42.

SAMANTHA

Mi cuerpo parece entrar en conciencia y percibir todo lo que hay a mi alrededor. Puedo sentir el aire acariciar mi piel, la piquiña y molestia de una aguja en el dorso de mi mano y los murmullos lejanos de personas. Intento abrir los ojos, pero los siento pesados. Así que los muevo poco a poco y parpadeo con lentitud, adaptándome a la luz y dejando que se aclare mi visión.

Muevo un poco mis dedos al sentirlos aprisionados y una sombra se alza sobre mí. Puedo apreciar quien es cuando logro abrir por completo los ojos.

Jeremy.

Entonces, lo recuerdo todo. El parto, cuando pude escuchar, sentir y luego ver a Dylan, el haber estado a punto de morir, el poder verlo una última vez.

El bendito beso de despedida.

Me levanto con exaltación, tomando una ruidosa bocanada de aire y observo a mi alrededor, sintiéndome desubicada por completo.

―Hey, cálmate. Estás bien ―escucho la voz de Jeremy y me abraza―. Estás temblando, amor. Tranquilízate.

―Mi bebé, Dylan… ¿Cómo están? ¿Dónde están?
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