Christian Anderson.—Gracias por elegirnos, su caso está en buenas manos —le sonrío profesional a mi nueva cliente, una mujer joven.—Gracias a ustedes. Quiero resolver esto cuanto antes, ya no aguanto más.Los ojos tristes de la mujer frente a mí me provocan empatizar con su situación. Los divorcio generalmente no son casos que acepto, pero este en específico es contra uno de los políticos más reconocidos en la ciudad. No podía ser de otra forma, no podía ser otro de mis colegas del bufete.Nos despedimos luego de cerrar todo lo que vinimos a comentar aquí y salimos del restaurante. Con caballerosidad, abro la puerta de cristal que dirige a la salida y espero a que suba a su auto para ir hasta donde dejé el mío aparcado antes. Tengo que regresar al bufete, porque me quedaron algunos estatutos por revisar y debo hacerlo antes de ir a casa.Aunque la verdad es que no quiero regresar todavía, no estoy listo para una despedida. Prefiero llegar a una casa vacía que ver el momento justo en
Christian Anderson.Entro al apartamento y todo está a oscuras.No sé ni cómo sentirme al saber que ya todo acabó entre Ahylin y yo, después de unos meses en los que todo iba bien.«Pero no todo». Mi subconsciente es un cabrón.Está claro que no todo estaba bien si a la primera mención de una familia quise correr en sentido contrario. Y no es por el hecho de negarme a formalizar mi vida de una vez, es de hacerlo con la persona equivocada. Ahylin logró captar mi atención, intenté darle todo dentro de los límites que ya estaba considerando serían inamovibles. No eran reglas, no soy un adolescente para llamarlas así, era un instinto básico que me decía que era solo eso lo que podría ofrecer alguna vez. Y no porque no lo intentara, ella merecía más y yo fui sincero al decirle que no podría dárselo.Me siento en el sofá, así, solo con el reflejo de la ciudad atravesando el salón, sin quitarme la chaqueta del traje o siquiera zafar mi corbata. Miro a través del ventanal de cristal a la ciud
Andrea Rowe.Han pasado dos días y cada vez que me cruzo de frente con Jackson, la conversación da vueltas en mi cabeza. Así como todas las reservas que poco a poco me dejan al descubierto. Casi ni duermo dándole vueltas a todo. A mi decisión de aceptar o no. Llevo meses diciéndome que había tenido un cierre y ahora sé que solo estaba teniendo mucha confianza en mí misma. No hubo cierre ninguno, no al menos uno del que sentirme orgullosa. Jackson tiene razón, necesito soltar todo esto. Pero para eso necesito prepararme. El primer paso es aceptar la oferta y enfrentarme a mi pasado. Cuando lo haga, sabré lo que va a seguir. No puedo asegurar que un encuentro con él me pase desapercibido. Tampoco puedo negar que quizás soporte estoica lo que tenga pasar. Lo que sea, solo cuando llegue podré tener una respuesta.Me despido de mi abuela, que está sentada en el salón viendo un programa en la televisión, cuando decido al fin lo que debo hacer. Abuela Nora me mira por encima de sus gafa
Christian Anderson.Debería solo desviar mi mirada. Quizás así mi cabeza dejara de dar vueltas y mis manos, ahora en puños, no dolieran por la presión que estoy ejerciendo.La sigo con la vista a pesar de que sé que las miradas pesan y que en cualquier momento todo el escenario puede cambiar. Pero quién quita los ojos de Andrea estando aun con todos los sentidos claros.Nadie. Menos yo.La mujer frente a mí parlotea algo, no entiendo nada de lo que dice. No sé por qué sigue hablando si ya todo quedó claro, no se va a divorciar e irá a terapia de pareja con su marido político abusador. Mis ojos siguen estando por encima de su hombro, siguiendo casi que con obsesión a la hermosa mujer que se dirige al fondo del restaurante acompañada, nada más y nada menos que con ese.—¿Señor Anderson?Pestañeo en dirección a la mujer y lo primero que pienso es en la expresión de decepción que debe cruzarme la cara al verla a ella.—Diga —me enfoco dos segundos en ella, queriendo devolver mi atención a
