—¡Joder! —Es lo primero que escucho salir de su boca, luego de mi afirmación. Su voz suena impresionada, supongo que debido a mi descaro.
Sus ojos se cierran y permanecen así por unos minutos. Tal vez rebuscando en su interior algo que lo haga mantenerse firme con sus decisiones. Algo que no le permita aceptar mi reto.
Pero cualquier batalla que se esté desarrollando dentro de su cabeza, pierde contundentemente, cuando con mis manos levanto su rostro, llevando nuestros ojos al mismo nivel. Pero no los abre. No aún.
—Aiden —llamo.
Estamos en la misma posición de hace un rato, yo con mis piernas alrededor de su cintura. Solo nos diferencia que ahora, Aiden aprieta la mano que estaba gentilmente apoyada en mi cadera, encajando sus dedos en mi piel. Su respuesta se demora, al parecer le lleva más tiempo de lo normal asimilar la situación. Lo conozco. Sé que ahora mi
—Buenos días, hermosa.Una voz ronca me despierta. Intento abrir los ojos, pero me pesan demasiado. Me acomodo en la cama, acercándome un poco más al cuerpo musculoso y tibio que tengo a mi lado y al que estoy abrazada como mono araña. Estoy tan cómoda.—Dormilona —murmura, divirtiéndose a mi costa.Yo respondo con un gemido lastimero, seguido de un puchero.—No seas así, abusadora —replica Aiden, ante mi reacción—. Ya, despierta.Abro un ojo, con mucho trabajo. Su mirada gris está enfocada en mis labios.—Si sigues haciendo esos ruiditos y poniendo los labios así, no respondo de mí.Su mano, colocada en mi cintura, se aprieta, dando indicios de un deseo creciente. Sus caricias despiertan mi cuerpo de forma inmediata, mis ojos dejan de pesar y estoy segura de que mi mirada, también, está cargada de deseo
Con esas palabras pronunciadas por Aiden comenzamos un vicioso ciclo. La propia arena, el mar y luego su cama, fueron partícipes de nuestra conexión. Testigos de nuestra unión física y espiritual. Varias veces.«Glotona». Mi subconsciente me hace reír pícaramente. Gesto que supongo refleja mi rostro cuando Aiden sale del baño, vistiendo solamente, un bóxer negro. Su escultural torso acapara mis sentidos. Y él lo sabe.Cuando levanto la mirada, me encuentro con la suya. Él está poniéndose una camisa y me observa tenso, hambriento.Aún soy consciente de que Aiden debe trabajar; de que saciamos todas nuestras ganas la noche anterior y durante la madrugada. También de que tenemos todo el tiempo del mundo para amarnos. Pero mis deseos no se agotan, al contrario, aumentan con su sola presencia.—No me mires así —demanda.&mdash
Estoy sonriendo como tonta cuando siento la puerta del frente cerrarse. Supongo que sea Aiden, aunque no lo esperaba tan temprano. Me apresuro a borrar el mensaje y guardar mi teléfono en uno de los bolsillos laterales del vestido. Es improbable que Aiden revise mi teléfono, pero es mejor precaver.Dejo la taza que estaba utilizando en el escurridor luego de fregarla y me encamino en busca de Aiden. Me topo con él justo cuando voy saliendo de la cocina.—Buenas tardes, mi bella dormilona —murmura con tono alegre, mientras me abraza y me besa, primero en la frente, luego en los labios—. ¿Qué tal ha ido tu mañana?Sonrío avergonzada con su pregunta, pues me la he pasado durmiendo.—Buenas tardes, mi bello doctor —respondo, burlona—. Mi día es perfecto ahora que estás aquí —apelo a mi sensualidad, antes de intentar decirle que no he hecho nada en t
Con la intención de amenizar el ambiente, le pido a Aiden que me lleve a casa. Ante la mención de visitar a mi familia le cambia el semblante, sus ojos adquieren un brillo consolador. Regresa a la casa para cambiarse y yo lo espero, cómo no tenía intención de pasar la noche aquí no traje nada conmigo.Diez minutos después vamos entrando a la calle de mi casa. Cuando nos acercamos, vemos un auto parqueado en el frente y Andrea se está bajando, despidiéndose animadamente de quien sea va manejando.Frunzo el ceño, confundida y desconfiada. Miro a Aiden, que me devuelve la mirada, igual de confuso.—Ese no es el auto de Christian, ¿verdad? —pregunta, retórico—No lo creo —respondo, intrigada de quién será el acompañante de Andrea.«Tengo que preguntarle. De esta no se salva».Aiden parquea el auto y me bajo
