Christian Anderson.Hace cuatro años estuve conforme con esta idea, contrario a lo que mi familia llegó a pensar, yo sí quería ofrecerle a Andrea un puesto en el bufete. Nunca dudé de sus habilidades y si no llegué a decirle, fue porque estaba esperando un momento cómodo para tratar ese tema. Y al final, resultó que aquel maldito día todo se fue a la mierda.Quizás, de haber hablado antes sobre ello, la situación hubiese sido otra. Más incómoda o más sencilla, no tengo idea. Pero otra, al fin y al cabo. Porque a veces, esta distancia, este tiempo transcurrido, me han puesto a pensar en tonterías que a la larga me han traumado un poco. Si yo no hubiera reaccionado como lo hice, si no hubiera tomado la decisión equivocada, la vida no nos hubiera llevado por caminos diferentes y, tal vez, hubiese superado lo que su presencia hace conmigo.—Supongo que eso significa que no puedo opinar —exclamo, valorando la posibilidad de reclamar, aunque en vano.Pudiera fingir que me ofende el hecho de
Andrea Rowe.Por más que me haya mentalizado para este momento, no estaba preparada. Y no me da tiempo disimularlo.Literalmente, un jadeo se me escapa y me quedo sin aliento por más tiempo del que quiero aceptar. Intento recomponerme, enderezo mi espalda y miro sonriente a mi cuñada, prometiéndole así que todo saldrá bien. Y buscando con ese gesto recuperar mi confianza, que por un segundo se va a pique.Por años, en medio de esos sentimientos crudos que oculto de todos, porque me hacen daño y me avergüenzo de ellos, pensar en él, imaginar un encuentro, era algo que sucedía de una forma completamente diferente. Verlo hoy, aunque ya lo esperaba, me demuestra que sigo siendo la misma idiota que siente la estática entre nosotros, que reconoce la burbuja a nuestro alrededor. No importa si ahora es por los motivos equivocados. No importa si Christian Anderson me rompió el corazón. Está ahí y yo la veo.Cuando el juez hace el llamado, soy la primera en levantarse e ir a su encuentro. De un
Christian Anderson.Mantengo la sonrisa socarrona, pero en cuanto la pierdo de vista, dejo fluir mi verdadera expresión, la que deja en evidencia lo que siento en estos momentos. Una mezcla de remordimiento con martirio. Porque ella es capaz de desordenarme con solo saberla cerca, porque a pesar del tiempo sigo siendo capaz de identificar los momentos en que algo le afecta.Y no quiero sentirlo. No quiero. No puedo dejar que eso vuelva a ser el centro de mi mundo.Doy media vuelta y me alejo, decepcionado de mí mismo por haber actuado así, como si el tiempo no hubiera pasado y fuéramos aquellos amigos que pasaban el tiempo juntos, antes de ir más allá. Pero fue inevitable venir a por ella y asegurarme que todo estaba bien después de escuchar las noticias que corren como pólvora por aquí. Años atrás, cuando mi vida dio el vuelco de ciento ochenta grados, saber de la condición de Nora me llevó una vez más a Andie, aunque no haya resultado del todo como esperaba.Fue aquella decisión la
Christian Anderson.Mañana regreso a la ciudad y la verdad es que tengo pocas ganas de hacerlo. Después de estas dos semanas por aquí, me cuesta mucho abandonar Santa Marta. Sobre todo porque esa mala sensación que me daba cuando pensaba en el pueblo, fue desapareciendo de a poco.Quiero pensar que nada tiene que ver una hermosa rubia, porque después del último encuentro en el aparcamiento del juzgado, no nos hemos cruzado más. Sin embargo, sé que es por ella, por su presencia después de tanto tiempo imaginando que sería ese el motivo.Miro el techo de mi habitación, acostado en la cama y con los brazos cruzados detrás de la cabeza. Una maleta a medio hacer reposa a mi lado, pero no tengo ánimos para terminar de arreglarla. Más bien, quiero un trago. Quiero despejar de todo lo que me atormenta la cabeza antes de regresar al trabajo y a la responsabilidad.Me levanto de un salto dispuesto a entretenerme un rato. Me quedo con la misma ropa que llevo, unos jeans y una camiseta, solo agre
