Ángel y Carmen entraron en la habitación.
Carmen observó lo que había en la camilla y sintió que una paz enorme se adueñaba de su cuerpo, sentía que sus pies se alejaban del suelo. Oía voces celestiales en su cabeza. Ahí estaba el demonio.
Ángel se ocuparía de ese bicho traído de las profundidades y así el mundo se reestablecería, volvería a brillar y por años reinaría la paz. «Meri, deben de pagar todos, Meri, mi diosa, mi reina. Este sucio, repugnante, decadente mundo con sus decrépitos humanos, volverá a brillar cuando limpiemos de las calles la devastación que acabó contigo».
En la camilla estaba atada de pies y manos Hanna, con una cinta adhesiva que le tapaba la boca.
Tenía un ojo morado y la mandíbula rota.
Carmen se acercó a ella y esta empezó a moverse nerviosa, giraba de un lado a otro la cabeza, intentaba desatarse y hablaba, pero no se le entendía.
Carmen acercó su rostro al suyo y con sus manos emp
ELVIRA. DÉBORA. CARMENYa habían pasado diez años de aquella fatídica noche y las hermanas estaban en Noruega de vacaciones.—Esto es precioso, Deb, increíble.—Gracias, Carmen.—Pero te hielas el culo —dijo Elvira.—¿Qué tal Elo? —pregunto Débora.—Pues nada, ahí se ha quedado en España con Narciso, desde que tiene novio no hay quien la aguante. Pero, bueno, Narciso cuidará de ella. Él siempre cuida de las dos.—Bueno, cuéntame, ¿qué tal sienta la vida de casada, señora de Escarlet? —Elvira bromeaba.—Pues genial, Escarlet es mi otra mitad.—¡Oh, qué cursi! —Carmen se echó a reír.—Vale, yo estaré casada, pero tú eres abuela, buahhhhh.—Calla, calla, qué depre —dijo Elvira, haciendo gestos de amargura.—Ya han pasado diez años desde lo de Ángel. ¿Cómo estás tú, Carmen? —preguntó Débora.—Estoy bien, chicas, fue un antes y un después para mí. Ya no tengo nada en mi interior atrapado esperando a salir. Co
A Laura:Mi querida hermana:Quise escribirte un poema, pero, la verdad, no me salía nada, mi mente no quiso hacerme caso, ¿qué raro, verdad? Quise decirte en versos todo lo que significas para mí, todo lo valiosa que eres, poder describir ante todos, lo humana que eres.Lo hermoso de tu alma, toda la bondad que hay en tu corazón, quise hacerte un bello poema, pero no pude.Mis manos tiemblan, mis ojos se humedecen y mi corazón late con fuerza, por el solo hecho de querer escribir algo para ti.No me salen los versos, pero lo que escribo, tenlo por seguro, sale de mi corazón.Nunca olvidaré que siempre me tendiste tu mano, siempre me escuchaste.Y me diste palabras de apoyo, palabras que no olvido, ni olvidaré nunca, y yo me sujeté a ti, para toda la vida.Y cargaste conmigo sin tener ninguna obligación, me abriste tu corazón, me tranquilizaste y soportaste mis quejas y amarguras y, sin darme cuenta, te quise y te querré para toda la v
—Violencia.—Drogas.—Paranoia.—Dolor.Pero aquí sigues, aferrada a mí, no me sueltas, no te suelto, aquí sigues, vete, pero no me abandones.No me considero la persona más inteligente del mundo, más bien soy torpe y distraída, pero una cosa sí sé, soy especial, siempre lo he sido para bien o para mal, tengo una especie de aura que te acaba atrapando.Con seis años entendí el funcionamiento de la vida, cuando mi madre se tuvo que ocupar ella sola de sus tres hijas, situación que la marcó bastante con respecto a sus nervios y estrés. Si hay que hablar de la madre perfecta, puedo decir con seguridad que fue la mía y lo será siempre, sin duda.A los siete años comenzó mi dermatofagia —enfermedad que consiste en comerte la piel de manos y pies—.Años más tarde, me acompañó toda mi adolescencia ese complejo de no valer más que una mierda tanto a nivel intelectual como físico.Siendo adulta me creé un mundo de fantasía en d
Carmen amaneció en el suelo sucio y frío de un edificio abandonado. Sentía frío y dolor por todo su cuerpo. No sabía cómo había llegado allí y mucho menos qué había ocurrido. Miró su mano y observó que sostenía un objeto largo y punzante, un cuchillo de cocina, manchado de sangre. No era suya, eso lo tenía claro. Aún estaba fresca y seguía resbalando por el frío acero. Asustada, lo tiró al suelo, se levantó y comenzó a mirar a todos los lados...¿Gritaba, pedía ayuda?.., pero si la ven, con sangre en las manos la pueden detener..., y si había cometido un asesinato..., ¿dónde estaba el cuerpo?Comenzó a llorar. Carmen, una mujer de treinta y cuatro años, marcada por situaciones difíciles a lo largo de su vida, se encuentra ahora en la peor, sin duda.Pasan los minutos y cada vez está más alterada y asustada. De repente, sabe qué hacer. Saca su móvil del bolso y llama a la única persona en la que puede confiar plenamente y sabe que iría con ella hasta el fin del mund
