Mi corazón se salta varios latidos. No puedo explicar todo lo que la confesión de Aiden me produce. Dolor y decepción podrían ser buenos candidatos, pero un sentimiento de enojo se instala en mí. Tengo muchas razones para querer abandonar esto que teníamos.
¿Por qué insiste en un nosotros si todo está abocado al fracaso? Lo hemos intentado innumerables veces, más de las que puedo contar y siempre, alguno termina herido.
¿Por qué siquiera insiste en explicarme sus razones, si ya no tienen remedio? No puede venir y querer exponerme sus motivos, ahora, cuando todo está perdido.
Tan furiosa como me siento, me levanto, dispuesta a irme, pero Aiden me detiene. Me zafo de su agarre, de malas maneras, demostrándole todo el odio hacia él que ahora me consume.
—¡Suéltame! —grito.
—Maddie, espera, no es lo que crees —in
Me voy alejando y soy capaz de sentir la mirada de Aiden sobre mí. Siento mi cuerpo pesado mientras camino, casi como si, inconscientemente, no quisiera irme. Ahora mismo me siento vulnerable. Entender de una vez, la verdadera magnitud de mis sentimientos, me hizo toparme, literalmente, contra una pared.No es lo mismo tener la capacidad de aceptar sus justificaciones y perdonarlo, que comprender, que en algún punto intermedio desde que nos conocimos hasta hoy, me enamoré de Aiden sin esperanzas de superarlo. A pesar de todo lo que me causó su sola existencia en mi vida.Cuando me dije que lo había perdonado, estaba hablando en serio. El peso que llevaba sobre mis hombros, al culparme por sentir cosas por él, ya no está. Sus confesiones fueron mi liberación. El establecimiento de una paz interior, conmigo misma, con mi corazón.Solo una preocupación me llena ahora. ¿Me amará?
Me siento increíble, como si estuviera flotando entre nubes.Hace dos semanas que Aiden y yo, oficialmente, somos pareja. Todo lo que hemos vivido estos días, que no ha sido poco, se puede catalogar de intenso y maravilloso. Aún no decimos nada a mi familia, porque, aunque sé que todos se alegrarán, no estoy preparada para compartir algo tan importante.Díganme tonta, pero fue mucho lo que pasamos para llegar a este punto y necesitamos, antes de formalizarlo todo, vivir con un poco de adrenalina en las venas.Salidas a escondidas. Besos robados a solo pasos de distancia con otros. Miradas furtivas y prometedoras de grandes cosas. Lo que necesitamos es recuperar nuestro amor adolescente, aunque ya no lo seamos.Después de nuestras confesiones en la playa no hay día que no escuche, pegado a mi oído, sintiendo su aliento, un “te amo”; siempre acompañado de un beso, una caricia
Ahora mismo no sé cómo sentirme. El hecho de que nuestra reciente relación haya sido motivo de apuestas, me absorbe en una espiral de emociones, que van desde la incredulidad hasta la alegría.Me sorprenden mucho las propuestas que escucho. Leo con Andrea, mis tíos e incluso, la abuela. Todas relacionadas con cuánto aguantaría yo antes de confesar nuestros sentimientos. Y sí, todos saben que, si hasta ahora nos veíamos en secreto, era por mí.Aiden subió sus manos en señal de —Yo no sabía nada— en cuanto giré a preguntarle si él tenía conocimiento de todo esto. Su expresión me hizo reír. Entre divertida por lo absurdo de la situación y en la intención de no sonreír por si me molestaba. Su evidente angustia por la indecisión, me hizo soltar una carcajada que inmediatamente lo tranquilizó. Po
