POV: Andrea.¿Ese plan que tenía de no hacer nada durante todo el fin de semana con tal de descansar de las responsabilidades que tengo a diario?Pues, imposible.Mientras el sábado pasa conmigo limpiando hasta el polvo de los clósets, mi cabeza, que debería hacer un reposo de pensamientos pesados, le da vueltas y más vueltas a situaciones que me estresan, en vez de relajarme. Por ejemplo, a mi sentimiento de culpa por la conversación que tuve con mi madre, al hecho de que no he podido regresar a Santa Marta aun sabiendo que no puedo abandonar a mi familia porque un idiota me hizo daño en el pasado.El problema está en que, a pesar de saberlo, de estar clara de las cosas, de haber cambiado toda mi perspectiva de vida y lo que espero de mi futuro, hay elementos que no paso por alto. Ni siquiera con el paso de cuatro largos años.¿Fechas? ¿Frases dichas por otras personas que en mi vida había visto antes?Todo eso hace que en ocasiones me vuelva una perra frustrada, solo por el hecho de
Christian Anderson. —Christian, ya me voy, ¿te quedas? La voz de mi hermano me hace alzar la mirada de los documentos que estoy revisando. Está en la puerta de la oficina, con su sonrisa sarcástica marcada, lo que me advierte de que va a decir algo para molestarme. —Es viernes, no te voy a pagar horas extras. Y ahí está el chiste. Ese que siempre hace y del que conoce mi respuesta. Enarca una ceja y se cruza de brazos cuando se recuesta al marco de la puerta. Yo me aguanto el resoplido y me niego a darle más leña a sus intenciones de prender el fuego. —No todos estamos tan ligeros de trabajo como tú —comento con soltura, mientras doy vueltas a la pluma entre mis dedos. La risa de Connor es molesta, burlona. —Te llenas de m****a porque te da la gana, Chris. ¿En qué estás trabajando? —pregunta, pero se responde a sí mismo. Rueda los ojos—. De seguro en ese caso de la inmobiliaria. Podías habérselo dado a otro. Me reclino en mi asiento. Tiene razón, pero no se la daré. —Me gusta
Christian Anderson.La mayor parte del tiempo justifico mi adicción al trabajo con instinto. Y de cierta forma, siempre resulta que tenía razón en prestar mayor atención a los detalles que otros no.Este correo pudiera ser otra de esas confirmaciones si no sintiera que lo hice solo porque quería ocupar mi mente. Pero ahora agradezco haberlo hecho. Mi trabajo me da vitalidad, pero no pensar, me da mucho más. Y eso es lo que pasa mientras me ocupo de resolver los problemas de los demás.Rangel Brown, por supuesto que tenía que sonarme ese nombre. El hijo mayor de Estefan y Jennefer Brown, una de las familias pudientes de Santa Marta. Pero su ausencia en el pueblo ha sido tan prolongada, que no me culpo por no recordar. Su exitosa carrera deportiva lo llevó lejos y por lo que sé, no ha regresado desde entonces.En el correo me pide un encuentro, para presentarme algunas cuestiones que necesita resolver, pero me aclara que no debe ser en el bufete; un lugar público y en la medida de lo po
Andrea Rowe.La fiesta de cumpleaños de Maddie es todo un éxito. Ver su expresión de felicidad es, cuando menos, reconfortante. Y se siente personal, también.La familia reunida una vez más, activa recuerdos que de cierta forma había bloqueado, para no sentirme culpable y poder seguir con mi vida, con mis ambiciones. Pero me basta una sola imagen, para prometerme a mí misma que esto no puede pasar más.Lo que pasó hace años en Santa Marta debería estar enterrado. El nivel de importancia, bien bajo. Nunca me he puesto a pensar en lo que dice de mí y mis rencores el hecho de que no pueda pisar el pueblo que he amado toda mi vida. He estado tan enfocada en encontrar un futuro independiente, en pasar página, que me he perdido de lo importante.Así que voy a buscar soluciones.El único ausente es Leo. Según Jackson, está de camino, pero debe llegar en la madrugada. Como adición, está mi primo, por supuesto, y su madre. Anne, la esposa de mi tío Mario, es todo lo contrario a Maritza. Y esta