Andrea Rowe.Siento la rabia corriendo por mis venas, las ganas de darle una patada en sus jodidas pelotas y verlo revolcarse en el suelo por ser tan idiota. Siento eso y más, pero como mismo pasó hace años atrás, cuando se trata de Christian mi cuerpo reacciona de formas que es difícil superar.Su mano en mi barbilla hace cortocircuito en mi cabeza. A pesar de que su agarre no es fuerte no soy capaz de dar un paso atrás.Su mirada se pasea entre mis ojos y mi boca entreabierta. Veo en ella la resolución, pero también la duda. Las ganas y la negación. Veo todo eso y soy capaz de decir que se siente como yo. Abrumado con todo lo que nos rodea aun después de tanto tiempo, de tantas malas acciones, de tantos resentimientos.Va a besarme y yo no estoy haciendo nada para evitarlo.La distancia se acorta y no sé cuál de los dos tomó la maldita decisión. Ya casi siento su aliento combinándose con el mío, el olor mentolado me trae recuerdos que creía escondidos. Estoy por cerrar los ojos con
Christian Anderson. ¿Te estás quedando en el hotel? No puedo hacer más que asentir. Espérame… Y luego me da la espalda. Me quedo al pie del escenario, viendo la forma en que Andrea se mueve sobre él, con el micrófono en la mano y una expresión segura en su rostro. Las primeras notas de la canción que eligió me dejan un poco sorprendido. Esperaba algo más profundo después de lo que me atreví a hacer, de lo lejos que fui. Esperaba un tema donde me dijera que soy un hijo de puta por poner en tela de juicio todo lo que un día fuimos, por traer al presente lo que me persigue a mí cada día. Pero como siempre, vuelvo a pensar que todo gira a mi alrededor. Y esta noche está lejos de eso. Porque Roar, de Katy Perry, no es una canción que Andrea me esté dedicando a mí. Me doy cuenta cuando me mira desde arriba, baile y ríe, actúa natural, hermosa como es ella. Es un himno de empoderamiento para ella, para afrontar lo que yo hice. Y con esa pregunta que me hizo antes, con esa petición, me
Andrea Rowe.En cuanto su boca se une a la mía, dejo de pensar.Puede que antes de lanzarme de lleno a esto, haya confiado demasiado en mí misma, en la molestia, el odio y el resentimiento que su recuerdo y su jodido humor hacen conmigo.Puede que al tomar esta decisión de verdad pensara que podía ser una mujer con pantalones bien puestos y saber separar lo que haremos, la atracción física que siempre ha existido, de lo que mi cuerpo y cada una de mis células sigue sintiendo por él a pesar del tiempo, la distancia y las decepciones.Antes de que me besara, todo estaba aparentemente bien, seguro.Ya no lo creo así. Pero tampoco voy a hacer nada por detenerlo ahora.Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura y me dejo llevar, pegada a él, con mis brazos rodeando su cuello y sus manos llevándome aferradas a mi trasero. Salimos del ascensor dando tumbos, no paramos de besarnos hasta que Christian se detiene frente a una de las puertas del pasillo.Pega mi espalda a la madera para sosten
Christian Anderson.Ella se va. Miro su espalda y no me atrevo a tratar de detenerla. No me siento con fuerzas para hacerlo, no las tengo para enfrentar su mirada, sus palabras o su expresión repulsiva. Solo me quedo ahí, mirando a la nada después de mucho rato, tratando de entender qué pasó, cómo llegamos a eso.Cierro los ojos y me obligo a reaccionar. Me quito el maldito condón que parece un chiste, lo llevo hasta el baño y lo boto, todo como si fuera un robot programado para actuar así. Regreso y me dejo caer sobre la cama. La maleta sigue estando a medio hacer, el ventilador de techo no ha dejado de moverse y su sonido constante rompe el silencio que me aturde. Todo está como antes lo dejé. Solo que ahora la jodida habitación huele a ella, yo huelo a ella. Mi boca arde y se siente inflamada por los besos que le di. Mis manos recordaron cómo se sentía su piel y ahora quieren más. ¿Adultos? ¡Y una mierda!Todo pasa a un segundo plano cuando las chispas que existen entre Andrea