Christian Anderson.Ella se va. Miro su espalda y no me atrevo a tratar de detenerla. No me siento con fuerzas para hacerlo, no las tengo para enfrentar su mirada, sus palabras o su expresión repulsiva. Solo me quedo ahí, mirando a la nada después de mucho rato, tratando de entender qué pasó, cómo llegamos a eso.Cierro los ojos y me obligo a reaccionar. Me quito el maldito condón que parece un chiste, lo llevo hasta el baño y lo boto, todo como si fuera un robot programado para actuar así. Regreso y me dejo caer sobre la cama. La maleta sigue estando a medio hacer, el ventilador de techo no ha dejado de moverse y su sonido constante rompe el silencio que me aturde. Todo está como antes lo dejé. Solo que ahora la jodida habitación huele a ella, yo huelo a ella. Mi boca arde y se siente inflamada por los besos que le di. Mis manos recordaron cómo se sentía su piel y ahora quieren más. ¿Adultos? ¡Y una mierda!Todo pasa a un segundo plano cuando las chispas que existen entre Andrea
Andrea Rowe.Lo veo desde mi ventana y mi pecho duele. Duele porque trato de contener todo lo que tengo dentro. Me digo que no siento nada, que la noche anterior fue suficiente para sacar de mí todo lo que llevaba encrustado. Pero no hay peor mentira que esa. Él se gira desde la acera afuera de mi casa y mira en mi dirección. Sé que me ve, sabe que lo veo. Y se va. Ver su espalda alejándose de mí se siente como una despedida. Y quiero saber lo que vino a hacer aquí, pero no creo estar lista para eso. Lo pierdo de vista cuando cierro la cortina ante la presencia de mi hermano en mi habitación.Cuando miro a Leo su cara es una entre enojada y preocupada. —¿Qué pasó entre ustedes otra vez, Andie? Dejo de mirar sus ojos verdes y brillantes, porque no quiero que vea en los míos lo que estuve dispuesta a hacer para darle a él un poco de su propia medicina. Sí sentí algo cuando me alejaba de Christian, tal vez, conformidad por lo que había decidido hacer. Pero lejos de conseguir calma, s
Un año después…Andrea Rowe.Estoy demasiado cansada. Las horas de viaje en avión y luego desde la ciudad hasta el pueblo, me dejaron destruida. Pero tenía que hacer este viaje justo ahora.El curso terminó un mes antes y como buena extranjera que supo adaptarse demasiado bien, me costó mucho tomar la decisión de regresar, pero no pude posponerlo más cuando la boda de mi hermano estaba a la vuelta de la esquina.Con solo un día de antelación, al llegar está casi todo listo, para no decir que todo. Pero la locura en los últimos preparativos es tanta que ese sueño y ese cansancio pasan a un segundo plano y no me permito hacer una pausa para recuperar las energías. No he dejado del todo mis maletas en mi habitación cuando ya mi madre me está pidiendo que vaya con ella a la última prueba del pastel. El recibimiento después de un año fuera no es lo que esperaba, pero es entendible, no se trata de mí, sino de mi hermano y mi cuñada, que por fin se decidieron a dejar todos los problemas atrá
Andrea Rowe.A pesar de sentirme extraña, necesitaba vivir esto. Va más allá de sentirme hermosa o deseada, más bien, de creer que puedo pasar página al fin, abandonar ese luto que he estado guardando sin sentido y sin apenas darme cuenta. Durante el último año me dediqué solo a mi carrera, no hice vida sexual alguna y ahora que miro hacia atrás, siento que necesitaba ese espacio también; no tuvo nada que ver con Christian ni la forma en que llegamos y salimos una vez más de la vida del otro. Sencillamente, encontré un intermedio que me dio paz. Con Rangel sentí una tensión diferente, una atracción instantánea que no quise ignorar. Nos fuimos en su auto hacia una zona privada e intrincada cerca de la playa, donde solo se escuchaba el sonido del mar y el canto de los pájaros en la flora de los alrededores. A horcajadas sobre él, tuvimos nuestro primer beso. Su lengua deslizándose en mi boca con lentitud, pero tan excitante a la vez, me hizo sentir increíble, un subidón de adrenalina