POR MAMÁ... LAS PALABRAS MÁGICAS—Yo también te quiero, Elvi.Una hora antes de que Carmen despertara desorientada y exhausta, Martín salía cansado y soñoliento. Se había tirado toda la noche en la oficina preparando la reunión de mañana. Apenas tenía dos horas para dormir y tendría que volver a la carga, por lo que optó por no coger el coche, cruzar por la avenida Gil, rodear un edificio abandonado y llegar al motel de la esquina.No recuerda bien lo que pasó, solo sentía un enorme dolor en la parte posterior del cráneo y cómo la sangre comenzaba a resbalar por sus ojos, sangre negra y caliente. No le dio tiempo de pensar, ni de actuar, mucho menos le dio tiempo para defenderse y cayó de rodillas al suelo; no pensaba, solo percibía el calor de la sangre. Sus grandes ojos verdes parecían ahora enormes bolas de carbón del negro más oscuro, aún seguía vivo cuando sintió que el acero que tenía clavado en su cabeza se desprendía rápidamente y pasaba en un solo segund
DÉBORADe camino al trabajo, Débora sintió una punzada en el pecho, un mal presentimiento, sudores fríos, se paró en seco ahí, en mitad de la calle Tromso. Noruega era preciosa en cualquier estación del año, pero en septiembre se presentaba francamente bella. Todo el campo era verde, rico en bellos árboles robustos, llenos de flores de colores. Pasearas a la hora que pasearas Tromso siempre estaba iluminado con sus bellas cabañas de leña y sus maravillosos ciudadanos. Una ciudad para vivir, sin duda, una ciudad hecha para los amantes del frío y los grandes vasos de café.Solo llevaba dos años viviendo allí, pero ya conocía todo sobre su nueva y fija ciudad. Sus costumbres, su gente, su aire...Tampoco le costó aprender el idioma noruego, en menos de un mes ya lo hablaba de maravilla. Si algo caracteriza a Débora, sin duda, era su inteligencia, no hay nada que a ella le pudiera resultar difícil aprender. Carmen, su hermana pequeña, siempre la admiró por su enorme
DOS SEMANASElvira se encontraba en su despacho ultimando las últimas llamadas de la mañana, aunque era una de las ejecutivas, le gustaba hacer las cosas por cuenta propia. La editorial no era solo su trabajo, era su templo y le gustaba involucrarse.De fondo, en la sala principal, alguien encendió el televisor y pudo escuchar cómo el presentador de noticias comentaba el hallazgo de un cadáver de un hombre de unos treinta y cinco años en el hueco de un ascensor en el edificio abandonado de la calle Gil. El cuerpo presentaba múltiples puñaladas y una mutilación, aproximadamente por el estado de descomposición llevaría allí metido unas dos semanas.Elvira estaba helada sentada en su sillón escuchando la noticia. Temía más la reacción de Carmen que la noticia del macabro descubrimiento. Siguió atenta escuchando cada palabra, cada detalle...—Por ahora no hay ningún sospechoso, no se han encontrado huellas ni nada que pueda acercarnos al asesino, tampoco se ha
CARMENNo sabía ni dónde mirar. Ese miedo era nuevo para ella, apenas quería respirar por si el payaso, a través del televisor, pudiera oírla. Con tan solo ocho años, descubrió el poder del miedo, la angustia que la paralizaba, pero que a su vez le abrió un mundo nuevo. Un mundo que luego traería consecuencias.Aquel estúpido payaso hizo que tuviera pesadillas hasta los catorce años, pero también la llevó a uno de sus mayores hobbies, todo lo relacionado con el terror le apasionaba, supongo que era otra forma más de escapar de esa realidad que solo siendo una niña ya la marcaba día y noche.Si pasaba semanas, meses o incluso años sin saber nada de su padre, no importaba, ya se convirtió en rutina y ella llenaba esa ausencia viendo películas de terror e imaginando millones de mundos paralelos donde ella era siempre la protagonista, luchaba contra el mal de forma muy específica, con sangre y vísceras, y enamoraba al chico más guapo y tierno. Podía pasarse