillas como sentarnos a conversar de la vida o cualquier estupidez.No soy tonta para creer que esto es algo más, siempre fui consciente de que vivíamos en lugares diferentes y que tarde o temprano la rutina misma pondría todo en su lugar. Él atrasó el irse porque, en sus mismas palabras, no podía solo irse ahora y dejarme atrás. Cada vez que lo mencionó yo solo reí con las mejillas encendidas, pero no tenía cómo replicar.Prefiero vivir al día, aprovechar el tiempo que queda y si tiene que ser, ento
Christian Anderson.—Gracias por elegirnos, su caso está en buenas manos —le sonrío profesional a mi nueva cliente, una mujer joven.—Gracias a ustedes. Quiero resolver esto cuanto antes, ya no aguanto más.Los ojos tristes de la mujer frente a mí me provocan empatizar con su situación. Los divorcio generalmente no son casos que acepto, pero este en específico es contra uno de los políticos más reconocidos en la ciudad. No podía ser de otra forma, no podía ser otro de mis colegas del bufete.Nos despedimos luego de cerrar todo lo que vinimos a comentar aquí y salimos del restaurante. Con caballerosidad, abro la puerta de cristal que dirige a la salida y espero a que suba a su auto para ir hasta donde dejé el mío aparcado antes. Tengo que regresar al bufete, porque me quedaron algunos estatutos por revisar y debo hacerlo antes de ir a casa.Aunque la verdad es que no quiero regresar todavía, no estoy listo para una despedida. Prefiero llegar a una casa vacía que ver el momento justo en