Andrea Rowe.Pasa una semana y Rangel debe regresar a la ciudad. Aunque no quiere irse ya tiene que hacerlo, porque dejó en pausa su trabajo y todas las responsabilidades que tiene.Yo, no puedo decir que eso no me inquieta. Lo hace y de una forma extraña, porque me hace pensar que eso tan intenso que estamos teniendo puede acabar en cualquier momento. Y a pesar de que ha pasado muy poco tiempo, la verdad es que me siento bien compartiendo con él, no solo en una cama, sino en cosas tan sencillas como sentarnos a conversar de la vida o cualquier estupidez.No soy tonta para creer que esto es algo más, siempre fui consciente de que vivíamos en lugares diferentes y que tarde o temprano la rutina misma pondría todo en su lugar. Él atrasó el irse porque, en sus mismas palabras, no podía solo irse ahora y dejarme atrás. Cada vez que lo mencionó yo solo reí con las mejillas encendidas, pero no tenía cómo replicar.Prefiero vivir al día, aprovechar el tiempo que queda y si tiene que ser, ento
Christian Anderson.—Gracias por elegirnos, su caso está en buenas manos —le sonrío profesional a mi nueva cliente, una mujer joven.—Gracias a ustedes. Quiero resolver esto cuanto antes, ya no aguanto más.Los ojos tristes de la mujer frente a mí me provocan empatizar con su situación. Los divorcio generalmente no son casos que acepto, pero este en específico es contra uno de los políticos más reconocidos en la ciudad. No podía ser de otra forma, no podía ser otro de mis colegas del bufete.Nos despedimos luego de cerrar todo lo que vinimos a comentar aquí y salimos del restaurante. Con caballerosidad, abro la puerta de cristal que dirige a la salida y espero a que suba a su auto para ir hasta donde dejé el mío aparcado antes. Tengo que regresar al bufete, porque me quedaron algunos estatutos por revisar y debo hacerlo antes de ir a casa.Aunque la verdad es que no quiero regresar todavía, no estoy listo para una despedida. Prefiero llegar a una casa vacía que ver el momento justo en
Christian Anderson.Entro al apartamento y todo está a oscuras.No sé ni cómo sentirme al saber que ya todo acabó entre Ahylin y yo, después de unos meses en los que todo iba bien.«Pero no todo». Mi subconsciente es un cabrón.Está claro que no todo estaba bien si a la primera mención de una familia quise correr en sentido contrario. Y no es por el hecho de negarme a formalizar mi vida de una vez, es de hacerlo con la persona equivocada. Ahylin logró captar mi atención, intenté darle todo dentro de los límites que ya estaba considerando serían inamovibles. No eran reglas, no soy un adolescente para llamarlas así, era un instinto básico que me decía que era solo eso lo que podría ofrecer alguna vez. Y no porque no lo intentara, ella merecía más y yo fui sincero al decirle que no podría dárselo.Me siento en el sofá, así, solo con el reflejo de la ciudad atravesando el salón, sin quitarme la chaqueta del traje o siquiera zafar mi corbata. Miro a través del ventanal de cristal a la ciud
Andrea Rowe.Han pasado dos días y cada vez que me cruzo de frente con Jackson, la conversación da vueltas en mi cabeza. Así como todas las reservas que poco a poco me dejan al descubierto. Casi ni duermo dándole vueltas a todo. A mi decisión de aceptar o no. Llevo meses diciéndome que había tenido un cierre y ahora sé que solo estaba teniendo mucha confianza en mí misma. No hubo cierre ninguno, no al menos uno del que sentirme orgullosa. Jackson tiene razón, necesito soltar todo esto. Pero para eso necesito prepararme. El primer paso es aceptar la oferta y enfrentarme a mi pasado. Cuando lo haga, sabré lo que va a seguir. No puedo asegurar que un encuentro con él me pase desapercibido. Tampoco puedo negar que quizás soporte estoica lo que tenga pasar. Lo que sea, solo cuando llegue podré tener una respuesta.Me despido de mi abuela, que está sentada en el salón viendo un programa en la televisión, cuando decido al fin lo que debo hacer. Abuela Nora me mira por encima de sus gafa