Christian Anderson.En mi apartamento una vez más, lucho contra el impulso de buscarla, de saber de ella.La dichosa cena con mi familia fue, como cada vez, una puta tortura. Tal vez sea yo el que no logra dar un paso adelante, avanzar, pero no es por no intentarlo. Sin embargo, cómo se intenta dejar algo atrás si cada maldito día es un recordatorio de lo que ya no tengo.Puede que sea envidia, ya ni sé. Comienzo a valorar esa opción.Pero ver a mi hermano tan feliz, con la mujer que rompió nuestra hermandad, me pone de mal humor, me hace mantenerme estancado donde mismo. No por ella, porque hace mucho me di cuenta que Stacey nunca fue nada en mi vida, más que el motivo por el que todo se fue a la mierda. Connor es otra historia. Y sí, acepto que me molesta verlo actuar como si nada hubiera pasado. Como si no recordara todo lo que sucedió, no asumiera la parte que le toca y aceptara que pudo ser diferente, de no haber hablado tanto.Eso no quita el resultado, definitivamente, siempre
Andrea Rowe.Dos meses y medio han pasado desde que llegué a Santa Marta en compañía de mis padres. No he dicho una palabra sobre mi despido, aunque a todos les extraña que no haya regresado aún a la ciudad, cuando se supone que siempre he estado saturada de trabajo. Me queda claro que ya comienzan a sospechar, pero me siento como una perdedora cada vez que me digo que debo hablar con la verdad.En este tiempo ha pasado demasiado. Aiden y Maddie se reconciliaron y hasta están prometidos. Como yo no tengo nada que hacer realmente, acepté ser la organizadora principal de la boda, aunque en algún momento tendré ayuda de una profesional, por supuesto.Teniendo en cuenta el nivel de ansiedad que cargo al no tener trabajo, seguir una agenda específica me relaja de cierta manera. Al final resulta que me volví adicta a trabajar.No he estado sola estos meses y eso es algo que de cierta forma agradezco al haber perdido mi sustento. El regreso a Santa Marta no ha sido tan aterrador como pensé q
Christian Anderson.El tiempo pasa y yo continúo escondiéndome detrás de mi constante rutina. Después del último evento en casa de mi hermano, he evitado a toda costa esos encuentros. Lo mejor de todo es que ya van entendiendo mi postura y no insisten, después de mi negativa.Connor sigue siendo la molesta piedra en mi zapato cada vez que se levanta con ganas de joder. Pero para su propio bien, hemos creado una relación estrictamente profesional, donde las conversaciones familiares no tienen cabida y hasta ahora, lo respeta, aunque sea a regañadientes.Pero a pesar de que, en cierta forma, encontré una forma válida en la que vivir mi vida de mierda, me siento culpable.No puedo decir que no extraño a mis padres o a la familia que teníamos hace años atrás. Si nunca dije nada sobre la traición de Connor y Stacey, fue precisamente porque prefería estar todos juntos, que este circo falso en el que vivimos ahora.Sé que en parte es mi culpa, si yo fuera capaz de olvidar todo y avanzar, la
Andrea Rowe.Puede que la propuesta de los Anderson sea la mejor que reciba alguna vez. Estoy consciente de ello. Pero aceptar sería una completa locura.Quisiera mentirme a mí misma y asegurar que estoy lista para eso, para pensar en mis metas, las profesionales, y ponerlas como prioridad siempre. Podría intentarlo, pero soy consciente de que sería una tortura, mental y física, que con el tiempo me pasaría factura.Porque sería trabajar con él. Estar juntos una vez más en el mismo espacio, durante las horas laborables y las extras, mentalizándome constantemente de que debo mantener mi actitud de perra fría sin sentimientos, en la que nada que tenga que ver con él me afecte.Aceptar, sería demostrarle que lo que sucedió no es importante para mí, que no tuvo relevancia.Sin embargo, sí la tiene. Todavía recuerdo con dolor la parte de mi corazón que perdí aquella tarde. Y prefiero negarme, rechazar esta oportunidad, porque no estoy lista.Me cuesta aceptarlo, pero debo ser sincera conmi