Christian Anderson. Me juré hacer las cosas bien y estaba resultando. Prometí darle su espacio y de a poco, ir creando esos momentos que nos hicieran resurgir. Sino como una pareja, por lo menos como amigos. Pero siempre hay momentos que ponen a prueba mis intenciones. Hoy han habido dos y después de unos días relativamente pasivos, esto me resulta abrumador.¿Por qué tengo que sentir todavía en mis manos el cosquilleo por haberla tocado? ¿Y por qué razón tiene que gemir cada vez que toma de su café? Ciertamente, esa expresión me hace recordar muchas cosas que no debería estar pensando ahora. Pero también es algo más. Mientras la miro en completo silencio pienso en lo hermosa que se ve de perfil, con sus ojos cerrados y su expresión satisfecha. Su cabello, que más temprano estaba húmedo, ahora se ha secado y a diferencia de las veces que se lo arregla con mayor atención, hoy se ve libre, más salvaje y sedoso. Me dan ganas de pasar mis dedos por sus hebras rubias y oler su cabeza p
Andrea Rowe.«¿Qué carajos acabo de hacer?».Me lo reclamo, sí, pero soy incapaz de quitar la sonrisa de mi boca.Siento la adrenalina corriendo por mis venas como si estuviera enfrentándome al peor y más peligroso deporte de riesgo. Y puede que en este punto, lo que estoy viviendo, lo sea.No era mi intención provocar a Christian. Confío, incluso, en que él no tenga mínima idea de lo que acabo de decir o lo relacione con lo que en realidad significa. Tengo claro que no podría darle una explicación precisa que pudiera sacarme del lío. Y en cuanto vea un atisbo de reconocimiento en él, me costaría un mundo ocultarle lo que en realidad siento. Porque para mi consternación, él es capaz de discernir entre cada una de mis emociones, reacciones. Me conoce.Salgo de su oficina con la espalda recta y paso rápido, aparentando que no acabo de decir una barbaridad. Cierro la puerta detrás de mí, aun cuando sé que pocas veces él lo hace. Regreso al puesto que debe ocupar su secretaria y me digo q
Christian Anderson.—Gracias —susurra, con un tono tan bajo y afectado, que me estremece de mil formas y no logro ocultar ninguna. No dejamos de mirarnos y mis dedos comienzan a sacudirse con temblores por el impulso agonizante de deshacer la distancia y tocar su rostro, entrelazarse con los suyos.Mi boca se seca cuando su postura comienza a sentirse diferente. Como si de cierta forma esa capa fría que había a su alrededor estuviera cediendo. Pero pronto logra coordinar todo otra vez, recuperar su actitud tranquila; no puedo decir que no decepciona a mi parte suplicante. Me sonríe y luego se despide. Andrea se va y yo puedo respirar con normalidad. Tomo una profunda inhalación que me permita recuperar todo el oxígeno que ya me estaba faltando en el cerebro. «¿Qué acaba de pasar?».Lo tengo nítido en mi cabeza, pero no alcanzo a creer que todo se haya desarrollado tan rápido, tan intenso, tan incómodo y por último, tan impactante. Ella está dispuesta a darme una oportunidad. De h
Andrea Rowe. Decir que me siento temblorosa, es poco. Salgo del edificio dándole vueltas a esas palabras últimas, a esa respuesta de mi parte, a lo que acepté hacer a pesar de que no estoy segura de que esté lista.El camino hasta el edificio lo hago sonriendo, sintiendo nervios y queriendo gritar. Todo eso pasa por mi cabeza con insistencia y no puedo determinar qué es lo que necesito con certeza. ¿Me entusiasma?, ¿me preocupa?, ¿me aterra?Creo que es una mezcla de todo. Christian Anderson me desestabiliza de formas que no deberían ser legales. Y es increíble que después de tantos años siga siendo capaz de estremecerme, en su ausencia, con su presencia y de todo tipo de formas. El guardia me saluda cuando llego y me informa sobre la llegada de Maddie. Me comenta que cumplió con lo que le pedí, le entregó las llaves de repuesto que le dejé. Le agradezco y retomo mi emoción al pensar en Maddie y que podremos estar juntas otra vez por unos días. Luego de regresar del curso no est
