Andrea Rowe.La fiesta de cumpleaños de Maddie es todo un éxito. Ver su expresión de felicidad es, cuando menos, reconfortante. Y se siente personal, también.La familia reunida una vez más, activa recuerdos que de cierta forma había bloqueado, para no sentirme culpable y poder seguir con mi vida, con mis ambiciones. Pero me basta una sola imagen, para prometerme a mí misma que esto no puede pasar más.Lo que pasó hace años en Santa Marta debería estar enterrado. El nivel de importancia, bien bajo. Nunca me he puesto a pensar en lo que dice de mí y mis rencores el hecho de que no pueda pisar el pueblo que he amado toda mi vida. He estado tan enfocada en encontrar un futuro independiente, en pasar página, que me he perdido de lo importante.Así que voy a buscar soluciones.El único ausente es Leo. Según Jackson, está de camino, pero debe llegar en la madrugada. Como adición, está mi primo, por supuesto, y su madre. Anne, la esposa de mi tío Mario, es todo lo contrario a Maritza. Y esta
Christian Anderson.En mi apartamento una vez más, lucho contra el impulso de buscarla, de saber de ella.La dichosa cena con mi familia fue, como cada vez, una puta tortura. Tal vez sea yo el que no logra dar un paso adelante, avanzar, pero no es por no intentarlo. Sin embargo, cómo se intenta dejar algo atrás si cada maldito día es un recordatorio de lo que ya no tengo.Puede que sea envidia, ya ni sé. Comienzo a valorar esa opción.Pero ver a mi hermano tan feliz, con la mujer que rompió nuestra hermandad, me pone de mal humor, me hace mantenerme estancado donde mismo. No por ella, porque hace mucho me di cuenta que Stacey nunca fue nada en mi vida, más que el motivo por el que todo se fue a la mierda. Connor es otra historia. Y sí, acepto que me molesta verlo actuar como si nada hubiera pasado. Como si no recordara todo lo que sucedió, no asumiera la parte que le toca y aceptara que pudo ser diferente, de no haber hablado tanto.Eso no quita el resultado, definitivamente, siempre
Andrea Rowe.Dos meses y medio han pasado desde que llegué a Santa Marta en compañía de mis padres. No he dicho una palabra sobre mi despido, aunque a todos les extraña que no haya regresado aún a la ciudad, cuando se supone que siempre he estado saturada de trabajo. Me queda claro que ya comienzan a sospechar, pero me siento como una perdedora cada vez que me digo que debo hablar con la verdad.En este tiempo ha pasado demasiado. Aiden y Maddie se reconciliaron y hasta están prometidos. Como yo no tengo nada que hacer realmente, acepté ser la organizadora principal de la boda, aunque en algún momento tendré ayuda de una profesional, por supuesto.Teniendo en cuenta el nivel de ansiedad que cargo al no tener trabajo, seguir una agenda específica me relaja de cierta manera. Al final resulta que me volví adicta a trabajar.No he estado sola estos meses y eso es algo que de cierta forma agradezco al haber perdido mi sustento. El regreso a Santa Marta no ha sido tan aterrador como pensé q
Christian Anderson.El tiempo pasa y yo continúo escondiéndome detrás de mi constante rutina. Después del último evento en casa de mi hermano, he evitado a toda costa esos encuentros. Lo mejor de todo es que ya van entendiendo mi postura y no insisten, después de mi negativa.Connor sigue siendo la molesta piedra en mi zapato cada vez que se levanta con ganas de joder. Pero para su propio bien, hemos creado una relación estrictamente profesional, donde las conversaciones familiares no tienen cabida y hasta ahora, lo respeta, aunque sea a regañadientes.Pero a pesar de que, en cierta forma, encontré una forma válida en la que vivir mi vida de mierda, me siento culpable.No puedo decir que no extraño a mis padres o a la familia que teníamos hace años atrás. Si nunca dije nada sobre la traición de Connor y Stacey, fue precisamente porque prefería estar todos juntos, que este circo falso en el que vivimos ahora.Sé que en parte es mi culpa, si yo fuera capaz de olvidar todo y avanzar, la