Voy saliendo de la habitación de Andrea cuando Leo me aborda, misterioso. Por un momento, ruedo los ojos en mi cabeza, un poco cansada de los secretos de mis primos.«Se nota que son hermanos».La situación con Andrea me dejó un mal sabor de boca. No entiendo qué fue lo que pasó realmente. La veo llorando por Christian y de pronto, se pone toda misteriosa cuando le pregunto quién era el chico con el que llegó más temprano. Porque sí, algo en la forma de actuar de ella me confirmó que es un chico.Sus problemas con Christian pasaron a un segundo plano cuando saqué el tema. Si los verdaderos motivos por los que Christian y ella discutieron, tienen que ver con lo que Andie no quiso explicarme, entonces es más grave el problema de lo que yo pensaba. Conociendo el tipo de reacción que manifiestan los hombres cuando se sienten traicionados, no dudo que Christian haya
Me quedo pasmada cuando escucho la confesión de Leo. Nunca pensé que él pudiera tomar semejante decisión.A ver, no me malinterpreten, él es libre de desarrollar su vida como le plazca y donde más le convenga. Pero no esperaba una solución tan drástica a su problema, como lo es esa.Mi familia, exceptuando a mis padres, es muy unida. En las condiciones actuales, la partida de Leo sería un duro golpe para todos, pero en especial, para mi tía, porque Leo es el niño de sus ojos, aunque ya sea un hombre hecho y derecho.—¿Por qué, Leo? ¿Por qué piensas que huir es la solución? —pregunto, afectada.Su rostro muestra todo el dolor que le ocasiona llevar a cabo su decisión. Pero también, expresa la seguridad de que no tiene marcha atrás. Ya lo decidió y, así será.—Maddie, tu mejor que
La realidad que me golpea, es agobiante. Veo borrosa la imagen que tengo frente a mí, por culpa de las lágrimas que no quiero derramar.Duele. Duele mucho.Ver a Aiden, riendo como si nada junto a la chica que fue su prometida por años, me provoca un dolor asfixiante.Él dice que ella cambió, que tuvo sus motivos para volverse una perra total con él. Que sus pretensiones siempre han sido guiadas por sus padres, al igual que los suyos. Otro punto en común que tienen.No entiendo cómo, luego de todo el rechazo que le tuvo todo el tiempo que estuvieron comprometidos, puede compartir con ella y olvidar todo lo que su sola presencia provocó en nuestras vidas. Todo de lo que nos vimos privados por su insistencia en cumplir un requisito patentado por sus parientes, cuando solo eran unos niños.Siento mi amor por Aiden correr por mis venas. Lo siento en mi piel. En la punzada ardiente qu
—Mads...por favor.—Aún no, Aiden —interrumpo su intento de explicación, por décima vez consecutiva. Si acepté su compañía, es porque necesito respuestas. Pero todavía estoy intentando convencerme de que escuchar lo que tiene que decir es buena idea.El silencio que nos rodea es incómodo, o al menos así lo siento yo. Aiden hace amago de intervenir en varias ocasiones, pero una mirada de soslayo a mi rostro serio, al parecer, lo hace cambiar de idea.El camino a su casa se hace tan eterno, que cuando llegamos siento alivio de poder salir del espacio tan reducido del auto. La rabia que siento por dentro, confieso, me supera. No soporto las mentiras, por muy pequeñas e insignificantes que sean. Aún más si tienen tanta repercusión.Soy de las que piensa que, con solo un intento de falsear una situación, se pierden varios puntos de confianza.