—¡Joder! —Es lo primero que escucho salir de su boca, luego de mi afirmación. Su voz suena impresionada, supongo que debido a mi descaro.Sus ojos se cierran y permanecen así por unos minutos. Tal vez rebuscando en su interior algo que lo haga mantenerse firme con sus decisiones. Algo que no le permita aceptar mi reto.Pero cualquier batalla que se esté desarrollando dentro de su cabeza, pierde contundentemente, cuando con mis manos levanto su rostro, llevando nuestros ojos al mismo nivel. Pero no los abre. No aún.—Aiden —llamo.Estamos en la misma posición de hace un rato, yo con mis piernas alrededor de su cintura. Solo nos diferencia que ahora, Aiden aprieta la mano que estaba gentilmente apoyada en mi cadera, encajando sus dedos en mi piel. Su respuesta se demora, al parecer le lleva más tiempo de lo normal asimilar la situación. Lo conozco. Sé que ahora mi
—Buenos días, hermosa.Una voz ronca me despierta. Intento abrir los ojos, pero me pesan demasiado. Me acomodo en la cama, acercándome un poco más al cuerpo musculoso y tibio que tengo a mi lado y al que estoy abrazada como mono araña. Estoy tan cómoda.—Dormilona —murmura, divirtiéndose a mi costa.Yo respondo con un gemido lastimero, seguido de un puchero.—No seas así, abusadora —replica Aiden, ante mi reacción—. Ya, despierta.Abro un ojo, con mucho trabajo. Su mirada gris está enfocada en mis labios.—Si sigues haciendo esos ruiditos y poniendo los labios así, no respondo de mí.Su mano, colocada en mi cintura, se aprieta, dando indicios de un deseo creciente. Sus caricias despiertan mi cuerpo de forma inmediata, mis ojos dejan de pesar y estoy segura de que mi mirada, también, está cargada de deseo
Con esas palabras pronunciadas por Aiden comenzamos un vicioso ciclo. La propia arena, el mar y luego su cama, fueron partícipes de nuestra conexión. Testigos de nuestra unión física y espiritual. Varias veces.«Glotona». Mi subconsciente me hace reír pícaramente. Gesto que supongo refleja mi rostro cuando Aiden sale del baño, vistiendo solamente, un bóxer negro. Su escultural torso acapara mis sentidos. Y él lo sabe.Cuando levanto la mirada, me encuentro con la suya. Él está poniéndose una camisa y me observa tenso, hambriento.Aún soy consciente de que Aiden debe trabajar; de que saciamos todas nuestras ganas la noche anterior y durante la madrugada. También de que tenemos todo el tiempo del mundo para amarnos. Pero mis deseos no se agotan, al contrario, aumentan con su sola presencia.—No me mires así —demanda.&mdash
Estoy sonriendo como tonta cuando siento la puerta del frente cerrarse. Supongo que sea Aiden, aunque no lo esperaba tan temprano. Me apresuro a borrar el mensaje y guardar mi teléfono en uno de los bolsillos laterales del vestido. Es improbable que Aiden revise mi teléfono, pero es mejor precaver.Dejo la taza que estaba utilizando en el escurridor luego de fregarla y me encamino en busca de Aiden. Me topo con él justo cuando voy saliendo de la cocina.—Buenas tardes, mi bella dormilona —murmura con tono alegre, mientras me abraza y me besa, primero en la frente, luego en los labios—. ¿Qué tal ha ido tu mañana?Sonrío avergonzada con su pregunta, pues me la he pasado durmiendo.—Buenas tardes, mi bello doctor —respondo, burlona—. Mi día es perfecto ahora que estás aquí —apelo a mi sensualidad, antes de intentar decirle que no he hecho nada en t
Con la intención de amenizar el ambiente, le pido a Aiden que me lleve a casa. Ante la mención de visitar a mi familia le cambia el semblante, sus ojos adquieren un brillo consolador. Regresa a la casa para cambiarse y yo lo espero, cómo no tenía intención de pasar la noche aquí no traje nada conmigo.Diez minutos después vamos entrando a la calle de mi casa. Cuando nos acercamos, vemos un auto parqueado en el frente y Andrea se está bajando, despidiéndose animadamente de quien sea va manejando.Frunzo el ceño, confundida y desconfiada. Miro a Aiden, que me devuelve la mirada, igual de confuso.—Ese no es el auto de Christian, ¿verdad? —pregunta, retórico—No lo creo —respondo, intrigada de quién será el acompañante de Andrea.«Tengo que preguntarle. De esta no se salva».Aiden parquea el auto y me bajo