Andrea Rowe.Puede que la propuesta de los Anderson sea la mejor que reciba alguna vez. Estoy consciente de ello. Pero aceptar sería una completa locura.Quisiera mentirme a mí misma y asegurar que estoy lista para eso, para pensar en mis metas, las profesionales, y ponerlas como prioridad siempre. Podría intentarlo, pero soy consciente de que sería una tortura, mental y física, que con el tiempo me pasaría factura.Porque sería trabajar con él. Estar juntos una vez más en el mismo espacio, durante las horas laborables y las extras, mentalizándome constantemente de que debo mantener mi actitud de perra fría sin sentimientos, en la que nada que tenga que ver con él me afecte.Aceptar, sería demostrarle que lo que sucedió no es importante para mí, que no tuvo relevancia.Sin embargo, sí la tiene. Todavía recuerdo con dolor la parte de mi corazón que perdí aquella tarde. Y prefiero negarme, rechazar esta oportunidad, porque no estoy lista.Me cuesta aceptarlo, pero debo ser sincera conmi
Andrea Rowe.Cuatro días de intensa investigación. De analizar las pruebas que me entregó Mary, de entrevistarme con los testigos que se van a presentar a nuestro favor.Noches sin dormir, porque el compromiso que tengo con este caso es más que profesional. Mary necesita mi mejor defensa y es lo que le daré. Estoy segura de mis habilidades, de lo que tenemos de nuestro lado y, aunque Estefan Brown tenga todo el dinero del mundo para pagar a los mejores, no tiene todas las de ganar. De eso puede estar seguro.Enfrascada en algunos detalles que debo pulir, metida de lleno en los documentos frente a mí, salto en el lugar cuando suena una notificación en mi computadora. Mi corazón se acelera un poco, porque cuando el silencio me rodea y estoy concentrada en el trabajo, cualquier sonido repentino me saca de mis pensamientos repentinamente.—¿Qué será? —hablo en voz baja dentro de las cuatro paredes estrechas que tengo de oficina.Con este caso en mis manos, pude conseguirme una oficina en
Christian Anderson.Hace cuatro años estuve conforme con esta idea, contrario a lo que mi familia llegó a pensar, yo sí quería ofrecerle a Andrea un puesto en el bufete. Nunca dudé de sus habilidades y si no llegué a decirle, fue porque estaba esperando un momento cómodo para tratar ese tema. Y al final, resultó que aquel maldito día todo se fue a la mierda.Quizás, de haber hablado antes sobre ello, la situación hubiese sido otra. Más incómoda o más sencilla, no tengo idea. Pero otra, al fin y al cabo. Porque a veces, esta distancia, este tiempo transcurrido, me han puesto a pensar en tonterías que a la larga me han traumado un poco. Si yo no hubiera reaccionado como lo hice, si no hubiera tomado la decisión equivocada, la vida no nos hubiera llevado por caminos diferentes y, tal vez, hubiese superado lo que su presencia hace conmigo.—Supongo que eso significa que no puedo opinar —exclamo, valorando la posibilidad de reclamar, aunque en vano.Pudiera fingir que me ofende el hecho de
Andrea Rowe.Por más que me haya mentalizado para este momento, no estaba preparada. Y no me da tiempo disimularlo.Literalmente, un jadeo se me escapa y me quedo sin aliento por más tiempo del que quiero aceptar. Intento recomponerme, enderezo mi espalda y miro sonriente a mi cuñada, prometiéndole así que todo saldrá bien. Y buscando con ese gesto recuperar mi confianza, que por un segundo se va a pique.Por años, en medio de esos sentimientos crudos que oculto de todos, porque me hacen daño y me avergüenzo de ellos, pensar en él, imaginar un encuentro, era algo que sucedía de una forma completamente diferente. Verlo hoy, aunque ya lo esperaba, me demuestra que sigo siendo la misma idiota que siente la estática entre nosotros, que reconoce la burbuja a nuestro alrededor. No importa si ahora es por los motivos equivocados. No importa si Christian Anderson me rompió el corazón. Está ahí y yo la veo.Cuando el juez hace el llamado, soy la primera en levantarse e ir a su encuentro. De un