Christian Anderson.No esperaba que fuera un día normal, si Andrea está incluida en las personas a tratar según mi agenda, definitivamente no lo sería. Pero comenzar así el puto día debería traer una jodida advertencia.¿Era necesario que yo tuviera que ver la maldita despedida arcoíris y vomitiva? ¿Es castigo divino?, ¿karma?Mi paso se detiene bruscamente y me digo que debo ignorar todo eso y seguir. Pasar de largo y vernos dentro, en el lugar seguro y sin añadidos molestos. Pero, ¡joder!, no puedo solo mover las malditas piernas.La veo abrazarse a ese tipejo y despedirlo con una mano, mientras lo ve alejarse hacia su auto que dejó aparcado en doble fila.«Ojalá lo multen». Puedo poner el reclamo y con las cámaras de seguridad del edificio podría demostrarlo, pero eso me haría ver como un hijo de puta, ¿no?Sacudo mi cabeza y dejo ese nivel de estupidez. Me concentro en lo que debo hacer, en calmar la sangre que corre demasiado rápido por mis venas y después de una profunda inhalac
Andrea Rowe.«Extraño».Creo que ese sería una buena calificación para este día. Y también, para el comportamiento de Christian.No sé qué esperaba, si mala actitud, seriedad extrema, una relación sumamente cordial sin ir más allá, pero no esta camaradería que le ha dado por mostrar.O sea, le agradezco que me haga sentir cómoda a pesar de todo, de su propia incomodidad que pude notar cuando Connor le informó sobre lo que tenía que hacer. Pero bueno, lo entiendo. Básicamente es estar como el supervisor a tiempo completo y ni yo, ni al parecer él, queremos estar juntos por demasiado tiempo.Solo el que sea necesario. Pero valió.Ahora es él quien debe mostrarme cada día una parte diferente de su bufete y aunque sé que tiene mucho trabajo, porque todos saben que Christian Anderson no se quita trabajo ni siendo el puto jefe, él no se negó. Solo asintió, salimos juntos de la oficina de Connor y me llevó hasta la oficina que prepararon temporalmente para mí.—Encima del escritorio te dejé
Christian Anderson.Esto no puede ser así a partir de hoy. Tengo que asegurarme de ello o no terminará bien.En toda la mañana no he podido concentrarme como suelo hacerlo. Cada vez que alguien llama a mi puerta, me exalto pensando que sea ella que necesita algo de mí. Iluso que soy, estúpido.«¿Qué mierda me pasa? Esto no debería ser así».Al final decido dejar la puerta abierta para al menos solucionar ese problema y cuando logro concentrarme un poco, llega la hora del almuerzo y mi hermano pasa por mí.—¿Crees que debamos invitar a Andrea? —pregunta, casual.Yo solo lo miro de malos modos. No puede ser que él me esté preguntando eso.Connor levanta ambas manos pidiendo paz y con una risa sospechosa se aleja, supongo que para recordarle a Andrea que es hora de comer algo.Termino de revisar los documentos que tengo en la mano y luego de unos minutos, escucho el inconfondible sonido de los tacones de Andrea. Ignoro el impulso de salir tras ella, de velar que no le suceda nada en ese
Andrea Rowe.Mi cuerpo tiembla, pero no sé si lo hace por rabia o por dolor.Veo su rostro descompuesto, el momento exacto en el que entiende que toda la mierda que se pasea por su cabeza no tiene ningún sentido. Que sus pensamientos, sus reclamos internos, sus asquerosas ofensas dirigidas hacia mí, aunque no las haya exteriorizado por completo, son solo una burla.Yo nunca tuve nada que ocultar. Nunca sentí la necesidad de acercarme a nadie más, porque lo tenía a él, al maravilloso joven con fantasmas que se había ganado mi corazón con solo miradas.Pero ya entiendo todo. Y puedo sentir que tanto la frustración como la furia llenan mi cuerpo, que me envuelven la cabeza en cientos de ofensas que quiero gritarle en su cara. Pero a la vez, me siento débil, tengo ganas de llorar, de salir corriendo y dejar atrás todo esto que me hizo daño antes y que sigue quemándome ahora, como si no hubiera pasado nada de tiempo.Como si todavía estuviéramos en su casa, aquella tarde en la que todo deb