Capítulo 32. Más que conocidos.

POV: Andrea.

Un estremecimiento me recorre la espina dorsal. Las bolsas que pretendía dejar con cuidado en el piso, caen a mi lado sin poder evitarlo.

«No puede ser. No puede ser».

Me repito lo mismo una y otra vez. Porque todavía tengo la esperanza de que solo sea mi estúpida obsesión por Christian, la que me hace escucharlo ahora. Pero solo pasan segundos, para que esa fe se rompa a mis espaldas.

—Hijo, ¿ustedes se conocen? —La voz de la señora Anderson se escucha sorprendida y casi feliz, con la expectativa de que así sea.

Con pocos ánimos, me volteo. Y es cuando lo veo.

«Por Dios, ¿por qué no puede verse horroroso?». Pienso y casi que tengo que morderme los labios para no gritar de frustración.

Él me observa con una ceja enarcada y con los brazos cruzados a la altura de su pecho. Si en algún momento le sor

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