Christian Anderson.Saber la nueva realidad de Stacey, de mi hermano, de mi bella sobrina y de la familia en general, me hace sentir demasiado mal. Connor me dejó sin palabras. Me dejó sintiendo demasiadas cosas y pensando firmemente que lo que yo estoy experimentando, no debe ser ni una mínima parte de lo que él ahora está soportando. De solo verlo así de destruido se me rompió el corazón. Mucho más cuando me dijo que tuvo que salir con Gwen de la casa, cuando Stacey le pidió estar sola. Él no se pudo negar. Por eso cuando lo llamé pasó poco tiempo para que llegara. Llevaba tiempo dando vueltas por la ciudad tratando de controlarse y no derrumbarse delante de su pequeña. Siempre es duro conocer este tipo de noticias. Pero lo es mucho más cuando la persona que lo padece es tu vida entera, el motivo por el que sonríes, por el que eres feliz. Con quien tienes una familia y el camino para llegar ahí, fue duro y sentido. Difícil. No puedo imaginar lo que yo sentiría estando en su posi
Andrea Rowe.Tener a Gwen conmigo es algo...irreal. Así se siente. El que me diga "tita", como si me relacionara de cierta forma con la familia, lo es mucho más.¿Extraño? ¿Señales del universo? No lo sé. Pero lo que sí es como la magnificación del momento, es el hecho de que esta pequeña haya provocado que ahora Christian y yo estemos a nada de distancia el uno del otro, con su mano en mi cintura para evitar caernos y sus ojos, tan expresivos como siempre, fijos en los míos. Vagamente escucho los ruiditos que hace Gwen para llamar nuestra atención. También soy consciente de que Maddie está a nuestro lado, como dándose un festín de palomitas de maíz en primera plana. Pero nada de eso es capaz de sacarme de la burbuja en la que me encuentro. Hemos tenido acercamientos estos últimos días. Diferentes, extraños, menos intensos...pero este momento no se compara con ninguno. Su mano está caliente. La presión que ejercen sus dedos contra mí, y que se siente como si no existiera ni un cen
Christian Anderson.El bullicio que hay a nuestro alrededor de seguro me hizo entender mal. Yo debo estar alucinando.Miro a Andrea a los ojos, buscando algo en ellos, la confirmación de que no estoy loco y que escuché bien. Pero su expresión es seria y tranquila. Sus ojos me devuelven la mirada con confianza, con esperanza y una firmeza tal, que entiendo al fin que no son ideas mías.«Ella quiere hablar. Quiere explicaciones».Suspiro. Todo mi cuerpo tiembla en una fracción de segundo. Porque esta es mi oportunidad, ella me la está dando, aunque podría no merecerla.Asiento y en lo que me pierdo en mi cabeza, para concentrarme en lo que debo decir y por dónde empezar, miro a la distancia. A ese parque que está a pocos pasos, pero solo por buscar un punto en el cual mantener la atención.Pasan algunos minutos y yo sigo en silencio. Los murmullos de Gwen se van apagando, como si se quedara dormida en los brazos de Andie. Le doy vueltas a todo lo que siento que debo decir, pero no alcan
Christian Anderson.Se queda callada y de repente, frunce el ceño.—¿Por qué pasó tanto tiempo? ¿Por qué no intentamos hacer esto antes?Miro al frente, pensando en la respuesta para eso. Pero no puedo aportar nada. Lo único que se me ocurre sigue siendo la misma mierda que nada justifica y que, de repetirse, de seguro lo empeora todo.—Yo tampoco regresé a Santa Marta —digo, para seguir la conversación. Tal vez encontremos la respuesta a su pregunta un poco más adelante—. Intenté hacer mi vida aquí, lejos de todo. De ti, de los lugares que ahora llevaban tu nombre. Me concentré únicamente en mi trabajo, así era más fácil todo; aunque creo que en eso coincidimos…Vuelvo a mirarla, ahora con una media sonrisa. Sin saber el uno del otro, vivimos experiencias similares.Porque sí, yo fui el culpable de que todo se arruinara, pero eso no significa que no haya dolido jodidamente demasiado.—La diferencia es que tú lograste mucho y yo estuve estancada mucho tiempo.No lo dice por ser fastid